jueves, 22 de mayo de 2008

Un año clave


El año 2008 debiera ser un año clave para gran parte del Medio Oriente y Asia Central y para la paz en tan convulsionadas regiones.
Tomemos como ejemplo la situación en Afghanistán y en Pakistán. De alguna manera las tropas norteamericanas que actuan en Afghanistan en legítima lucha contra Al Queda y sus secuaces deberán replantear su estrategia dado que en seis años no ha dado resultados. Por otro lado, hay elecciones en dos países con fuertes intereses en Afghanistan como lo son Pakistán y los EE.UU.
La dificil situación política en Pakistán arroja más sombras sobre Afghanistán.La influencia del presidente pakistaní, Pervez Musharraf, llegará inexorablemente a su fin. A pesar de ser un aliado clave en la lucha contra Al Queda, el desgastado general perdió el apoyo del mundo occidental. Como parte de su ambigua `política, Musharraf trabó alianzas políticas por un lado con EE.UU. pero por el otro con los talibanes aliados de Al Queda.
EE.UU., cualquiera sea el resultado electoral en noviembre, deberá decidir que hacer con los 170.000 soldados norteamericanos en Irak y los 27.000 en Afghanistán.La nueva estrategia de la Casa Blanca para Irak tendrá repercusión en Afghanistan y viceversa.
En Afghanistán habrá elecciones en el 2009. El actual gobierno afgano ha visto deteriorarse su poder ante el renovado avance del extremismo islámico -talibán. Luego de varios años de triunfalismo exagerado en los que se celebraron elecciones y se crearon instituciones locales, la situación no deja de ser grave. La población, castigada por la guerra, no ve los beneficios de la incipiente democracia y se vuelca hacia un extremismo tribal. La violencia se ha extendido a zonas antes seguras y el cultivo de opio, principal ingreso de los más humildes, subió un 60 % desde 2006.
Además del santuario talibán en Pakistán y el avance terrorista la principal razón que explica la situación en ese país es la falta de coordinación entre los 40 países de la coalición occidental formada en el 2001. Algunos países no comparten los criterios de lucha contra los talibanes y muestran su agobio ante los resultados adversos. Por otro lado, EE.UU. quiere erradicar el cultivo de amapola pero al no lograr substituirlo, termina volcando a la población local hacia la insurgencia.
Es hora de que la comunidad internacional desarrolle una nueva estrategia para Afghanistan. Esta estrategia debería permitirasegurar el apoyo de los diversos clanes tribales volcandolos contra los talibanes. Esto debe hacerse con prontitud en una zona de alta volatibilidad entre los diversos contendientes
El autor es co director del Semanario Comunidades de Buenos Aires
Fuente Natalio Steiner

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