Mudanzas capitalinas La Nación
por Marcelo Wio
18 de Febrero de 2014
O la diplomacia Argentina está terriblemente perdida y se dirige a la municipalidad de la ciudad de Tel Aviv, cuando debería hacerlo al gobierno central de Israel - cuya sede se encuentra en Jerusalén (oriental, para más inri), siendo, en consecuencia esta ciudad la capital del Estado Judío; o bien el periodista ha volcado su voluntarismo ideológico en la crónica (porque que desconozca la sede del gobierno israelí es altamente improbable).
El 16 de febrero de 2014 el Martín Dinatale firmaba un artículo en el diario argentino La Nación donde, sin venir a cuento, (y sin avisarle a los funcionarios israelíes, que aún no se han enterado y vagan por los edificios gubernamentales en Jerusalén sin nada que hacer) decidió trasladar la capital de Israel a la ciudad costera de Tel Aviv.Y no lo hacía una única vez, sino hasta en cuatro oportunidades: “'Hay muy buen clima con Israel y estamos mucho mejor que antes', dijo a LA NACION un allegado al canciller Héctor Timerman. El parámetro ‘mejor que antes' que utilizó el funcionario del Palacio San Martín tiene que ver con la tensión que hace un mes y medio se desató con Tel Aviv.En el mundo alternativo e imaginario (basado en hechos reales) que plantea el artículo, una noticia relacionada bien podría indicar que los residentes de Haifa se preguntan por qué no han sido honrados con la capitalidad de su país. Otras voces han comenzado a levantarse en Netanya, Herzliya y Be'ersheva, mientras el número de ofendidos aumenta en número. Incluso, siguiendo la estela fabuladora del periodista, algunas personas han comenzado a inventar nuevas ciudades para disputar la capitalidad. No son pocos, tampoco, los que han alzado su protesta contra la municipalidad de Tel Aviv, a la que acusan de intromisión en los asuntos de Estado. La municipalidad ha declarado que ni tiene “enviados”, ni una “diplomacia” paralela al Estado de Israel.
La literatura, y sobre todo la mala, no tiene lugar en el periodismo: en el recuento de hechos, en la crónica de sucesos. Pero algunos siguen empeñados en mezclar ficción y realidad como si se tratara de una non-fiction-novel (novela testimonio).
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