martes, 9 de diciembre de 2014

Opinión. Mientras se disuelve la Knesset, los partidos ultraortodoxos muestran que volvieron


Itongadol/AJN.- Cuando el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, despidió a sus dos compañeros centristas de su coalición, Yair Lapid y Tzipi Livni, la semana pasada, perdió momentáneamente la mayoría de la Knesset, parlamento israelí.
 
Fue una situación pegajosa para Netanyahu, una que lo dejó expuesto en los últimos días de su gobierno. Bajo la ley, el primer ministro puede ser reemplazado sin ir a elecciones si otro miembro de la Knesset reúne a 61 parlamentarios para que lo apoyen en un voto de "no confianza". Sus oponentes disfrutaron teóricamente una oposición de 77 asientos sobre la que podían construir esa mayoría.
 
El gobierno también había tenía algunos proyectos de último minuto que necesitaba aprobar, desde una campaña de finanzas hasta una transferencia de presupuesto. Estos incluían 3.6 billones de shekels al Ministerio de Defensa, para compensar el golpe financiero que recibió en la Operación Magen Protector, y otra transferencia financieramente pequeña, para la angosta coalición de Netanyahu, pero políticamente importante de cerca de 130 millones en inversiones a los asentamientos de Cisjordania.
 
Por todo su poder, la derecha firme todavía es solo un tercio de la Knesset. Sin Yesh Atid y Hatnua, el primer ministro se enfrentaba a cada prospecto real de perder esas votaciones. En el plenario, y en los comités de Finanzas y Vivienda, su achicada coalición ya no tenía garantizada la mayoría que había disfrutado previamente. Para Netanyahu podría haber sido un modo ignominioso de terminar su mandato, y tal vez su carrera política: perdiendo cada voto y, posiblemente, encontrándose reemplazado a último minuto sin contemplaciones y sino la dignidad de una elección.
 
Sin embargo, mientras pasaba el lunes, esos conteos de votos del comité y el plenario mostraron algo. La coalición no iba a perder votos, sino que estaba ganando casi todos, y en cada caso la razón era la misma. Alguien estaba entregando votos para las iniciativas del gobierno, alguien que estaba más allá de la coalición: los legisladores de los partidos ultraortodoxos Shas y United Torah Judaisim.
 
La nueva asociación entre Netanyahu y los ultraortodoxos no se escondió. "Llegamos a un acuerdo, y ese se mantiene hoy. Si el primer ministro está determinado a ir hasta el final, a las elecciones, no dejaremos que sea derrocado. No participaremos en los votos de no confianza. Incluso hoy hay planes para derrocarlo con 61 votos y evitar las elecciones", dijo Aryeh Deri, miembro de Shas, en la Knesset el lunes.
 
Además se refirió al gobierno saliente con términos de burla y dijo que eran un "pacto de hermanos, nuevos israelíes, iluminados, con un afuera haredi". Además pareció confiado en destacar cuán inestable un gobierno era sin los haredi. "No es natural que dure solo 18 o 19 meses", destacó.
 
Y una vez más elogió a Netanyahu y apoyó la versión del primer ministro sobre las razones del colapso de la coalición. "Estoy muy contento de que se haya alcanzado esta conclusión. Pero debo decir, no tenemos el crédito. No derrocamos al gobierno. Fue el primer ministro el que decidió ir a elecciones. Tenía una de dos razones: se preocupaba en los intentos por reemplazarlo a mitad de término o en la aprobación de la iniciativa zero-IVA y el presupuesto del año que viene. Actuó de manera preventiva y por supuesto que lo apoyamos". El apoyo fue devuelto en términos no especificados.
 
Las votaciones del lunes mostraron que las negociaciones de la alianza Netanyahu-haredim no está empezando sino que ya entraron en efecto por completo y se están viendo en la Knesset. Por el momento, es la realineación más significativa producida hasta ahora desde el colapso de la coalición.

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