Itongadol/AJN.- Creada en 1894 como Jevrá Kedushá, destinada a generar las condiciones necesarias para cumplir con la tradición judía, una de las primeras acciones de la hoy AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) fue la fundación de un cementerio comunitario.
La llegada de las sucesivas corrientes inmigratorias generó una multiplicación y diversificación de actividades que ya desde la década de 1920 la convirtió en un centro de participación judía y en la “institución madre” de esa comunidad en la Argentina.
En 1945 se inauguró su histórica sede de Pasteur 633, que casi siete décadas después fuera destruida en un atentado terrorista que asesinó a 85 personas e hirió a centenares.
En ese edificio comunitario funcionaron y/o funcionan numerosas entidades comunitarias, como la DAIA, la OSA (Organización Sionista Argentina), el Superior Rabinato, el Consejo Central de Educación Judía (Vaad Hajinuj), la Federación de Comunidades Judías de la Argentina (Vaad Hakehilot), la Agencia Judía, la Organización Sionista Mundial, las fundaciones Tzedaká e IWO, etc.
Paradójicamente a días de su centenario, el 18 de julio de 1994 la AMIA fue víctima de la mencionada bomba criminal, pero logró sobrevivir y reafirmarse como la “institución madre” de la vida judía en la Argentina, a la espera de justicia para esa causa impune, el Atentado a la AMIA.
Se trató del segundo ataque terrorista atribuido a Irán y Hezbollah, tras el perpetrado el 17 de marzo de 1992 contra la Embajada de Israel en la Argentina, en el cual murieron 29 personas y otros cientos fueron heridos.
En 1999 se inauguró el nuevo edificio de la AMIA, también en Pasteur 633, pero con renovadas y extremas medidas de seguridad.
La investigación judicial del atentado, plagada de errores y denuncias de encubrimiento oficial, delineó tres cursos de acción: la citada “conexión internacional”, una “conexión local” y las acciones tendientes a entorpecer su avance.
En la primera se encuentran vigentes órdenes de captura internacional para actuales y ex funcionarios iraníes, que nunca se implementaron.
La segunda incluyó un juicio oral que duró tres años, entre 2001 y 2004, y terminó con la absolución de todos los imputados y la anulación parcial de ese fallo por parte de la Corte Suprema, que ordenó volver a juzgar al último poseedor conocido de la camioneta-bomba, Carlos Telleldín, y a su entorno, lo cual está en trámite aunque se ignora en qué estado.
Finalmente, y más allá de algunos juicios menores, las causas más resonantes por presunto encubrimiento del ataque terrorista, que incluso involucran al entonces Presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem, fueron elevadas a juicio oral pero no se logra conformar un tribunal que lo lleve a cabo y ya parece más que difícil que ello pueda ocurrir este año.
Mientras la impunidad impera en ese crimen irresuelto, el próximo 27 de enero, Día Internacional de Recordación de las Víctimas de la Shoá, se cumplió otro aniversario: el primero del polémico Memorándum de Entendimiento firmado por el gobierno argentino con su par de Irán en el marco del atentado a la AMIA, el cual fue rechazado por casi la totalidad de las instituciones judeoargentinas, la mayoría de los familiares de las víctimas, toda la oposición política al kirchnerismo, el Estado de Israel y las comunidades judías de todo el mundo.
Un año después, el acuerdo aprobado con tratamiento exprés por el Congreso Nacional no fue implementado formalmente y solo sirvió para tensar como pocas veces antes la relación entre la comunidad y un gobierno argentino, pese a que por estas horas la situación tiende a normalizarse.
En el plano judicial, la AMIA y la DAIA cuestionaron la constitucionalidad del tratado y la causa se encuentra en trámite en la Cámara de Apelaciones.
La llegada de las sucesivas corrientes inmigratorias generó una multiplicación y diversificación de actividades que ya desde la década de 1920 la convirtió en un centro de participación judía y en la “institución madre” de esa comunidad en la Argentina.
En 1945 se inauguró su histórica sede de Pasteur 633, que casi siete décadas después fuera destruida en un atentado terrorista que asesinó a 85 personas e hirió a centenares.
En ese edificio comunitario funcionaron y/o funcionan numerosas entidades comunitarias, como la DAIA, la OSA (Organización Sionista Argentina), el Superior Rabinato, el Consejo Central de Educación Judía (Vaad Hajinuj), la Federación de Comunidades Judías de la Argentina (Vaad Hakehilot), la Agencia Judía, la Organización Sionista Mundial, las fundaciones Tzedaká e IWO, etc.
Paradójicamente a días de su centenario, el 18 de julio de 1994 la AMIA fue víctima de la mencionada bomba criminal, pero logró sobrevivir y reafirmarse como la “institución madre” de la vida judía en la Argentina, a la espera de justicia para esa causa impune, el Atentado a la AMIA.
Se trató del segundo ataque terrorista atribuido a Irán y Hezbollah, tras el perpetrado el 17 de marzo de 1992 contra la Embajada de Israel en la Argentina, en el cual murieron 29 personas y otros cientos fueron heridos.
En 1999 se inauguró el nuevo edificio de la AMIA, también en Pasteur 633, pero con renovadas y extremas medidas de seguridad.
La investigación judicial del atentado, plagada de errores y denuncias de encubrimiento oficial, delineó tres cursos de acción: la citada “conexión internacional”, una “conexión local” y las acciones tendientes a entorpecer su avance.
En la primera se encuentran vigentes órdenes de captura internacional para actuales y ex funcionarios iraníes, que nunca se implementaron.
La segunda incluyó un juicio oral que duró tres años, entre 2001 y 2004, y terminó con la absolución de todos los imputados y la anulación parcial de ese fallo por parte de la Corte Suprema, que ordenó volver a juzgar al último poseedor conocido de la camioneta-bomba, Carlos Telleldín, y a su entorno, lo cual está en trámite aunque se ignora en qué estado.
Finalmente, y más allá de algunos juicios menores, las causas más resonantes por presunto encubrimiento del ataque terrorista, que incluso involucran al entonces Presidente de la Nación, Carlos Saúl Menem, fueron elevadas a juicio oral pero no se logra conformar un tribunal que lo lleve a cabo y ya parece más que difícil que ello pueda ocurrir este año.
Mientras la impunidad impera en ese crimen irresuelto, el próximo 27 de enero, Día Internacional de Recordación de las Víctimas de la Shoá, se cumplió otro aniversario: el primero del polémico Memorándum de Entendimiento firmado por el gobierno argentino con su par de Irán en el marco del atentado a la AMIA, el cual fue rechazado por casi la totalidad de las instituciones judeoargentinas, la mayoría de los familiares de las víctimas, toda la oposición política al kirchnerismo, el Estado de Israel y las comunidades judías de todo el mundo.
Un año después, el acuerdo aprobado con tratamiento exprés por el Congreso Nacional no fue implementado formalmente y solo sirvió para tensar como pocas veces antes la relación entre la comunidad y un gobierno argentino, pese a que por estas horas la situación tiende a normalizarse.
En el plano judicial, la AMIA y la DAIA cuestionaron la constitucionalidad del tratado y la causa se encuentra en trámite en la Cámara de Apelaciones.