lunes, 2 de marzo de 2009

La política del silencio de los corderos


Por el momento, no hay gobierno de unidad nacional. La reunión entre Livni y Netanyahu del último viernes estaba destinada a fracasar y así sucedió. Livni tiene sus razones, “un gobierno que no acepta el principio de dos estados para dos pueblos nos lleva a un callejón sin salida”. Netanyahu también tiene sus razones, “es el momento de la unidad, los peligros son enormes (Irán, Hamás, economía) y las motivaciones de Livni parecen ser un revestimiento ideológico para cubrir intereses personales”. Y mientras todo esto sucede… un preocupante silencio se impone sobre los diputados de ambas agrupaciones.
Unos, en Kadima, desean entrar a un gobierno de unidad pero temen oponerse a la posición de Livni quien es; al fin de cuentas; quien designará a los ministros si al final Kadima entra en la coalición. Los otros; desde el Likud; podrían llegar a aceptar un principio como el exigido por Livni pero al declararlo en voz alta perderían al bloque nacionalista y en ese caso, volverían a ser 28 diputados para Kadima contra 27 del Likud.
Los analistas políticos del Canal 1 de la TV israelí detallaban el contenido de la entrevista entre Livni y Netanyahu. Mientras Tzipi Livni condicionaba la conformación de un equipo negociador a una declaración clara por parte del Likud que aceptaba el principio de dos estados para dos pueblos, Netanyahu le pedía aclaraciones (a Livni) sobre el contenido de esta declaración: ¿estarías dispuesta a darles un aeropuerto?, ¿estarías dispuesta a permitirles firmar un pacto con Irán?, ¿estarías dispuesta a permitirles un ejército?... porque cuando uno acepta conceder un estado, condicionarlo luego resulta más problemático, concluía Netanyahu. Livni no respondió a estas preguntas, afirmaban desde el Canal 1.
Netanyahu parece tener razón. “Tzipi Livni no renunció a la idea que ganó las elecciones y exige rotación en el poder”. ¿Dónde estaba escondida la condición de “dos pueblo para dos estados” cuando Kadima cortejaba al partido de extrema derecha Israel Beiteinu?
Tzipi Livni también tiene razón. “Netanyahu y el Likud no están dispuestos a despedirse de su alianza con la extrema derecha y los religiosos. El Likud dice que su prioridad es Kadima pero teme romper con la derecha por si termina necesitando sus votos. Si Kadima es prioridad, Netanyahu no puede pretender comprar a ese partido únicamente con ministerios y una promesa de cooperación total sino que debe renunciar y declarar políticas consensuadas”.
Kadima es un partido político “Realista”. No Realpolitik. Kadima fue creado y conformado a imagen y semejanza de su líder fundador Ariel Sharón. El “rey” decide e impone según los estatutos. Hoy, la que impone las reglas es Tzipi Livni y por lo tanto los diputados del partido aceptan en silencio la decisión de forzar al partido a la oposición cuando muchos de ellos reclamarían entrar en un gobierno de unidad nacional. Los más notables de estos personajes son Dalia Itzik y por supuesto, el número 2 del partido Shaúl Mofaz.
Netanyahu intentó convencer a Livni de unirse a su gobierno: le propuso escribir juntos los lineamientos del próximo gobierno, congeló las negociaciones con las otras agrupaciones políticas, le ofreció a Kadima dos de los cuatro ministerios principales (podrían elegir entre Relaciones Exteriores, Economía y Seguridad) y partición en partes iguales de los ministerios del próximo gobierno.
Livni le respondió que “dos estados para dos pueblos” no es un mensaje vacío para ella, exige ponerse de acuerdo (antes de formar el gobierno) en la reforma en el sistema de gobierno sin que los partidos políticos pequeños tengan derecho a veto y por último, pide una solución válida para los matrimonios civiles en Israel.
El “silencio de los corderos” también dice “presente” en el Likud. Mientras algunos se quejan de las exigencias de Kadima, nadie dice demasiado sobre otras exigencias. Avigdor Liberman y el partido Israel Beiteinu piden con vehemencia el Ministerio de Relaciones Exteriores o de Seguridad, el Ministerio de Seguridad Interna y que el Ministro Daniel Fridman continúe en su cargo al frente de Justicia. Existen diputados en el seno del Likud que rechazan que Liberman tenga acceso a los ministerios que tienen el control sobre la imposición de la ley. Por el momento, no dicen nada… temen perder a la única agrupación política que les asegura conformar un gobierno aunque sea estrecho y basado en la extrema derecha.
Y si alguno de ustedes se pregunta: ¿En dónde está Ehud Barak y el partido Laborista en todo esto? Ah.. Ellos también se callan. Bueno… dicen algunas cosas. Los diputados dicen que ha llegado el momento de emular al Likud (2006-2009) y recomponerse desde la oposición. El único “cordero” que se calla es Ehud Barak. Barak desea mantener su cargo al frente del Ministerio de defensa y la verdad es que la entrada del Laborismo en el gobierno de Israel y su permanencia al frente de la Defensa serían dos excelentes noticias para Israel. Mientas tanto, Barak no declara a viva voz lo que es evidente. Por el momento… Barak simplemente repite una y mil veces que “el peligro de Irán es un tema inminente y que la unidad es imprescindible para hacer frente a los peligros”.

Lamentablemente para Barak y para Israel… su partido recibió solamente 13 mandatos. De recibir unos 3 diputados más, en vez de sufrir con este “silencio de los corderos”, Israel ya estaría planificando las estrategias conjuntas para enfrentar y superar todas las crisis que tiene por delante. Por Gabriel Ben-Tasgal para Guysen International News

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