lunes, 1 de diciembre de 2014

Comentarios sobre la actualidad israelí

La Explanada de las Mezquitas, la zona en litigioLa Explanada de las Mezquitas, la zona en litigio
Durante las últimas semanas, Israel está viviendo una intensa y angustiosa situación marcada por la confrontación y la violencia. Enfrentamientos con la población palestina se han dado, especialmente dentro de la ciudad antigua de Jerusalén, y en diferentes zonas del sector “C” de la Ribera Occidental. Como es sabido, la zona “C”, es la que está bajo control civil y militar de Israel.
En ella habitan cerca de 300 mil palestinos. La zona “B”, más densamente poblada se rige bajo la responsabilidad civil palestina, pero la seguridad, está en manos de Tzahal. La zona “A”, está controlada civil y militarmente por la Autoridad Palestina. Hoy, más del 97% de la población palestina en Judea y Samaria, se halla bajo gobierno de la Autoridad Palestina. La región toda, vive un ambiente de inestabilidad permanente, desde el secuestro y posterior asesinato de los tres jóvenes israelíes, cometidos en junio pasado por un comando de Hamas. El hecho fue seguido de un acto aterrador de venganza, perpetrado por cuatro jóvenes judíos de Jerusalén, que secuestraron a un joven palestino, lo golpearon hasta su muerte y luego quemaron su cuerpo. Los autores han sido apresados y serán juzgados con el máximo rigor de la ley. Como corolario de estos graves hechos, Hamas y la Yihad Islámica lanzaron misiles sobre territorio israelí, lo que condujo a una confrontación abierta en la Franja de Gaza en el mes de julio. Guerra que se extendió durante 50 días de intensa lucha y que fuera interrumpida gracias a la mediación egipcia. Ningún acuerdo ha sido firmado aun entre las partes, así que cualquier incidente, es explotado como pretexto para encender y reavivar nuevamente, la llama de la confrontación y la violencia. Así y luego de que varios israelíes, entre ellos activistas religiosos, diputados y un ministro del partido nacional religioso, subieran para rezar en la Explanada de las Mezquitas, lugar donde se encontraba antiguamente el destruido templo de Jerusalén se desataron actos violentos, entre jóvenes palestinos de la milenaria ciudad y aldeas aledañas y la policía israelí. Estos acontecimientos fueron acompañados por tres distintos actos de terror, en los cuales jóvenes palestinos embistieron a transeúntes israelíes, a policías y soldados, causando la muerte a cinco de ellos, entre los que se encontraba una beba de 5 meses. En otro caso, un joven palestino atacó y mató a cuchilladas a un soldado en Tel Aviv. El atacante fue ultimado por agentes de seguridad. En los casos anteriores, y como paradójicamente ocurre frecuentemente, los heridos israelíes víctimas de los atropellos intencionados, así como sus agresores, fueron internados en el mismo hospital para ser atendidos. En relación a la Explanada del Templo o de las Mezquitas, según la preferencia personal de quien la nombre, la exigencia de algunos activistas religiosos y políticos de derecha, suena aparentemente lógica, pues aunque Israel garantiza la libertad de credos y ritos a todas las confesiones, a los judíos únicamente, les está prohibido rezar allí. Es que en 1967 y una vez finalizada la Guerra de los 6 Días, que incluyó la toma de Jerusalén, el entonces ministro de Defensa Moshe Dayan, declaró al área como extraterritorial para los israelíes, prohibiendo, que se lleven a cabo allí rezos judíos, colectivos o individuales. Por su parte la ortodoxia judía, considera al sitio “impuro” y prohíbe expresamente a los fieles visitarlo. Ese acuerdo de extra territorialidad llamado comúnmente de “status quo”, es el que religiosos fanáticos y políticos irresponsables pretenden romper ahora unilateralmente. Aducen, que no puede ser que únicamente a los judíos les esté negada la libertad de credo en el lugar más sagrado de su fe, mientras que ésta existe para todos los creyentes de otras religiones. El “status quo” de la Explanada fue incluido en los acuerdos de Oslo con los palestinos y refrendado más tarde con Jordania, a la que se le otorgo el rango de custodio