Por Mark Landler
The New York Times
Cuando se postuló hace nueve años a senadora por Nueva York, Hillary Clinton tuvo que esforzarse para convencer a los votantes judíos de su apoyo a la causa de Israel después de un episodio en el que se mantuvo al margen mientras la esposa de Yasser Arafat lanzaba un encendido discurso contra el Estado judío.
Ahora que ha consolidado su amistad con Israel, tiene que demostrar también a su nuevo público que tiene las habilidades de mediadora de una futura secretaria de Estado. Su primer desafío bien podría ser la escalada de violencia en la Franja de Gaza. Pero su turbulenta historia con la cuestión de Medio Oriente podría complicarle la tarea.
Clinton llega con varios puntos a favor, entre ellos su conocimiento de la región y su experiencia recorriéndola. También la buena voluntad de árabes e israelíes ganada por su marido, Bill Clinton, gracias a sus esfuerzos para lograr un acuerdo de paz al final de su mandato.
Pero tendrá que demostrarles a los palestinos que, como mediadora, puede trabajar en colaboración con Egipto y otros países árabes y que, de ser necesario, es capaz de presionar al gobierno del Estado judío.
"Tendrá que demostrar que es independiente de Israel -dijo Aaron David Miller, un analista del Centro Internacional de Graduados Woodrow Wilson-. Nuestros intereses serán inevitablemente divergentes de los de ellos. No estamos para cumplir sus deseos."
La cuerda floja diplomática se hizo evidente esta semana, cuando la secretaria de Estado saliente Condoleezza Rice condenó a Hamas por sus ataques contra el sur de Israel, mientras en privado urgía a Israel a acordar un cese del fuego, después de días de intensos bombardeos contra posiciones de Hamas en Gaza.
Hillary no hizo comentarios al respecto porque "hay una secretaria de Estado por vez". Pero, en mayo de 2007, cuando era una senadora novata condenó duramente los ataques de Hamas contra Israel.
En un discurso que realizó poco después de perder las primarias demócratas ante Barack Obama, Hillary dijo que el nuevo presidente debía dar por terminadas todas las negociaciones con Hamas. Anteriormente, había afirmado que si Irán atacaba Israel con armas nucleares, Estados Unidos podía "borrarlo del mapa".
Apoyo sincero
Pero cuando era primera dama, Hillary hizo gestos de apoyo a los intereses palestinos en dos ocasiones. En 1998, dijo a un grupo de adolescentes israelíes y árabes que la creación del Estado palestino era "muy importante para el objetivo de paz global en Medio Oriente" y la Casa Blanca se desentendió de sus declaraciones.
Un nuevo traspié ocurrió en noviembre de 1999, cuando la entonces futura senadora Clinton visitó la ciudad de Ramallah, en Cisjordania: en una ceremonia, no reaccionó cuando Suha Arafat acusó a las fuerzas de Israel de utilizar "gases tóxicos contra los palestinos".
Al final de la ceremonia, Hillary dio un beso de cortesía a la esposa de Arafat, un gesto que fastidió a los grupos judíos y le ganó a la primera dama varios editoriales críticos en los periódicos de Nueva York.
La tormenta amenazó brevemente las chances de la ex primera dama para el Senado por Nueva York, aunque logró resarcirse con una serie de encuentros con los líderes de la comunidad judía.
Algunos predicen que Clinton gozará al menos del beneficio de la duda por el sólo hecho de ser la representante de una nueva Casa Blanca. El desafío para ella, dicen los expertos, será reafirmar su apoyo a Israel y establecer a la vez lazos sólidos con Egipto, una tarea que muchos consideran imprescindible para lograr consensuar un alto el fuego duradero en Gaza.
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