Avigdor Lieberman, Canciller
La comunidad internacional debe incentivar el reconocimiento al Estado judío, a fin de garantizar la concreción de la visión de dos estados para dos pueblos.
“ERETZ ISRAEL fue la cuna del pueblo judío. Aquí se forjó su identidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí logró por primera vez su soberanía, creando valores culturales de significado nacional y universal, y legó al mundo el eterno Libro de los Libros”. (Declaración de la Independencia del Estado de Israel, 14 de mayo de 1948).
Significado del Estado de Israel y su importancia
Muchos decenios antes de la creación del Estado, en 1948, la comunidad internacional reconoció la Tierra de Israel, como Hogar Nacional del Pueblo Judío. Representantes palestinos se negaron, por su parte, a reconocer a Israel como Estado del pueblo judío. No se trata de un tema semántico. Es una problemática esencial vinculada al alcance de la paz.
El corazón del conflicto sigue siendo la resistencia de los palestinos a aceptar la existencia de Israel como Estado Nacional del Pueblo judío.
El pueblo judío constituyó siempre una nación con una cultura, a pesar de la desconexión prolongada de su Estado. Miles de años antes de la aparición de la idea, el Tratado de Paz de Wetsfalia, el pueblo judío generó su identidad política en la Tierra de Israel.
Tanto desde el punto de vista histórico como desde el punto de vista del sionismo moderno, la identidad judía se vio forjada a través de la sensación de identidad de pueblo, capturada por la identidad, el suelo, la religión, la cultura y una lengua en común.
La paz, verdadera y duradera, será posible solo si los palestinos reconocen a Israel como Estado del pueblo judío, a la par del reconocimiento del estado palestino como Estado del pueblo palestino.
La solución al conflicto llegará por medio de dos estados para dos pueblos, viviendo uno al lado de otro, en paz y seguridad.
El Estado judío y la libertad religiosa
El término “Estado judío”, se vincula, en particular, al nacionalismo. Desde su aparición en la antigüedad, el pueblo judío constituyó una Nación, con una cultura, anclada en el marco básico de su identidad como el judaísmo y la lengua hebrea.
Israel es al pueblo judío lo que Francia es al pueblo francés, Irlanda a los irlandeses y Japón a los japoneses.
Cada nación cuenta con el derecho de definir el estado por sí misma, en la forma que elija así como Egipto se autodefine como República Árabe de Egipto y Grecia como República Helénica, así también Israel se autodefine como Estado del Pueblo judío.
El Estado de Israel es un estado democrático que garantiza la libertad de culto para todos sus ciudadanos. La Declaración de la Independencia determina, con claridad, que “Garantizará la libertad de culto, de conciencia, de lengua, educación y cultura: cuidará de los Lugares Santos para todas las religiones”.
El sistema del régimen democrático de Israel, la división de autoridades en su seno, la libertad de expresión y la fuerte defensa de los derechos civiles que existen en ella garantizan que esos ideales se lleven a la práctica. Por ello, el reconocimiento al Estado de Israel como Estado nacional del pueblo judío no viola, de ninguna manera, la libertad de culto garantizada a todos los ciudadanos de Israel.
La relación del Pueblo judío hacia la Tierra de Israel se origina en la presencia judía continua durante los últimos 3.500 años.
Hallazgos arqueológicos y registros históricos demuestran que los judíos vivieron, de manera continua en la Tierra de Israel, durante los últimos 3.500 años. Cuando el Segundo Templo fue destruido por los romanos, la comunidad judía de Israel contaba con más de mil años. Los romanos enviaron a la diáspora solo a una parte de la población judía y, durante miles de años después, hubo – sin interrupción - presencia judía en la Tierra de Israel.
Si bien la idea de recrear el Estado judío en la Tierra de Israel se vio potenciada a partir de las graves persecuciones y los fuertes pogromos, ésta surgió, en esencia, de la convicción que solo en un Estado judío soberano, puede el pueblo judío auto-expresarse de forma plena e independiente.
El anhelo del pueblo judío a la independencia política fue reconocido desde hace largo tiempo por otros, mucho tiempo antes de la aparición del sionismo moderno, a finales del siglo XIX. A modo de ejemplo: en 1762, Juan Jacobo Rousseau escribió: “Me parece que nunca podremos entender lo que dicen los judíos hasta que tengan un Estado libre, escuelas y universidades en las que puedan hablar con libertad y deliberar, sin peligro, sobre sus asuntos. Solo entonces podremos saber lo que tienen para decir”.
