miércoles, 28 de mayo de 2014

Israel sitúa al Parlamento gallego entre sus enemigos extremistas


Xosé Manuel Beiras, ha remitido una carta al embajador de Israel en España, Alon BarXosé Manuel Beiras, ha remitido una carta al embajador de Israel en España, Alon Bar
El Parlamento gallego, y probablemente a su pesar, acaba de abrir un conflicto diplomático con Israel debido a la declaración institucional aprobada la semana pasada, en la que se reconoce el «derecho al retorno» de los palestinos que fueron expulsados de sus tierras tras la guerra que siguió a la creación del Estado israelí, en 1948. El embajador de Israel en España, Alon Bar, no pasó por alto esta resolución y, a través de una carta, expresó su protesta enérgica por considerar que con el acuerdo refrendado de forma unánime por PP, PSdeG, AGE y BNG, la Cámara autonómica «se une a los peores y más extremistas enemigos de Israel» que solo buscan la «desaparición» del Estado hebreo.
 Es el segundo año consecutivo que los grupos políticos representados en O Hórreo promueven una resolución institucional sin debate ni votación, aunque respaldada por todos, de apoyo a la causa palestina coincidiendo con la conmemoración del Nakba o éxodo palestino, que se recuerda cada 15 de mayo, hoy mismo, por ser el día en el que culminó la primera ofensiva de la milicia sionista que dio lugar a la declaración del Estado de Israel por Ben Gurión.
Resoluciones de la ONU
La escueta declaración del Parlamento, de cinco puntos, se limita a reclamar de la comunidad internacional que exija al Gobierno hebreo el cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, y el «respeto absoluto de los derechos humanos» de los palestinos, así como de sus derechos colectivos. Reconoce también -y este es el punto más controvertido- el «derecho al retorno de las personas e comunidades a las tierras y casas de las que fueron expulsados», exigencia amparada en las resoluciones de la ONU, pero de la que se desentiende Israel por considerar que sería una especie de suicidio nacional y el fin del sueño expresado históricamente por el pueblo judío a tener su propio lugar en el mundo.
El embajador israelí en Madrid, Alon Bar, reaccionó al acuerdo parlamentario remitiendo cartas de protesta a la presidenta de la Cámara, Pilar Rojo, así como a los portavoces de los grupos políticos gallegos y responsables de los partidos, como Dolores de Cospedal, secretaria general del PP.
En la misiva transmite su «sorpresa» por la declaración institucional aprobada por el pleno el pasado 6 de mayo, entre las que figura el reconocimiento al derecho al retorno de los palestinos desplazados. «Con esta exigencia -dice el embajador-, el Parlamento de Galicia se une a los peores y más extremistas enemigos de Israel». Y agrega que, con dicha resolución, la Cámara se sitúa «fuera del consenso de la Unión Europea sobre los parámetros del futuro acuerdo de paz entre los palestinos y los israelíes», así como de las posiciones defendidas por sucesivos gobiernos de España.
El precedente de Oleiros
No es la primera que el Estado de Israel mantiene posturas encontradas con algunas instituciones gallegas por el apoyo a algunas reivindicaciones del pueblo palestino. En el 2004 fue el Concello de Oleiros el que lanzó una intifada simbólica contra Israel cuando su alcalde, García Seoane, promovió una campaña publicitaria en la que calificaba de «bestia» al entonces primer ministro Ariel Sharon. Dicha campaña desató la furia del país hebreo y obligó al ministro Moratinos a desautorizarla. Desde aquel episodio, Galicia siempre proclamó su amistad con Israel condenando cada año en el Parlamento el Holocausto nazi de los judíos.

Política exterior gallega

El conflicto pseudo diplomático con Israel, que ha montado en cólera por un acuerdo del Parlamento en solidaridad con el pueblo palestino (por cierto, también ha condenado en otras ocasiones el Holocausto) pone el foco sobre la verdadera cuestión: ¿Debe un parlamento autónomo tomar posición en conflictos fuera de sus fronteras, cuando no tiene competencias en política exterior? Lo prudente sería dejar estas cosas para el Estado, que ya se encargará de, llegado el caso, llamar a consultas a sus diplomáticos. En O Hórreo deberían volcarse en los problemas domésticos, en las antípodas de las Intifadas. Dicho esto, el señor embajador de Israel no ganará, al menos no este año, la Medalla de Oro de Galicia.



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