EL TELEGRAFO 11/1/09
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Israel y Palestina, una encrucijada sin fin
Analistas de política internacional explican en qué radica el conflicto entre árabes y judíos
Un altoparlante informa a las personas que trabajan y viven en el kibutz (comuna agrícola israelí) que deben refugiarse, pues los satélites han detectado que morteros caerán en esa zona.
Enseguida, los habitantes de la comuna proceden, en dos minutos, a ponerse a buen recaudo, entre ellos, el ecuatoriano Marco Acosta, de 19 años, quien vivió este tipo de experiencia hace poco, el pasado 8 de enero.
Vía telefónica desde Israel, el joven cuenta que todos corrieron hacia los subterráneos o casas blindadas que hay en el kibutz de Ein Hashlosha, ubicado a tres kilómetros al sureste de la franja de Gaza, zona donde Israel empezó -el pasado 27 de diciembre- su operación armada Plomo Fundido, tras el fin de la tregua (19 de diciembre) que mantenía con el grupo islamista Hamás, partido que tiene el control de Gaza.
Desde entonces, los bombardeos han sido continuos en la franja de Gaza y han dejado, hasta el momento, cerca de 800 muertos y 3.120 heridos. Aproximadamente veinte israelíes también han fallecido en las hostilidades y decenas han resultado heridos.
“Es súper difícil vivir así. Toda la gente quiere paz. Hay noches que me ha tocado dormir en un refugio, por ello tengo siempre lista una maleta. Es duro”, lamenta Acosta.
Así han transcurrido las dos últimas semanas para el joven, quien el 25 de septiembre de 2007, decidió darle un nuevo rumbo a su vida al viajar a Israel para cumplir su sueño de conocer este país, atraído por sus costumbres y cultura.
Primero Acosta trabajó como voluntario en un campo de papas en el kibutz, donde vivió una triste experiencia. Su amigo, también ecuatoriano, Carlos Mosquera, murió, hace casi un año, por un ataque de francotiradores palestinos. Desde ese momento, las cosas cambiaron para él. El ecuatoriano, quien ahora trabaja en una fábrica de carpetas, siente miedo. “A veces escucho los tanques y cañones súper fuertes de ambos lados. Pero sigo, porque me siento bien aquí”.
Para el joven, el conflicto actual le crea un descontento grande, pero saca sus propias conclusiones. “Israel intentó dialogar con Hamás, pero la agrupación nunca ha querido llegar a un acuerdo”.
Pero ¿cuál es realmente el origen de este conflicto?
Más allá del tema histórico, el enfrentamiento entre Israel y Palestina radica en que los palestinos quieren un Estado independiente, libre de la ocupación israelí, que viene desde hace seis décadas, con la creación del Estado de Israel en 1948, señala Pedro Brieger, catedrático de sociología del Medio Oriente de la Universidad de Buenos Aires.
En este sentido, Brieger destaca que Israel ha demostrado que no está dispuesto a que Palestina sea un Estado independiente, porque cuando se plantea el acuerdo de paz entre ambas naciones, este se torna inviable.
Para Brieger, quien es autor de varios libros sobre Medio Oriente, entre ellos “Qué es Al Qaeda”, el tema sobre a quién le pertenece el territorio de Palestina es complejo en lo político y en lo histórico, ya que mientras “los israelíes dicen que desde siempre estuvieron ahí y que hay un mandato divino que les entregó esos territorios; los palestinos, por el contrario, aseguran que ellos vivieron ahí por generaciones y que los israelíes llegaron a quitarles sus territorios”.
Palestina no existe en la actualidad como Estado independiente. En 1947, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó la división de Palestina en dos estados, uno árabe y otro judío (Estado de Israel), que fue rechazado por los musulmanes, quienes sin éxito iniciaron ataques y protestas para expulsar a los israelíes, que lejos de abandonar su posición fueron adentrándose más en el territorio palestino hasta reducirlo a lo que hoy es Cisjordania y la franja de Gaza.