de los lugares santos musulmanes, cuando en 1994 se firmó el acuerdo de paz entre ambas naciones. Los musulmanes por su parte, a quienes Dayan les entregara la custodia de la Explanada, aprovechan cualquier excusa para denunciar ante el mundo entero, que Israel intenta apoderarse de la misma, destruir sus mezquitas y levantar nuevamente en su lugar, el Gran Templo. Así ocurrió en el año 2000, cuando Ariel Sharon, entonces diputado opositor, exigiera visitar el lugar. Su visita fue inmediatamente interpretada por Yaser Arafat como un acto político provocativo, que desencadenó una larga serie de actos terroristas, conocidos como la Segunda Intifada y que costaran la vida a más de mil israelíes, dejando casi cuatro mil heridos. Se dice que no hay pueblo en el mundo como el judío, que posea una mayor conciencia de los anales su historia. Pero es claro que a través de los siglos, poco o nada ha sabido aprender de las lecciones de su propia historia. Y cuando las aprende, ya es tarde y su precio en vidas humanas, siempre ha sido trágico y traumático. Para muchos observadores políticos, Netanyahu no supo divisar a tiempo, los riesgos de actos llevados a cabo por miembros de su partido o de la coalición. Quizás, no tuvo la fuerza política o la intención siquiera, de impedirlos. Los actos violentos en Jerusalén y sus alrededores han desvelado el poco y casi nulo tacto político del gobierno, cuando al tiempo que ocurrían, creyó oportuno anunciar la intención de seguir construyendo nuevos barrios en el éste de Jerusalén. Al tiempo que más de 25 familias religiosas judas, entraban a habitar casas en la aledaña aldea árabe de Siluan (Shiloah), recientemente adquiridas por terceros, a sus propietarios locales. Mahmud Abbas por su parte, continua echando leña al fuego cuando anuncia a todo el mundo que Israel pretende destruir la mezquita de Al Aksa, en la Explanada. Los hechos han despertado también, una reacción de animosidad en vastos sectores de la población árabe israelí, quienes han manifestado su solidaridad, hacia quienes consideran, sus hermanos palestinos. Manifestaciones y actos de violencia callejera se produjeron en varias aldeas y ciudades árabes, incluyendo a aquellas de población mixta como Tel Aviv-Yafo y Haifa. Estas manifestaciones de descontento, dieron lugar a que grupos israelíes de ultraderecha denunciaran la deslealtad de los árabes israelíes. Netanyahu mismo, en un arrebato de ira inexplicable, exhortó a los ciudadanos árabes israelíes descontentos, a emigrar al territorio de la Autoridad Palestina. Con ello, el círculo vicioso de la intolerancia y la sinrazón se acrecienta, originando una espiral de violencia, ya muy difícil de controlar. Lo que ha quedado sumamente claro, es que este gobierno no tiene ni la capacidad y tal vez hasta carezca de la voluntad política, para atenuar los ánimos y emitir mensajes de calma y prudencia a los “halcones” de ambos bandos, que se retroalimentan de la situación. A todo esto, hay que recordar que hay un congelamiento absoluto de las negociaciones de paz, que de existir, quizás podría dar un atisbo de esperanza y atemperar los ánimos. O no. Solo persiste por suerte aun, la coordinación militar y de inteligencia entre Tzahal y las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina, destinada a prevenir y contrarrestar eventos con potencial de violencia en las zonas de fricción. Presionado ante la situación, Netanyahu se reunió en Amman con el rey Abdalah y el secretario de estado, Kerry, donde declaró que el “status quo” en la Explanada sagrada, seguirá vigente. Aunque siempre el factor religioso estuvo presente en el conflicto palestino-israelí, durante muchos años se mantuvo subyacente. Ahora parece despertar de su letargo, alentado también por el avance y las proclamas del Ejército Islámico en Siria e Irak, amenazando con sumar al conflicto nacional y territorial, el peligroso ingrediente confesional. Todos sabemos la enorme estela de sangre que han dejado siempre a través de la historia de la humanidad, todos aquellos conflictos que han izado la bandera de dios en vano, para saldar su disputas.  


