lunes, 20 de mayo de 2013

Judaísmo sin muros

El judaísmo más liberal, el que trata de alejarse del rigor de los ortodoxos, acaba de apuntarse una victoria histórica. Una juez de la Corte de Jerusalén se pronunció a favor de un grupo de mujeres que durante años exige rezar ante el Muro de los Lamentos usando signos de la liturgia que la ortodoxia hebrea entiende como exclusivos de los hombres. Todo esto más allá del hecho puntual de que la Justicia entienda que pueden usar estos símbolos sin ser consideradas por ello unas provocadoras. La sentencia resquebrajó el monopolio de los ortodoxos, que aplican sus normas en el lugar más santo para los judíos y supone el triunfo de aquellos que entienden la religión como un punto de encuentro para la fe, y no una lista de obligaciones y límites. Esto es, la mayoría de la población de Israel. La juez dictó que el hecho de que las «Mujeres del Muro», la ONG que cobija a estas defensoras de la libertad de culto, acudan cada inicio de un mes hebreo al Muro de los Lamentos con estos hábitos supuestamente masculinos «no es una violación de la costumbre local», que es lo que el «Reglamento de Protección de los Santos Lugares» recomienda que se preserve. «La naturaleza de las costumbres cambia con los tiempos», sostuvo la magistrada, por lo que no se puede entender que sea forzosamente la lectura ortodoxa la que deba aplicarse en la explanada del muro. Las mujeres, según los ultraortodoxos, no pueden siquiera cantar sus oraciones, porque su voz es considerada «extremadamente tentadora». En estos años, sucesivas sentencias y reglamentos del ministerio de Justicia avalaron la postura ortodoxa. En ellos mismos se apoyaba la policía para arrestar a las mujeres en cada uno de sus rezos. Así, desde hace casi tres décadas. La juez sentenció que «ninguna ley prohíbe a las mujeres rezar en ningún sitio concreto del Kotel», por lo que podría abrirse la puerta a un rezo mixto, cuando actualmente el muro está dividido en zona de hombres y de mujeres, como si fuera una sinagoga ortodoxa a cielo abierto. «El Muro fue liberado para todo el pueblo judío. Al fin todas podremos expresar nuestra espiritualidad en el modo en que deseemos», afirmó Anat Hoffman, líder de «Mujeres del Muro». «Esta es una fiesta de liberación», añadió. «Lo importante de esta sentencia es que por primera vez indica que todos tenemos el mismo derecho a estar cerca del lugar santo entre los santos del modo que más nos parezca, agregó Hoffman. JUDAÍSMO SIN MUROS De hecho, la sentencia no entra a valorar si las mujeres tienen o no derecho a otra de sus grandes batallas, la lectura ante el muro de la Torá, intocable para el sexo femenino según la ortodoxia. «Vamos paso a paso. Son símbolos para nosotras, pero lo que trasciende es el halo de libertad y de respeto que conquistamos gracias al tribunal», señaló Bonie Riva Ras, miembro de la fundación y una de las mujeres detenidas a principios de este mes sólo por llevar puesto su talit. Bonie fue condenada a permanecer tres meses lejos del Muro de los Lamentos. Ahora su pena fue anulada. «Lo incomprensible es que Israel, que es el Estado judío, no tenga la libertad de expresión suficiente, que este monopolio esté en manos de los ortodoxos. Ellos creen que tienen el derecho a determinar cómo debe ser el judaísmo de todos», denunció la rabina Sandra Kojmann. «Los ortodoxos son sólo una parte de los 15 millones de judíos del mundo y dominan cada paso de Israel. Es hora de que los que no pensamos igual, que somos mayoría, ocupemos nuestro lugar», indicó. A este triunfo en el juzgado se suma otra esperanza, la propuesta de Natán Sharansky, presidente la Agencia Judía de Israel, para construir una sección adicional de muro en la zona sur de la pared, de igual tamaño y naturaleza del que ahora se venera, donde el culto sea totalmente igualitario. Las «Mujeres del Muro» ya emplean este lugar, conocido como «Arco de Robinson», y ofician 800 ceremonias al año sobre un tablado improvisado. Ahora tendrán el espacio abierto las 24 horas, estable, y sin la presión de los ortodoxos. La propuesta tiene el visto bueno del primer ministro de Israel, Binyamín Netanyahu, y del 76% de la población, según una encuesta de la Universidad de Tel Aviv. Shmuel Rabinovitz, el rabino a cargo del Muro de los Lamentos, reconocía que no le gusta la idea pero «podría vivir con ella». Un mal menor, viene a decir. De momento, su equipo de abogados estudia el reciente fallo para ver cómo deben comportarse con las combativas mujeres cuando acudan de nuevo a rezar con lo que él llama «disfraces que insultan al judaísmo».