Consternación por la destrucción de tumbas judías en el Monte de los Olivos
Yohanan Gol mira la lápida de su tío con desconsuelo. Un enorme círculo negro carbonizado marca su tumba, restos de un incendio que ha borrado de la fecha de nacimiento y de fallecimiento. “Esta era la nueva lápida que había acabado de comprar para reemplazar la original que rompieron a pedazos”, explicó.
La tumba del tío de Gol se encuentra entre las decenas que se han sido víctimas de actos de vandalismo -ya sea destrozadas o ennegrecidas por el fuego- en los ataques a la sección judía afgana del cementerio del Monte de los Olivos, por parte de los palestinos de los barrios cercanos. Bolsas de plástico llenas de basura y pañales para bebés también fueron abandonadas sobre las lápidas.
“A pesar de los ataques contra el cementerio, mi tío de 89 años, quería ser enterrado aquí”, dijo Gol. Su tío, Yitzhak, hizo aliá (inmigró a Israel) con el resto de la familia de Gol desde Herat, Afganistán, en 1957. “Quería estar cerca de sus abuelos y su hermana, que también están enterrados aquí”.
Menos de un mes después de que el tío de Gol fuese enterrado en el Monte de los Olivos, en abril, su tumba ya había sido arrasada.
Tras el vandalismo, Gol asumió que la próxima lápida tenía que ser construida de manera tal que se adaptara a las circunstancias. “Tuvimos que construir la segunda lápida mucho más cerca del suelo y nos aseguramos que no hubiera ningún hueco entre la piedra de mármol y el piso. También utilizamos un mármol más grueso – de esa manera no podría ser destruido-“, explicó. “Pero ellos encontraron la forma de destruirlo de nuevo – quemándolo”.
“Hemos estado viviendo aquí durante 19 años en el Monte de los Olivos y estos ataques continúan”, destacó el concejal de la ciudad de Jerusalén Aryeh King. “El ataque actual es uno de los peores que he visto en este cementerio”, expresó.
La sección de los judíos de Afganistán es la parte del cementerio más atacada del Monte de los Olivos, según King. “Si algo como esto sucediera a un cementerio judío en otras partes del mundo, en Polonia, Roma o París, estaría en los titulares – pero aquí se ha convertido en algo normal, habitual”.
El Monte de los Olivos es el cementerio judío más antiguo del mundo, con entre 150 mil y 200 mil tumbas, que incluyen a antiguos profetas, líderes estatales y rabinos venerados, entre otras figuras importantes, y también a gente sencilla. Ellos están enterrados en diferentes parcelas de acuerdo a sus orígenes, incluyendo del Yemen, del norte de África, Persia, Babilonia, Georgia, Galicia, Ashkenazis jasídicos,y otros. Durante 3000 años, el Monte de los Olivos ha sido el sitio preferido para el entierro porque la tradición judía establece que el proceso de resurrección en los días mesiánicos tendrá lugar en el monte.
El hijo del rey David, Absalón, está enterrado allí, al igual que los profetas Hageo (Haggai), Zacarías y Malaquías, de los tiempos bíblicos.
Las organizaciones judías compraron el terreno afgano antes de 1948, de acuerdo con Gol, que también es un guía turístico autorizado. Pero el entierro de los judíos de Afganistán en la sección, que es propiedad del Comité Judío Afgano, comenzó solamente después de la Guerra de los Seis Días, en 1967. “Desde entonces, ha habido una historia de destrucción aquí”, apuntó Gol. “Es increíble que esto ocurra en nuestro propia capital y en nuestro propio país”.
Sin embargo, bajo el gobierno de Jordania, la destrucción fue mucho peor
– una profanación masiva y sistemática de las lápidas tuvo lugar entre 1948 y 1967. Los jordanos erigieron una estación de servicio (o gasolinera) sobre las tumbas antiguas y también intentaron pavimentar un camino a través de los cementerios. Algunas de las lápidas fueron utilizadas como adoquines para los campamentos militares jordanos y para un nuevo hotel. En 1967, alrededor de 38 mil lápidas habían sido destrozadas o dañadas. Bajo el gobierno de Israel, una gran parte del cementerio fue rehabilitado y restaurado.
Más aún, Gol no sólo ha tenido que ocuparse de la tumba de su tío, que fue estropeada; sino también ha debido hacer frente a las amenazas hacia su propia seguridad cuando viaja al Monte de los Olivos. “Dos semanas después de la primera visita a la tumba, volvimos y algunos árabes nos atacaron a mí y a mi sobrino. Mi vehículo fue atacado con piedras y botellas, y mi coche fue destruido por completo. Tuvimos la suerte de que no estábamos en el coche en ese momento. Llamé a la policía y ellos persiguieron a los agresores; pero no pudieron atraparlos”.De hecho, los visitantes que vienen a rendir homenaje a sus seres queridos a menudo solicitan escoltas de seguridad al Ministerio de la Construcción de Israel, que las proporciona durante las visitas al Monte de los Olivos. Además del vandalismo contra las lápidas; el lanzamiento de piedras a los coches y otros ataques, durante los funerales, se han convertido en sucesos frecuentes, en los últimos años.
Tras el continuo vandalismo contra las lápidas y los incidentes de lanzamiento de piedras; diputados de la Kneset (Parlamento) han pedido reforzar las medidas de seguridad en el monte.
“No hay ley, no hay policía”, señaló King. “Este es el Salvaje Oeste, o más bien el Salvaje Oriente. Esto tiene que parar”.
Una mujer, en particular, está extremadamente estremecida por la situación.
Mirella Petteni Haggiag, una ex modelo italiana oriunda de Roma, se abre camino a través de las lápidas con una bolsa de basura en la mano, varias veces al año, cuando visita Israel. Ella viene preparada para limpiar alrededor de la lápida de su difunto esposo, Robert Haggiag, el legendario productor de cine ítalo-norteamericano.
“Este es un lugar santo. Es chocante ver lo que pasa aquí”, manifestó Mirella Haggiag. “Los árabes hacen fiestas y dejan un desastre. Durante los últimos cinco años, vengo aquí y limpio”.
“Quiero que este lugar sea perfecto para mi marido, que descanse en paz. Pero mira todo esto”, dice Mirella Haggiag, recogiendo la basura y las latas rojas de Coca Cola esparcidas alrededor. “Estos deben ser el resultado de una fiesta. No es agradable.”
Debido a que Mirella vive en Roma; a veces envía a alguien a limpiar la tumba de Robert Haggiag, o a uno de sus hijos, cuando ella no puede estar en Jerusalén.
“Esto no es realmente tan malo como en otras partes del cementerio”, comenta. “Por ahí, se puede ver las tumbas que han sido quemadas y algunas completamente destrozadas”, explica, señalando la sección de la comunidad judía de Afganistán. “Ellos no han podido destruir la tumba de mi esposo”, afirmó.
“Mi esposo tendía hoy 102 años. No me puedo imaginar lo que hubiera dicho de todo esto. La gente tiene que saber lo que le está sucediendo a este cementerio”, enuncia.
“Mi marido siempre quiso ser enterrado aquí, en el Monte de los Olivos”, dijo Mirella Haggiag. “Y hay una parcela familiar para mí y para nuestros hijos, pero es bastante deprimente. Quiero buscar otro lugar de entierro para mí ¿Quién va a limpiar después de que me haya ido?”, se pregunta.
Fuente original: Agencia de noticias Tazpit
Fuente: Auror
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