Portada de los diarios de mayor tiraje en Israel
Israel Hayom (izq.) y Yediot Ajaronot, cabeza a cabeza. El primero incluye en tapa, abajo sobre fondo rojo: “Se cayó la máscara de la cara de Noni Mozes” (editor de Yediot, su archienemigo y competidor).
No me gusta Israel Hayom, a pesar de ser uno de sus lectores, más por comodidad -y por deber profesional, claro- que por adhesión ideológica. Pero la nueva propuesta de ley de limitar el modelo del “jinamón”, el diario de distribución gratuita, destinada a perjudicarlo para salvar a otros diarios, específicamente Yediot Ajaronot, me deja una sensación incómoda.
Israel Hayom fue creado en 2007 por un empresario judío norteamericano, Sheldon Adelson, quien no necesita de los ingresos del diario para sobrevivir. Adelson es dueño de la empresa Las Vegas Sands, que posee mega hoteles y casinos en Las Vegas, en las islas Macao de China, en Singapur y en Vietnam. La revista Forbes calculó su riqueza en 39.900 millones de dólares. Es multimillonario, y es amigo de Biniamín Netanyahu.
La ley propuesta determina que un diario podrá ser gratuito en su primer año, luego del cual deberá cobrar aunque sea una suma simbólica. En las razones de la ley, se expresa que, de lo contrario, se pone en peligro a otros diarios que sí cobran sus ejemplares, cuestionando de hecho la libertad de expresión en Israel.
En 2010, la fallecida diputada Marina Solodkin (Kadima) había elevado una propuesta similar, que no prosperó. Este nuevo intento es presentado por diputados de la oposición (Avodá, Shas) y también del oficialismo (Iesh Atid, Habait Hayehudí), con lo cual tiene más posibilidades de ser aprobada. Netanyahu se opondrá, y lo seguirán seguramente todos los diputados del Likud.
Israel Hayom es un diario de buena factura profesional, que cubre todas las áreas de la información, escrito en lenguaje moderno y sintético, compacto y legible en lo que dura el viaje en tren o autobús, adaptado a la era del smartphone, el whatsapp y la atención dividida. A nivel editorial, es: democrático republicano, secularista, anticorrupción, adherente al Likud en todas sus posturas, y fanático de Biniamín Netanyahu en lo personal. Por eso, la guerra que le hizo el diario a Ehud Olmert le calzaba como guante: Olmert es corrupto, y es rival de Bibi.
La Guerra de los Mozes
El problema de Israel Hayom, periodísticamente hablando, es su excesiva editorialización en los titulares. Israel Hayom no titula: hace campañas. Ante cada situación que toca a su agenda, el diario tomará alguna declaración que va en su mismo sentido y la amplifica a gritos. Por ejemplo, ante nuevas condiciones palestinas para continuar las negociaciones, Israel Hayom titulaba: “Abu Mazen demostró: No quiere la paz”. Más pequeño, más arriba, anteponía: “Ira en Jerusalén:”. O sea, no importa quién lo dijo: de hecho, la frase pasa a ser del diario.
Otro ejemplo, la intención de la Fiscalía de pedir 6 años de prisión efectiva para Olmert le valió el titular a toda página: “La Fiscalía: Por lo menos 6 años de prisión”. Periodísticamente no hay noticia, pero una mera “intención” es suficiente para Israel Hayom, mientras se ajuste a su campaña contra Olmert. Último ejemplo, esta vez por omisión: nunca, pero nunca, habrá un titular o siquiera una noticia pequeña que cubra los repetidos escándalos domésticos que involucran a la primera dama, Sara Netanyahu. No importa si son reales u orquestados, como denuncian en el oficialismo: para Israel Hayom, el tema no existe.
La guerra entre Israel Hayom y Yediot ya alcanza ribetes cinematográficos. Las relaciones entre Adelson y Noni Mozes (editor de Yediot) son de enemistad abierta, al punto que Israel Hayom ha inaugurado hace ya un tiempo su sección: “El Imperio del mal de Noni Mozes”. Ahora se suman lobbies, intrigas y conspiraciones en las altas esferas de la Knesset y el gobierno. Lo único que le falta para ser llevado a la pantalla grande es un asesinato, y cartón lleno.
Hace poco, Israel Hayom se adjudicó el ser el diario de mayor tirada salvo la edición de los viernes, que sigue siendo bastión de Yediot. Pero no tan rápido. La última medición de TGI (empresa de investigación del mercado mediático) para 2013, les adjudicó un empate: 37,7% de exposición a cada cual.
De la libertad de prensa a la libertad de empresa… y viceversa
Lo que es cierto, es que la aparición de Israel Hayom pone en problemas comerciales a Yediot, y entonces surge un debate que no es nada fácil de resolver para un lado u otro. La pregunta que se plantea en primera instancia es: ¿puede el señor Adelson, un empresario no israelí, con claras intenciones político-personales, hacer lo que hace? ¿Puede interferir en el mercado periodístico de otro país para hacerle el favor a un amigo?
El problema es que la pregunta podría plantearse al revés: ¿por qué no? Si lleváramos el debate, de esta situación puntual a una más general, incluso filosófica, ¿es la libertad de expresión un derecho de algunos o de todos? ¿Por qué no podría, una persona que cuenta con los recursos, abrir un diario en la parte del mundo que lo desee, y decidir el modelo de negocio que se le dé la gana? ¿Puedo taparle la boca a un diario porque no se ajusta a mi ideología y porque perjudica comercialmente a otro diario? Y si hablamos de legislación, ¿no debería ser ésta universal, en el sentido de no estar destinada a resolver un problema coyuntural? O sea: ¿qué pasaría si surgiera un diario gratuito hecho con capitales locales, que estuviera justo en el centro del mapa político, que no tuviera intereses personalistas, en fin, que no fuera posible acusarlo de nada malo, y que facilitara el acceso de las masas a una información fidedigna? En suma, ¿es legítimo dictar leyes para perjudicar a un solo medio de comunicación?
Si Israel Hayom hace campaña, recordemos que cada diario tiene (y puede tener) su línea, y que sin ir más lejos, Haaretz también lo hace, aunque algo menos vulgarmente, y de signo contrario. Pero Haaretz no amenaza comercialmente a Yediot, y esa es toda la historia.
¿Deberíamos aplicar aquí la inmortal frase de Voltaire? “No estoy de acuerdo con lo que dice, pero me pelearía para que usted pudiera decirlo”, dijo el filósofo francés, inaugurando una era. Una cosa es que no seamos ingenuos: entiendo que no hay libertad de prensa sino libertad de empresa. Pero otra bien diferente es tapar la boca de unos para defender la empresa de otros.
¿O deberíamos aplicar el criterio “nacional y popular”, impidiendo que capitales extranjeros vengan a desequilibrar el pequeño mercado local, influyendo de paso, y de modo tan decisivo, en la opinión pública israelí? ¿Qué haremos con los empleados de Yediot Ajaronot si cierra? ¿Y qué haremos con los de Israel Hayom, que también son laburantes israelíes, si el diario pro-Bibi cae derrotado?
El que esté libre de toda tendenciosidad, que lance su primera piedra de sabiduría, y resuelva este dilema.
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