En 1993, ambas naciones declararon un cese a las hostilidades y firmaron el Acuerdo de Oslo, con lo cual se comprometieron a la creación de un Estado palestino independiente que hasta la fecha se ha concretado, señala el analista. Y agrega que Israel mantiene un dominio sobre territorios palestinos en Cisjordania y en la franja de Gaza, que están separados. “Los palestinos viven encerrados en su propio territorio. El que vive en la franja de Gaza no puede viajar a Cisjordania porque Israel se lo impide”.
Julián Schvindlerman, máster en Ciencias Sociales de la Universidad Hebrea de Jerusalén, por su parte, opina que Israel ha respondido a una provocación del grupo islámico Hamás y que para entender dicha acción, solo hay que hacer una retrospectiva histórica.
Cuando Israel inició su retirada unilateral del territorio de Gaza, en 2005, al poco tiempo Hamás tomó el poder de la franja a partir de su triunfo en las elecciones legislativas, en 2006, y empezó una ofensiva contra el pueblo judío.
“Desde ese año hasta ahora, Hamás ha disparado cohetes contra la población israelí y previo a una respuesta, el Estado de Israel lo que hizo fue pedirle a la Autoridad Nacional Palestina -incluso a la comunidad internacional- que intervenga diplomáticamente, pero Hamás no cesó sus ataques y como finalmente el diálogo no funcionó, ahora hay esa respuesta militar que todos conocemos”, menciona.
Schvindlerman es pesimista al referirse a una posible solución al actual conflicto y señala que Israel no puede ceder a un alto al fuego, que imponga su retirada de Gaza, sin garantizar que Hamás suspenda sus ataques. “Si lo hace, lo que lograría es asegurar una repetición de esta guerra a corto plazo. Es por eso que, con el apoyo de Estados Unidos, exige que Hamás cese el fuego y dé una garantía de que no continuará atacando al pueblo israelí”.
Ante esto el analista, autor del ensayo “Tierras por Paz, Tierras por Guerra”, destaca que “el artículo 51 de la carta de la ONU reconoce el derecho de defensa de un Estado bajo ataque, con lo cual Israel no está actuando fuera de la ley internacional”.
Schvindlerman agrega que, desafortunadamente, se registrarán más bajas civiles durante el conflicto, incluso bajo las líneas árabes, debido a los métodos de guerra de Hamás, “que ataca desde las escuelas, usa el laboratorio de la universidad para fabricar bombas y usa a los civiles como bombas humanas”.
Para Pedro Brieger, la división de los territorios palestinos en dos partes también ha llevado a una separación interna de la nación: una controlada por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que apoya al movimiento Al Fatah, encabezado por el presidente Mahmoud Abbas en Cisjordania, y la otra parte, Gaza, bajo el poder del movimiento islámico Hamás, que debilita la posición de los negociadores en su diálogo con Israel.
Brieger explica que la OLP es una organización laica que dice estar dispuesta a reconocer la existencia del Estado de Israel y conformarse con un estado en la franja de Gaza y Cisjordania, pero Hamás, que responde a los líderes políticos del Islam, rechaza esa propuesta política y dice que toda Palestina le pertenece. “Es un gran obstáculo en la negociación”, acota.
Sin embargo, el catedrático señala que el conflicto interno de Palestina se agrava más cuando el pueblo ve que la OLP no ha logrado aún la creación del Estado palestino, lo que ha hecho que Hamás gane más fuerza.
El ecuatoriano Eduardo Álvarez González, máster en política internacional y especialista en Medio Oriente, coincide con Brieger y señala que la división política de Palestina es una de las mayores dificultades para alcanzar un acuerdo de paz entre ambas naciones.
No obstante considera que “el reconocimiento del Estado de Israel para dar un hogar a quienes sufrieron el holocausto, no puede ser con el despojo y el dolor de los palestinos”.
Brieger considera que mientras continúen los ataques es mucho más difícil negociar. “La muerte de tantos civiles del lado palestino va a provocar más odio y aleja cualquier posibilidad de negociación”, dice Brieger tras sentenciar la “tibia” actuación de los organismos internacionales frente al conflicto armado. “Como dijo el presidente de Brasil, Lula da Silva, la ONU no sirve si no puede impedir que Israel continúe bombardeando la franja de Gaza”.
Diana Auz/Mónica Álvarez
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