jueves, 21 de noviembre de 2013
Aventura en el Reino Hachemita
Aventura en el Reino Hachemita
Dr. Gerardo Stuczynski
Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, egresado de la Universidad de la República.
Fue Presidente de la Federación Universitaria Sionista del Uruguay en su etapa de estudiante, y luego en dos períodos no consecutivos, Presidente de la Organización Sionista del Uruguay (OSU).
Premio Herzl 2005 otorgado por la Organización Sionista Mundial. Ex Presidente de la Confederación Sionista Latinoamericana (COSLA), actualmente se desempeña como su Secretario General y es miembro del Ejecutivo Sionista Mundial
En general prefiero emitir opiniones sobre acontecimientos históricos y hechos de la realidad con datos y cifras precisas que los ilustren.
Pero en esta oportunidad, creo que la ocasión amerita que me exprese acerca de sensaciones, por lo que la carga de subjetividad es mayor.
Me refiero a la peripecia celeste en el Reino Hachemita de Jordania. Fuimos privilegiados testigos de uno de los partidos más importantes que la selección uruguaya de fútbol debió disputar en los últimos años. Nos encontrábamos en Israel y decidimos unirnos al numeroso grupo de uruguayos radicados en ese país que cruzó la frontera para acompañar y alentar a su equipo en el vecino país árabe.
Fueron alrededor de 1.000 los compatriotas que concurrieron al cotejo. Para ello debieron realizar múltiples sacrificios. En primer lugar el viaje implicaba perder 2 días laborales en medio de la semana. La frontera permanece cerrada de noche y por eso no se podía ir al partido y regresar luego de finalizado. Aún así, personas de las más diversas edades, ciudades, profesiones y clases sociales dejaron sus ocupaciones habituales para sumarse a la aventura celeste.
Desde el embajador de Uruguay en Israel Bernardo Greiver hasta gente con diferente tipo de vínculo con el país. Naturalmente muchos nacidos en Uruguay, pero también, quienes provenientes del viejo mundo se radicaron en Uruguay y luego emigraron a Israel. Hijos de padres uruguayos a quienes por herencia se les trasmitió esa tradición, muchos de los cuales visitaron Uruguay en algún viaje familiar y otros que nunca lo conocieron. Uruguayos que se encontraban en Israel temporalmente, en algún programa de estudios. Israelíes que se encariñaron con el país por haber desarrollado una actividad comercial o laboral o cumpliendo como emisarios una misión educativa o religiosa, como docentes o rabinos en la comunidad judía del Uruguay, que sintieron que no podían estar ausentes en la ocasión.
En definitiva un grupo numeroso y heterogéneo, se uniformizaba tras el deseo común de presenciar una importante victoria deportiva.
Si bien la demora en la frontera fue extenuante, el trato que recibimos del pueblo jordano fue sorprendentemente amable.
nuestra caravana de ómnibus iba liderada por un vehículo policial, lo cual sumado a nuestras banderas, cánticos y algarabía, hacía que todos los transeúntes y automovilistas notaran que se trataba de hinchas uruguayos. Los gestos y señales hacia nosotros eran de simpatía y si bien muchos pronosticaban con sus dedos un resultado deportivo, (que debo suponer que era a favor de su selección), lo hacían con sonrisas y absoluta corrección.
Fuimos escoltados por fuerzas de seguridad hasta adentro mismo de la tribuna asignada al visitante, en donde había numerosos guardias rodeando ese perímetro. Notamos que la voluntad de las autoridades era evitar cualquier tipo de incidente, a pesar que en ningún momento sentimos la necesidad de un operativo de tal envergadura.
Dentro del estadio el comportamiento de la hinchada local fue ejemplar. Alentaron a su selección estruendosamente pero siempre con respeto, a favor de su equipo y nunca en contra del rival o de sus seguidores.
En otra muestra de consideración hacia nosotros, por los altoparlantes del estadio, los anuncios se hacían en árabe, en inglés y luego en español. ¿Usted se imagina en nuestro Estadio Centenario al locutor hablando en árabe?
Además nuestros jugadores más famosos como Suárez o Cavani, eran ovacionados por los hinchas jordanos. Los periodistas deportivos les pedían sacarse una foto junto a ellos, y como todos saben, en el quinto gol de Cavani, éste fue aplaudido y su nombre vitoreado por los seguidores locatarios.
La tribuna uruguaya era una verdadera fiesta. La alegría del acontecimiento se sumaba a la alegría del reencuentro entre tantos compatriotas, algunos de los cuales no se habían visto por años. Y si a eso le sumamos el histórico y apabullante resultado deportivo, imagine el lector la euforia.
Contrariamente a los pronósticos de muchos jordanos, la abultada cifra de 5 a 0 les fue desfavorable. Pero en gestos a los que no estamos acostumbrados por estos lares, al día siguiente mientras disfrutábamos de una excursión turística por Amán, la gente se nos acercaba para felicitarnos por el resultado obtenido.
Una de las palabras que aprendimos de los pobladores locales es “hamsa” que en árabe significa cinco.