miércoles, 5 de febrero de 2014
Claude Lanzmann: Poniendo las Cosas en Claro
Claude Lanzmann:
Fuente: The Jerusalem Post- Traducido por Marcela Lubczanski especialmente para el blog de OSA Filial Cordoba
por ADÉLIE POJZMAN-PONTAY
26/1/14
Un personaje oscuro, escandaloso pero intrigante de la Segunda Guerra Mundial, Benjamin Murmelstein, el ultimo presidente del Consejo de los Ancianos en el gueto de Theresienstadt, parece ser el paso final en la larga busqueda de Claude Lanzmann para tratar de comprender el Holocausto.
Siete peliculas mas tarde, "El Ultimo de los Injustos" parece ser la pieza final del rompecabezas. Filmada en 1975 en Roma, la serie de entrevistas que Lanzmann condujo con
Murmelstein fueron los primeros pasos en el largo camino que llevaria a su documental famoso mundialmente de nueve horas, Shoah. Pero el testimonio de Murmelstein fue muy locuaz, muy pesado en si mismo para ser agregado a la pelicula final. Alli quedo, alejado durante 40 años, las largas horas de entrevistas y la increible historia de Benjamin Murmelstein.
Es una experiencia desconcertante observar la pelicula de cuatro horas "El ultimo de los Injustos."
Antes que aparezca en pantalla Murmelstein, es presentado 20 minutos de contexto historico. El campo de concentracion "modelo" que fue imaginado por Eichmann es descripto gracias a las mismas palabras de Murmelstein, leidas por Lanzmann de su libro de 1961 "Terezin, el gueto modelo de Eichmann."
Lanzmann, quien tenia 50 años en la epoca, hace una investigacion incisiva en la historia de un hombre odiado por muchos, considerado un traidor a su pueblo, a quien Guershom Scholem queria colgado. El tono del entrevistador cambia durante la pelicula, del de un fiscal al de un amigo, abrumado y estupefacto por lo que escucha.
A diferencia de su hesitante yo de 50 años, el director de 88 años que trajo la pelicula a la vida tiene una clara agenda en mente.
“Me atrevi a lidiar con un tabu israeli y a rehabilitar a un hombre, a limpiar el nombre de Benjamin Murmelstein, maldecido injustamente,” dijo Lanzmann en su discurso introductorio en el estreno de la pelicula en el Teatro Jerusalem la semana pasada.
El publico esta incomodo y murmura. No es la pelicula enjuiciadora que cualquiera habria esperado, sea en Israel o en otro lado. Llenos de prejuicios historicos y morales, los espectadores no pueden evitar preguntar si Lanzmann no ha sido golpeado por la senilidad.
Pero, a medida que se desarrolla la pelicula, uno tiene que admitir la complejidad de los acontecimientos que cuenta Murmelstein, la vision historica a menudo parcializada y sobresimplificada conque uno es alimentado y en que confia.
Mientras el relata la complicada cadena de acontecimientos que tuvieron lugar entre 1938 y
1945, sobresale una concientizacion: la historia, como la imaginamos, como una fuerza juzgadora y obligatoria, es realmente formada de una infinidad de anecdotas individuales.
Como entender el cuadro mayor cuando todas esas micro-historias son borradas por una narrativa mayor? Como juzgar a un hombre al que, hasta ahora, nunca se le habia dado la oportunidad de defenderse? Como juzgar a un hombre con sensibilidad cuando los horrores perpetrados durante el Holocausto requieren un culpable? Murmelstein, el unico miembro sobreviviente del Consejo de los Ancianos, ultimo presidente en Theresienstadt, a quien le fue negado el derecho a testificar en el juicio de Eichmann, era el objetivo perfecto.
Mientras la historia tiende a dibujar una caricatura en blanco y negro, el testimonio de Murmelstein trae de regreso las muchas sombras de gris de las situaciones de doble union con las que se enfrento.
“Un Sancho Panza, un realista pragmatico,” asi se describe en la pelicula, señalando los muchos matices que incorpora su historia.
A Lanzmann, quien pregunta por su obsesion con la organizacion, por su relato que parece privado de toda emocion, Murmelstein responde: “Si un cirujano comienza a llorar por su paciente en la mesa de operaciones, lo mata."
Por que sobrevivio? Porque tenia una historia que contar – la de Theresienstadt, la de los 120000 judios que ayudo a escapar, la de una “marioneta comica” bajo el control de los señores nazis.
A medida que continua la pelicula y se desarrolla la historia de Murmelstein, el espectador es lentamente conquistado por sus habilidades narrativas, sus muchas metaforas y su conocimiento minucioso de mitos y literatura. La incomodidad sigue, sin embargo: Lanzmann lo elogia como un maravilloso contador de historias; Murmelstein se compara con Scheherazade de las Mil y Una Noches. Y si nosotros no fueramos tambien mas que el publico credulo de sus muchas historias? Nadie mas aparece en la pelicula aparte de Lanzmann y Murmelstein; ninguna otra historia o testimonio contrabalancea la de Murmelstein. A falta de una respuesta definitiva – la cual, al final, es inexistente – el documental tiene el merito de plantear importantes debates historicos y morales.