El derecho del pueblo judío a la auto-determinación, obtuvo el reconocimiento internacional en siglos pasados
“El derecho de los judíos a la auto-determinación fue reconocido por la comunidad internacional en los siglos XVIII y XIX. Líderes mundiales, como Napoleón lo definió en su carta al Pueblo judío: “Herederos legales de Palestina” y un número de presidentes norteamericanos, inclusive John Adams y Abraham Lincoln, constituyeron un ejemplo de ese reconocimiento sobre la relación entre el pueblo judío y su patria.
La Declaración Balfour y el Mandato sobre Palestina
En 1947, Gran Bretaña decretó la Declaración Balfour y, en abril de 1920, la Conferencia de San Remo, se determinó la asignación del Mandato Británico sobre Palestina. El Mandato fue otorgado a Gran Bretaña con el fin específico de la creación de un “Hogar Nacional para el Pueblo judío”. La Declaración fue incorporada en agosto de 1920, dentro del Tratado Sevres, entre los estados parte y el Imperio Otomano. El 24 de julio de 1922, el Mandato Británico fue aprobado por la Liga de Naciones, organismo que antecedió a Naciones Unidas, otorgando así al sionismo- el movimiento nacional de pueblo judío- un reconocimiento legal, oficial y legitimación internacional.
Líderes británicos aprobaron, con determinación, que el Mandato debía estar destinado a la creación del Estado judío. Frank Lloyd George, Primer Ministro de Gran Bretaña en ese período, destacó que el objetivo del Mandato era, en última instancia, la creación del Estado judío. “El pensamiento fue que, llegado el momento de otorgar instituciones representativas a Palestina, si los judíos reaccionaban sobre las oportunidades que les eran ofrecidas a través de la idea del Hogar Nacional… Palestina se convertiría en una comunidad judía”.
Ese punto de vista fue, otra vez, enfatizado por otros líderes británicos, como Winston Churchill, cuando en febrero de 1930 escribió: “En el transcurso de nuestras vidas debe levantarse un Estado judío sobre el valle del Río Jordán”.
Comisión Peel
En el año 1937, la Comisión Peel (comisión investigadora oficial británica) destacó en su informe que si “La creación de un Hogar nacional para los judíos tiene éxito y un número suficiente de judíos se traslada a Palestina, el Hogar nacional podrá desarrollarse a lo largo de los años, en un Estado judío”.
La Comisión sugirió la división del Mandato Palestino en Estado judío y Estado árabe conjunto con Jordania Oriental, siendo su argumento que “La partición permitirá a los judíos sentir, en todo el sentido de la palabra, que el Hogar nacional es su casa, si se convierte en un Estado judío”.
El estado judío fue creado
El 29 de noviembre de 1947 la comunidad internacional reconoció, otra vez, la necesidad de crear un Estado judío, cuando la Asamblea General de la Liga de Naciones aprobó la resolución 181, recomendando la Partición del Mandato Británico de Palestina, en estado judío y estado árabe.
Menos de seis meses después de la Resolución de Partición, fue creado el estado judío. El milenario de la reanudación de la soberanía judía se materializó en las palabras eternas de la Declaración de la Independencia, tal como fuera leída por David Ben Gurion, Primer Ministro del Estado de Israel: “Nosotros (…) en virtud de nuestro derecho natural e histórico y basados en la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamamos el establecimiento de un estado judío en Eretz Israel, que será conocido como el Estado de Israel”.
Cabe destacar que, en cierto tiempo, surgió la idea de otorgar al nuevo Estado, un nombre más simple “Estado judío”. Como consecuencia, el presidente de Estado Unidos, Harry Truman, preparó un texto reconociendo el nuevo estado con las palabras “estado judío”, que fueron borradas cuando anunció que el nuevo estado se llamará, Israel.
El proceso de paz
El paradigma básico, ubicado en la base de los Acuerdos de Oslo, determina que tanto Israel como los palestinos estaban dispuestos a reconocer la legitimidad de los derechos y las aspiraciones nacionales del otro. Mientras la conducción sionista actuó así, ya en el año 1947 aceptando el Programa de Partición, con la Declaración de Principios de 1993, fue la primera vez que un líder palestino respondió con la misma moneda. Con pesar, la conducción palestina continuó con su negativa a tomar las medidas necesarias para el reconocimiento de Israel como Estado Nacional del pueblo judío. El tema del reconocimiento del derecho nacional de Israel fue parte de la agenda de todas las rondas de negociación de las partes.
La comunidad internacional debe incentivar el reconocimiento al Estado judío, a fin de garantizar la concreción de la visión de dos estados para dos pueblos
Fuente: Ministerio de Relaciones Exteriores #tema#