Presupuesto
Aunque el presupuesto nacional para el año 2015 está listo e impreso y solo espera el voto mayoritario de la Kneset para ser aprobado, pareciera que aun está muy lejos de acordarse. El ministro de Hacienda Yair Lapid, líder de Yesh Atid, ha recibido la aprobación del presupuesto por parte del gabinete de ministros. Ahora deberá ser votado por la Kneset para convertirse en ley. Este es el primer presupuesto confeccionado íntegramente por Lapid   y que alcanzará la cifra record de 358 mil millones de shekels (unos 100 mil millones de dólares). Tal y como Lapid se comprometiera públicamente, el presupuesto no incluye nuevos impuestos ni el aumento de los existentes. Pero si conlleva, un aumento del endeudamiento externo. Lo que significa, que el déficit, ascenderá del 2.9 al 3.4 por ciento. El presupuesto incluye una compensación para la Defensa de 4 mil millones debido a los gastos ocasionados por el último conflicto en Gaza. Además se le agregó un monto adicional de otros 6 mil millones de shekels. A pesar de ello, no han disminuido los presupuestos sociales, en materia de Educación, Salud, Vivienda y Bienestar Social. En el rubro vivienda, se han elaborado incluso proyectos, con la declarada intención de abaratar los precios de las nuevas viviendas, destinadas a parejas jóvenes. Pero la oposición critica ferozmente el presupuesto, ante los últimos datos publicados por diversos organismos internacionales que ubican a Israel en el muy poco prestigioso 4º- lugar, con el mayor porcentaje de familias y niños pobres, dentro del grupo de los países más desarrollados. La oposición alega, que se trata de uno de los presupuestos más anti sociales de la historia del país. No solo que no contempla la responsabilidad del estado hacia los más necesitados, sino que no existen en él, los cambios estructurales y las inversiones necesarias para promover el crecimiento y producir un cambio socioeconómico substancial. Es que junto a los ya conocidos sectores improductivos de la economía nacional, como son el ortodoxo judío y el tradicionalista árabe, hoy se han sumado al círculo de la pobreza, miles de ancianos y familias jóvenes. Ocurre que, a pesar de que ambos conyugues trabajen, les es muy difícil cubrir sus necesidades familiares elementales, cuando el 50% de ellos, perciben salarios mínimos. El partido religioso nacional Habait Haihudi, aliado a los sectores de derecha del Likud y al partido Israel Beiteinu, encabezado por el ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, propugnan en cambio, aumentar más aun las construcciones en Jerusalén oriental y en los asentamientos en Judea y Samaria, cuya población sobrepasa ya, los 350 mil colonos. Menos del 4% del total de la población. Netanyahu, votó a favor del presupuesto en el gabinete, pero ahora, en lugar de respaldar a su ministro de Hacienda pareciera ponerle zancadillas. Interesado en explotar el ambiente de rencillas y extorsiones internas en las que están sumidos los líderes de su coalición, se rehúsa ahora a aprobarlo en la Kneset. El mercado de canjes políticos sobre este tema, podría llevar a la ruptura de la coalición y a adelantar en más de dos años, la fecha de las elecciones. Mientras los políticos le apuestan solo a sus intereses sectoriales y elevan cada vez más el precio de su ego personal, los agudos problemas de seguridad y la grave situación social que vive el país, esperan la aparición de un adulto responsable, que ponga en orden las cosas.
Rafael Arazi

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