lunes, 31 de agosto de 2009

Memoria y cicatrices de Varsovia, a 70 años de la Segunda Guerra Mundial‏


El martes se cumplen siete décadas del inicio y en la ciudad polaca hay por todos lados muestras alusivas al conflicto

La noche cae sobre Varsovia luego de una tarde de lluvia finita, tristeza urbana de sábado que no conoce de fronteras. Pequeños grupos de chicos y chicas caminan con las manos en los bolsillos por la inmensa avenida Marszalkowska en el inicio de lo que será una larga noche. "Para la gente de nuestra edad no es un problema juntarse con chicos rusos o alemanes; somos todos iguales. Son los mayores quienes deben entender que la guerra terminó y hay que mirar para adelante. Hoy ya no tenemos enemigos". El que habla es Pawel, 22 años, muy alto y con el pelo tan cortito que parece césped recién cortado eso que asoma en su cabeza. A su lado, una rubia preciosa de ojos claros y boca de frambuesa confirma con un murmullo a su enamorado.
El martes próximo se cumplen 70 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial y la batalla de Westerplatte, el episodio que dio inicio al conflicto, es apenas un capítulo en el libro de Historia escolar para los chicos de la edad de Pawel y su novia, nacidos poco antes o poco después de 1989, cuando el comunismo fue herido de muerte por los sindicalistas católicos liderados por Lech Walesa.
La heroica resistencia de los 182 soldados polacos que soportaron el embiste de 3.000 militares alemanes durante una semana en el Báltico ya no es una daga clavada en el corazón y en la memoria para esta generación sin registro del nazismo y prácticamente sin huellas del comunismo en sus vidas. Hace 5 años que Polonia entró a la Unión Europea y ellos se sienten con tantos derechos como sus pares franceses o italianos a llevarse el mundo de la prosperidad por delante.
A pocos metros, en una de las salas del hotel Novotel, un centenar de veteranos polacos se pasea -muchos con bastón, alguno en silla de ruedas, varios asistidos por algún voluntario- y exhiben orgullosos sus condecoraciones. Para ellos, la guerra sigue siendo el agujero negro donde se perdieron su juventud y la Polonia libre que había recuperado su independencia en 1918 y que debió resignarla aquel 1 de septiembre del 39 y cuyo destino quedó sellado dos semanas después, cuando fue invadida también desde el este por la Unión Soviética.
La Polonia invadida y repartida por los grandes jugadores de entonces aún les duele a los hombres como Tomasz, que dice -a través de su nieta- que los rusos aún deben pedir perdón por la invasión y por haberse instalado por cinco décadas en este país de fervor católico y altivo orgullo nacional. Con un pañuelo hecho un bollito se seca los ojos cuando recuerda la masacre de Katyn, de 1940, en la que fueron asesinados 22.000 militares y miembros de la intelectualidad polaca, una matanza que los rusos negaron y adjudicaron a los hombres de Hitler.
Por todos lados hay muestras alusivas a la Segunda Guerra (1939-1945), en una ciudad que es la muestra viva de aquella carnicería en la que perdieron la vida 60 millones de personas. Es tiempo de aceitar cifras, para no olvidar. En ese conflicto, el más grande que recuerde la humanidad, Polonia perdió 6 millones de ciudadanos y de ellos, la mitad eran judíos polacos. En total, Hitler exterminó a 6 millones de judíos europeos. En Polonia, un 10% de la población eran judíos. Hoy apenas hay unos 10 mil judíos en este país, en donde, según un sondeo, todavía un 20% de esta sociedad tiene prejuicios antisemitas.
Varsovia, que vio morir a la mitad de su población, es la gran cicatriz de cemento, reconstruida en un 80% luego de los bombardeos nazis. Durante la guerra, la ciudad albergó dos levantamientos históricos. En abril de 1943 fueron los judíos del ghetto de Varsovia quienes se armaron. David perdió con Goliat, pero la imagen orgullosa de esa milicia clandestina que eligió la resistencia ante lo que era la inminencia de la muerte aún es ejemplo de dignidad humana. En agosto de 1944, comenzó el levantamiento de la ciudad, con sus redes de correos infantiles, y sus alcantarillas convertidas en improvisados cuarteles colmados de soldados irregulares dispuestos a dejar la vida por la nación humillada. También perdieron ante el enemigo nazi.
Mientras las relaciones de los polacos con los alemanes hace ya varios años que se encaminaron por carriles de buena vecindad, los vínculos entre polacos y rusos siguen tensos. Alemania hace tiempo hizo ajuste de cuentas con su historia, a los rusos les cuesta hacerlo. Tal vez sea por eso que en estos días, cuando se cumple este nuevo aniversario de la guerra y se espera la llegada del premier ruso Vladimir Putin para los actos recordatorios (todos los medios especulan con su discurso), desde Moscú llegan nuevas, hasta originales versiones de la Historia. Un documental emitido por la TV pública rusa esta semana sostiene que en realidad, los soviéticos se vieron obligados a invadir en el 39 porque un pacto entre Polonia y Alemania del 34 incluía planes de invadir a la URSS.
En un escenario al aire libre cubierto por un plástico azul en el patio del shopping Balcón Dorado, una pequeña multitud viva y aplaude a un hombre de unos 50 años que se aferra al micrófono algo transpirado y eufórico de cerveza. Canta en inglés y a los gritos "No puedo quitar mis ojos de tí", aquel clásico de los 70 que también se escucha en El Francotirador, la película con Robert De Niro y Meryl Streep. Su letra habla de una obsesión. La historia que escriben en estos días los polacos, también.

Fuente: Diario Clarin
Foto: CONDENADOS. Judíos del Ghetto de Varsovia, en abril de 1943. (Archivo Clarín)

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