martes, 5 de noviembre de 2013

Un abismo cultural entre Palestina e Israel

Por Jonathan S. Tobin http://www.commentarymagazine.com/2013 cidipal Anoche hubo una gran fiesta en Ramallah. Tal como lo describiera The Times of Israel, el encuentro en la Muqata, las instalaciones de la ciudad del gobierno de la Autoridad Palestina, fue festivo al reunirse la gente para dar la bienvenida a 21 de los 26 asesinos terroristas convictos, liberados por Israel esta semana, como parte del trato que recibieron los palestinos para que aceptaran las conversaciones de paz. Se escuchaban, desde los altoparlantes, canciones, amigos y familiares de las personas liberadas bailaban, y el líder de la AP Mahmoud Abbas tenía sus manos en alto en un gesto de victoria. Por el contrario, el ánimo en Israel era sombrío mientras los parientes de las personas asesinadas por aquellos que eran tratados como héroes en Ramallah, volvían a llorar a sus muertos. The New York Times describió la diferencia entre las dos reacciones como un “abismo emocional” y esto es, de algún modo, verdadero. Un grupo de personas estaba feliz ya que los asesinos fueron liberados, mientras que otros lloraban. Pero la brecha aquí es más que emocional, como el Times pareciera describirlo, un proceso difícil que forma parte del precio que Israel debe pagar para dar una posibilidad a la paz. De hecho, el “abismo emocional” es un indicativo de una amplia división cultural entre estos dos pueblos que explica mejor la ausencia de paz que cualquier otra conferencia sobre historia, fronteras, o refugiados. Dicho simplemente, mientras los palestinos honren a los asesinos, no hay razón para creer que estén dispuestos a poner fin al conflicto. Los informes de la repercusión de la liberación buscaban equilibrar la embarazosa ceremonia en Ramallah al destacar la decisión por parte del Primer Ministro, Benjamin Netanyahu, de autorizar la construcción de 1.500 apartamentos en Jerusalén. No cabe duda que el movimiento fue motivado por un deseo, por parte de Netanyahu, de pacificar la ira de muchos de sus seguidores en relación a la liberación de los terroristas. Incluso miembros de su coalición lo calificaron como cínico, y quizás tengan razón, aun cuando ellos, como la mayoría de los israelíes, no consideran inapropiada la construcción de Israel en vecindarios judíos de 40 años de antigüedad en su capital, que permanecerían en el Estado judío, incluso si hubiera un tratado de paz que creara un estado palestino. Algunos hubieran preferido un congelamiento en la construcción a la desgracia de permitir que liberen a los asesinos de prisión y eso, también, es comprensible. Pero la lección aquí no se trata si Netanyahu está haciendo juegos políticos o la falsa acusación que la construcción en Jerusalén está, de algún modo, obstaculizando la paz. Se trata de que los dos pueblos parecen ser guiados por valores que no sólo están en desacuerdo, sino que representan un abismo entre civilizaciones. El foco del nacionalismo palestino no se basa en el establecimiento de su supuesto estado, convirtiéndolo en un mejor lugar para vivir, o incluso en crear un proceso político que les permitiría expresar sus opiniones con libertad. Nada de esto se pudo ver en Ramallah, mientras un “presidente” que está cumpliendo su noveno año del mandato, de cuatro años de duración al cual fuera electo, hizo todo lo posible por identificar su fortuna política con personas que apuñalaron, dispararon y detonaron a judíos a sangre fría. Abbas lo hizo porque la cultura política de los palestinos venera el derramamiento de sangre como la buena fe esencial de cualquier patriota. Esta es la razón por la cual los terroristas son héroes palestinos más que restos vergonzosos de un pasado violento que, supuestamente, terminó. Exigió, con éxito, la liberación de los asesinos, porque eso es algo que lo hace más popular. Entre los israelíes, existe un debate acerca de la sensatez de los asentamientos de la Margen Occidental incluso cuando algunos pocos disputan el derecho de su país a construir en cualquier parte de su capital. Pero, los israelíes, no tratan a esa pequeña minoría de judíos que cometieron actos de violencia ilegal contra los árabes como héroes. Ellos son castigados, no aclamados. Hasta que ocurra lo mismo con los palestinos, la paz no parece estar a la vista en ninguna parte.