jueves, 30 de enero de 2014

La propuesta de Obama sobre Irán, más débil que la de la ONU

Fuente: El Med.io Por Richard Grenell 27/1/14 La propuesta de Ginebra que el presidente Obama presentó a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en virtud de la cual se permite a Irán enriquecer cierta cantidad de uranio, viola resoluciones anteriores de la ONU en las que se exigía que la República Islámica interrumpiera toda actividad de enriquecimiento de uranio. Para evitar incumplir resoluciones vigentes, los miembros permanentes deben solicitar que todo el Consejo de Seguridad vote a favor de reducir y reemplazar sus propias exigencias anteriores. Las cuatro rondas de sanciones de la ONU a Irán, por las que se luchó arduamente, y otras resoluciones a las que se exigía conformidad, requerían una suspensión total de toda actividad de enriquecimiento, incluida la de investigación y desarrollo, y, a continuación, la completa verificación de que esa suspensión se había producida antes de que se iniciaran las negociaciones para una solución diplomática permanente. Esa secuencia de acontecimientos era estratégica: estaba diseñada para aumentar la confianza internacional en un país hermético con un pasado lleno de engaños. Pero, en Ginebra, el presidente Obama saboteó todo el trabajo previo y abandonó el escepticismo. Ofreció a Irán negociaciones diplomáticas sin tener que cumplir las exigencias de la ONU. Su oferta incumplía resoluciones vigentes del Consejo de Seguridad al permitir que la República Islámica se saltara la suspensión, completa y verificada, antes incluso de que las negociaciones comenzaran. Obama cedió aún más ante los iraníes accediendo a un acuerdo que los recompensaba con levantamiento de sanciones y otros beneficios sin obtener contrapartidas previas por parte de Irán. Al confiar en que detendrían sus actividades secretas de enriquecimiento de uranio y que, posteriormente, se presentarían limpios ante los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Obama demuestra su ingenuidad. Las exigencias previas del Consejo de Seguridad eran claras: Requiere, en este contexto, que Irán suspenda toda actividad relativa al enriquecimiento y el reprocesamiento, incluida la de investigación y desarrollo, lo que será verificado por el OIEA. Manifiesta su convicción de que tal suspensión, así como un cumplimiento completo y verificado de las exigencias establecidas por la Junta de Gobernadores del OIEA, contribuiría a una solución diplomática y negociada que garantizara que el programa nuclear iraní tiene exclusivamente fines pacíficos; destaca la voluntad de la comunidad internacional de trabajar positivamente en pos de tal solución; anima a que Irán, al cumplir con los requerimientos anteriormente mencionados, se vuelva a incorporar a la comunidad internacional y al OIEA, y hace hincapié en que ello sería beneficioso para los iraníes. El presidente Obama ha debilitado y promovido a la ONU al mismo tiempo. Sus ideas esquizofrénicas han destruido la credibilidad del Consejo de Seguridad al exigir que se emplee este organismo internacional para luego no usarlo él. Su política exterior, en general, es maniaca y nauseabunda y subraya su fracaso a la hora de desarrollar una verdadera estrategia de seguridad nacional. Nuestros amigos no pueden contar con nosotros, y nuestros enemigos no nos temen. Los líderes mundiales reconocen que el presidente está improvisando sobre la marcha en Oriente Medio, lo que queda muy lejos de su discurso de El Cairo. Hoy, sus inconsistencias respecto a Siria e Irán suponen una decepción, dramática y emotiva, frente a sus elevados discursos. El candidato Obama ridiculizó al presidente Bush por no obtener suficiente apoyo internacional para la guerra de Irak en la Resolución 1441; el presidente Obama no logró que Rusia respaldara su política siria. El candidato Obama prometió que el puesto de embajador estadounidense ante Naciones Unidas pasaría a formar parte del Gabinete; el presidente Obama dice que las resoluciones de la ONU son palabras vacías. Lo que se dice públicamente nunca es una política real. Es como descubrir que Ryan Seacrest odia la música. La doctrina Obama es la primera estrategia presidencial de la historia que trata exclusivamente de comunicar política, no de ponerla en práctica; su lema parece ser “tuitea con una fuerza aplastante”. Obama ha creado un nuevo mundo en el que los países ignoran a Estados Unidos sin que haya consecuencias. Es algo tan malo que Arabia Saudí ni siquiera quiere formar parte del Consejo de Seguridad junto a Estados Unidos porque eso podría hundir su reputación. Hace que uno añore los días en los que el presidente Bush era criticado clara y contundentemente por los demócratas y los medios por decir que Naciones Unidas necesitaba urgentemente una reforma. El mundo ha visto cómo Obama decía una cosa y hacía otra en Egipto, en Libia y en Siria. Si bien defender los derechos humanos en otros países es importante, defender nuestra propia seguridad es crucial. Cuando se trata de Irán, no debemos aceptar las inconsistencias y debilidades de Obama. Debemos exigir que deje a un lado su incesante introspección y sus cálculos políticos personales. No podemos permitirnos su confianza en Irán.