domingo, 26 de enero de 2014

La muerte de la opción militar contra Irán‏

Ahora, tras la muerte de la opción militar contra Irán, el Primer Ministro israelí debe comenzar a diseñar una nueva visión estratégica. Aun si no está dispuesto a reconocerlo, Netanyahu entiende que la opción de un ataque a Irán se evaporó. Tratándose de un político realista también entiende que se incrementaron las posibilidades que Irán finalmente pueda equiparse de armamento atómico. Por lo tanto, Netanyahu debe abandonar la política de atemorizar y la retórica del holocausto para ofrecer otra perspectiva a los ciudadanos de Israel. El premier israelí debe aclarar a su población que armamento atómico en manos de Irán no presagia el fin del sueño sionista y ellos no tienen que apurarse y largarse de Israel en el momento que quede claro que Irán dispone de la bomba atómica. Por otra parte, Netanyahu necesariamente debe comenzar a definir las líneas de la política que Israel tiene que adoptar frente a un Irán atómico. En ese contexto, Netanyahu debe compenetrarse de la experiencia norteamericana cuando vacilaron sobre la misma temática en la década del 60. John Kennedy estructuró su campaña presidencial bajo la sombra de amenazas atómicas soviéticas. A sus prosélitos les prometió que inmediatamente con su arribo a la Casa Blanca, él se encargaría de la construcción de refugios antiatómicos para toda la población y aceleraría el desarrollo de sistemas de defensa contra misiles nucleares. Con el transcurso de unos pocos meses Kennedy entendió que éste no es el camino apropiado. El Estado no es capaz de soportar el desproporcionado costo de construir estos refugios para todos los ciudadanos de EE.UU. De todas maneras, no serian efectivos en caso de un ataque atómico repentino. El desarrollo de sistemas de defensa en contra de misiles soviéticos lo abandonó su sucesor Lyndon Johnson, después que su ministro de defensa Robert Mc Namara le convenciera que frente a misiles atómicos incluso el más eficiente sistema de defensa no ayuda mucho. Esto se debe a que ninguna defensa se la puede considerar totalmente hermética y es suficiente con que unos pocos misiles la esquiven para que el precio de su impacto fuese insoportable. El resultado fue diseñar una nueva política basada en la disuasión mutua. Pareciera que los principios y los argumentos sobre los cuales se basó la política que consolidó el gobierno norteamericano cinco décadas atrás, son relevantes también al caso israelí-iraní en este nuevo siglo. Desde el momento en que quedó claro que no se puede controlar ni limitar la magnitud de una guerra atómica, y si se desata de todas maneras se convertiría en una guerra total sin que nadie se pueda adjudicar la victoria, entonces lo único que resta es la disuasión. Esto es lo que evitara el uso, o incluso la idea del uso, del poder atómico. El aspecto central de la concepción de la disuasión mutua fue el abandono de los sistemas de defensa. El significado de esta renuncia es la adopción de normas de pensamiento en contradicción al instinto de auto protección básico del ser humano. Así se captó el argumento de Mc Namara, que EE.UU se auto expone a una destrucción segura y total, pese a que dispone de la tecnología que le permite desarrollar y alistar sistemas de defensa que intercepten misiles soviéticos. Como era de suponer, estas ideas fueron recibidas con una vigorosa oposición del alto mando militar y de los jerarcas de la industria bélica. El paso de los años otorgó la razón a Mc Namara. Nosotros no tenemos nuestro Mc Namara que presione al gobierno y su cabecera en el planteamiento sobre la política que Israel debe adoptar si fracasan todos los intentos de detener el programa nuclear iraní. Éste es el motivo por el cual invertimos billones en el desarrollo de sistemas de defensa, como por ejemplo el Arrows, que lamentablemente dejaran de ser relevantes en el momento en que nos amenacen con ataque atómico. Debemos tener claro que inclusive el sistema Arrows-3, tan eficiente como lo fuese, no es capaz de ofrecer una defensa hermética frente a misiles iraníes. El precio del impacto de un solo misil atómico o dos en el gran Tel Aviv sería insoportable. Netanyahu debe comprender que la opción militar en contra de Irán murió, debe dejar de amedrentarnos y simplemente cambiar disquete. Fuente: Haaretz