miércoles, 1 de abril de 2015

El nuevo papel de Estados Unidos como fuerza aérea de Irán



US.Navy F-18E Super Hornets supporting operations against ISIL
Por Max Boot
Puede que sea hora de cambiarle el nombre a la USAF (United States Air Force –Fuerza Aérea Estadounidense–) por el de IAF (Iranian Air Force –Fuerza Aérea Iraní–).
Al menos, es la única conclusión a la que puedo llegar tras leer las noticias de que Estados Unidos ahora está llevando a cabo bombardeos, además de vuelos de vigilancia, en apoyo de las fuerzas dirigidas por Irán que asedian Tikrit. La operación, lanzada prácticamente en su totalidad por milicias chiíes bajo el mando del general Qasem Suleimani, jefe de la Fuerza Quds iraní, comenzó el 2 de marzo. Los iraquíes estaban muy orgullosos de la ayuda que estaban recibiendo de Irán, incluidos tanques y cohetes.
Las fuerzas atacantes avanzaron pronto sobre la ciudad y prácticamente llegaron a declarar la victoria. Pero, como quedó claro después, fue de forma prematura. Casi un mes después, cientos de combatientes del Estado Islámico siguen atrincherados tras zonas de terreno repletas de artefactos explosivos improvisados y, al parecer, están causando gran número de bajas entre los atacantes.
No es que sea una sorpresa, dadas las dificultades que atravesaron las más capaces fuerzas estadounidenses en dos ofensivas sobre Faluya en 2004. El combate urbano resulta muy duro contra unos defensores fanáticos y atrincherados. Lo es especialmente cuando fuerzas sectarias chiíes atacan una población suní. Es difícil que los habitantes de la localidad vayan a recibir con los brazos abiertos a unas patrullas chiíes de limpieza étnica; no lo harán si saben lo que esas milicias han hecho en otras localidades suníes que han conquistado. Por ejemplo, Human Rights Watch publicó recientemente un informe sobre las consecuencias de la conquista de la ciudad de Amerli el pasado septiembre, cuando “las milicias saquearon las propiedades de civiles suníes que habían huido de los combates; quemaron sus casas y negocios, y destruyeron al menos dos pueblos enteros”.
Estados Unidos se ha desentendido de la ofensiva sobre Tikrit hasta hace poco; no ha criticado el ataque, pero tampoco lo ha apoyado de forma activa. Pero cuando la ofensiva se paralizó, los iraquíes clamaron por la ayuda estadounidense y la Administración Obama respondió.
Puedo simpatizar con el impulso por combatir el mal que representa el Estado Islámico. Pero no ganamos nada sustituyendo el control ejercido por la teocracia asesina del EI por el de lateocracia asesina de Irán. Es una verdad fundamental que esta Administración, deliberadamente, no quiere ver.
En enero de 2014, Michel Doran y yo avisamos de que Obama estaba actuando como si Irán fuera nuestro aliado y no nuestro enemigo. Los recientes acontecimientos en Tikrit, ay, no han hecho sino confirmar la validez de nuestro análisis. Mientras Obama parece empeñado en tratar a Netanyahu como si fuera nuestro enemigo, lanza todo tipo de señales de que está tratando al ayatolá Jamenei como a nuestro amigo; llega incluso a ignorar o tratar de explicar las tradicionales proclamas de “Muerte a América” del líder supremo. Y ahora, algo que creí que nunca llegaría a ver, Estados Unidos envía a nuestros pilotos, con nuestros aviones, a lanzar bombas en apoyo de unas milicias chiíes que no hace tanto estaban matando a nuestras tropas en Irak.
La Casa Blanca puede creer que con esto demostrará a los iraquíes que necesitan la ayuda estadounidense y que los iraníes no pueden cumplir; pero es difícil que peones de la República Islámica, como la Organización Badr y Asaib ahl al Haq, vayan a volverse contra sus amos por mucho apoyo que brinde Estados Unidos. Creerán simplemente que los norteamericanos son tontos útiles, y tendrán razón.
¿Puede esto ser un aliciente para que los iraníes firmen sobre la línea de puntos en Ginebra antes de la fecha límite para el fin de las conversaciones? ¿Es una señal de cuánto estamos dispuestos a hacer para ayudar a que los iraníes se hagan con el poder en la región a cambio de un limitado control sobre su programa nuclear? Como si con eso Teherán fuera a renunciar a su sueño, largo tiempo acariciado, de convertirse en potencia nuclear.
Sea cual sea la lógica que ha guiado estas acciones, es una política lamentablemente orientada, incluso perversa, quereforzará a Irán y a los yihadistas suníes del Estado Islámico, los cuales serán considerados cada vez más como los únicos defensores de los suníes frente a los ataques chiíes.
Fuente: elmedi
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