lunes, 24 de agosto de 2009
Unidos por la fe… en la selva
La búsqueda de descendientes judíos se ha convertido en misión de vida para un correligionario afincado en Iquitos, Perú
Si Ronald Reategui Levy se da cuenta algún día de que es el último judío de Iquitos, bien podría ser algo que él mismo provocó. Su sueño es persuadir a los descendientes de mercaderes sefardíes, que se asentaron en este remoto rincón de la cuenca amazónica hace más de un siglo, a que reafirmen sus vínculos con el Judaísmo y emigren a Israel.
“Esto se está volviendo muy solitario”, dijo Reategui Levy, de cincuenta y dos años, un inspector de la compañía petrolera nacional de Perú, refiriéndose a los más de cuatrocientos descendientes de pioneros judíos que se han convertido formalmente al Judaísmo en esta década, incluidos cerca de ciento sesenta miembros de su familia, que ahora viven en Israel.
La historia de los judíos en Iquitos, que data de finales del siglo XIX, estaba prácticamente olvidada. Sin embargo, Levy y un puñado de personas empezaron a organizar a los descendientes de docenas de judíos que llegaron de lugares tan diversos como Marruecos, Gibraltar, Malta, Inglaterra y Francia, y se asentaron en la ciudad y más adentro de la selva húmeda.
Fue increíble descubrir que en Iquitos existía este grupo de personas desesperadas por reconectarse con sus raíces y restablecer vínculos más amplios con el mundo judío”, dijo Lorry Salcedo Mitrani, directora del documental The Fire Within, sobre los judíos en la Amazonia peruana.
“Estuvimos aislados muchas décadas viviendo en el límite de la selva, en una sociedad católica, sin rabinos ni Sinagoga”, explicó Levy. “Pero cuando niño, mi madre me dijo: eres judío, y no lo olvides nunca”.
Iquitos se encuentra cuatro grados por debajo del Ecuador, y allí sólo se puede llegar por barco o avión. El aislamiento, la endogamia y la asimilación casi acaban con los vestigios del Judaísmo en esta ciudad. Las fachadas labradas con apellidos como Foinquinos y Cohen, y un cementerio saqueado por vándalos, eran algunos de los pocos recordatorios de una próspera comunidad. Pero a finales de 1990, Víctor Edery, una figura patriarcal que organizaba ceremonias religiosas en su propia casa, conservando vivas unas cuantas costumbres judías, reunió a algunos de estos descendientes, incluido Levy. Esto representó desafíos filosóficos para los judíos de otras partes, ya que casi todos los judíos que originalmente se asentaron en la ciudad eran hombres, y sus descendientes no podían avalar haber tenido madres judías, lo que los descartaba como judíos de acuerdo a las interpretaciones estrictas de la ley judía. Eso sin contar que la comunidad judía en Lima, compuesta por unas tres mil personas y considerada una élite dentro de la reducida élite de piel clara que aún ejerce considerable poder económico y político, prefería en gran medida hacer caso omiso de los de Iquitos.
“Para ellos, la idea de un judío con aspecto indígena viviendo en una casa pobre de una ciudad pequeña en medio de la selva es, cuando más, un pie de página exótico en la historia oficial del Judaísmo peruano”, explicó Ariel Segal, historiador israelí nacido en Venezuela.
Éxodo triunfante
A comienzos del 2000, los judíos de Iquitos se reunían en la casa del patriarca Edery para observar el Shabat y los Santos Días Supremos. A su muerte se congregaron en la casa de Jorge Abramovitz, un judío polaco llegado a la ciudad después del colapso del auge del hule.
Persistieron para ser reconocidos como judíos y para que se les permitiera emigrar a Israel. Finalmente, persuadieron a Guillermo Bronstein, el principal rabino de la Sinagoga asquenazí, la más grande de Lima, para supervisar dos grandes conversiones, lo que facilitó el camino de cientos para mudarse a Israel. El éxodo incluyó a casi todo el clan Levy, emigrados en el 2005 con su esposa y seis hijos a Ramla, una ciudad polvorienta al sureste de Tel Aviv. Pero extrañaba su casa con árboles de cacao y fruta de la pasión, y el estatus de ser un gerente de PetroPerú. Así que regresó.
Hay algo que retiene a Reategui Levy en Iquitos: la misma ciudad selvática decadente que atrajo a su bisabuelo de Tánger hace muchas décadas: “Mi familia, mi corazón y mi alma, todo lo que quiero está en Israel, pero creo que estoy de regreso aquí por alguna razón”.
Simón Romero / South Florida Sun-Sentinel
Fuente: Nuevo Mundo Israelita
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