martes, 2 de junio de 2015

Una guerra étnica en Irán es sólo cuestión de tiempo



Columna de opinión: Imaginen a la República Islámica desarmándose, como Siria, Irak, Libia o Yemen, en una guerra civil con milicias armadas – y con instalaciones nucleares por toda la zona.
por: Guy Bechor
En el Día de la Independencia, recibí un mensaje en Facebook de un hombre que vive en Irak y quería felicitar al Estado de Israel por su independencia y agradecer por destruir el reactor nuclear de Saddam Hussein en 1981.
Si no fuera por eso, escribió, Irak habría estado lleno de instalaciones nucleares, e imagine lo que pasaría ahora, con la guerra sin cuartel que tiene lugar aquí, donde no hay reglas ni límites y todo está permitido. Israel salvó al pueblo iraquí, escribió y nos dio las gracias.
Realmente, el reactor Osirak de Saddam Hussein, si hubiera permanecido, ahora estaría en el área ocupada por el Estado Islámico en la provincia de al-Anbar. ¿Qué habría hecho el mundo entonces?
Sus mensajes suscitan un gran interés no sólo acerca de lo que ocurrió y lo que fue impedido, sino también acerca de lo que sucederá. Irán es un país étnica, religiosa y tribalmente desgarrado, como Irak y Siria, y tal vez aún más. No tiene ningún grupo étnico mayoritario, y los persas, en razón de su tasa de natalidad negativa, ya se han convertido en una minoría, aunque son la minoría más grande entre todas las otras minorías, el 24%. Las otras son los azeríes, los balochs (sunitas), los tajiks (sunitas), los lurs, los turcomanos (sunitas), los kurdos (en su mayoría sunitas), los árabes (sunitas) y otros.
Algunas de estas minorías quieren separarse de Irán y unir su territorio a otros países. Los azeríes quieren unirse a Azerbaiyán; los balochs quieren unirse a Pakistán; los kurdos quieren establecer el “Gran Kurdistán”, que se extenderá sobre partes de Irak, Turquía, Siria e Irán; y los árabes quieren establecer su propio estado independiente que se llamará Ahwaz en árabe o Khuzestán en persa.
En otras palabras, una ruptura y una guerra étnica entre sunitas y chiítas y una guerra entre las diferentes minorías étnicas es sólo cuestión de tiempo en Irán. El terreno ya está en llamas, y hay constantes conflictos entre los balochs y ahwazíes árabes y el régimen que los oprime con puño de hierro.
Lo único que todavía mantiene unido a este enorme país que se desintegra, es el miedo al vacío que puede crearse en lugar del odiado régimen. Tienen miedo de convertirse en Siria, pero cuando los impulsos étnicos y religiosos arrasan, ya no pueden ser detenidos. Es por eso que es importante para Irán desviar la atención hacia Israel – para ocultar esta destructiva hostilidad interna.
Imaginen a Irán cayendo a pedazos como Siria, Irak, Libia o Yemen en una guerra civil con milicias armadas e instalaciones nucleares por toda la zona – qué peligro de destrucción masiva sería. No tienen que ser bombas ya listas. Con materiales radiactivos se pueden preparar “bombas nucleares sucias” u otros medios horrorosos, y ya sabemos que no hay misericordia entre sunitas y chiítas – simplemente todavía no tienen un arma nuclear.
La administración estadounidense está suponiendo ingenuamente que el régimen iraní continuará gobernando la zona, pero los regímenes de Bashar Assad o Muammar Gaddafi eran tan fuertes, lo mismo que los regímenes de Egipto y Yemen. Además, Irán es una especie de país de tránsito con representantes de todas las naciones de la región – desde Afganistán hasta Pakistán, desde el Golfo Pérsico hasta Turquía – y si se cae a pedazos, fuerzas terroristas oscuras penetrarán y lo infiltrarán.
Los persas son en realidad una fuerza relativamente débil entre las fuerzas regionales, y se desatará una competencia sobre quién se hará cargo más rápidamente de las instalaciones nucleares y que también las utilizará – porque fuerzas como ISIS no tienen ninguna responsabilidad ni límites.
Entonces, ¿cómo exactamente ayudará el acuerdo nuclear del presidente de EE.UU., Barack Obama? Es como flagelar a un caballo muerto. Sólo restará una pregunta: ¿Quién es el caballo muerto? Ahora nadie puede decir que no sabía.
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Fuente: Por Israel

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