12/05/2010
El martes a la noche, en la Plaza del Kotel en Jerusalem, yo pienso que puedo haber presenciado de antemano un sabor de la era mesianica. Era la vispera del Dia de Jerusalem, marcando la liberacion y reunificacion de la ciudad durante la Guerra de los Seis Dias, cuando jovenes paracaidistas judios, armados tanto con fe como con armas de fuego atacaron las posiciones del enemigo y liberaron el Monte del Templo de casi dos milenios de encarcelamiento bajo control extranjero.
De todo el pais, miles de israelies se acercaron a la plaza frente al Kotel, ansiosos por conmemorar el 43º aniversario de ese hecho historico y sumergirse en el aura de este lugar santo. Algunos vestian jeans, otros trajes negros o caftanes negros. Pero cual fuese su eleccion de vestimenta exterior, todos eran atraidos por la misma razon interna: afirmar nuestro vinculo indestructible con la historia judia tanto como nuestra fe inquebrantable en el destino judio.
El Kotel estaba alli con toda su grandeza y yo solo pude maravillarme ante el pensamiento de toda la desesperacion y sueños, las esperanzas y horrores que debe haber pasado con los siglos. De hecho, sus asperas cuevas y blandas y frias grietas parecen haber sido cinceladas no por las manos de antiguos trabajadores, sino por las generaciones de lagrimas que seguramente cayeron por su fachada.
Pero en esta noche muy especial, las masivas piedras brillarian con transparente encanto, como una destacable y animada escena desplegada. Un gran grupo de estudiantes de yeshiva de la escuela secundaria Ma’arava cerca de Modi’in se balanceaban de atras hacia adelante, profundamente en las plegarias nocturnas con sus sombreros negros por encima de sus cabezas y vistiendo chaquetas colgando de sus hombros. En la conclusion del servicio, ellos comenzaron a cantar, formando una serie de circulos concentricos que lentamente se movian.
Cerca, una multitud de estudiantes de la escuela religiosa sionista Horev de la capital, iban hacia el Kotel, y el contraste entre los dos no podria haber sido mas chocante. COn sus kipot tejidas y sandalias, y minimamente no afeitados con aspecto adolescente, los estudiantes de Horev se veian tan informales. Ellos vestian orgullosamente remeras con slogans sobre la espalda en hebreo que decian, "No hay sionismo sin Sion", y estaban encendidos con fervor patriotico.
Los estudiantes de Ma’arava, por contraste, proyectaban formalidad y reserva, con sus zapatos de vestir, camisas blancas y sacos negros.
Y ENTONCES, sucedio. Como si por una inexplicable fuerza, los dos grupos fuesen atraidos. Agrandando los circulos y uniendo manos, ellos bailaron y cantaron y celebraron al unisono.
Todos los desacuerdos ideologicos y teologicos, todas las sospechas politicas y mutuas fueron puestas a un lado, mientras los jovenes de Horev y Ma’arava unian brazos – literalmente y figurativamente – para regocijarse en Jerusalem. Mas rapido y mas rapido, tomando velocidad con cada vuelta, mientras sus voces se elevaban en tronador crescendo. "Sea esta una hora de misericordia", rogaman al Creador, "y un momento de aceptacion ante Ti", mientras la aparente miriada de divisiones que dividen a nuestro pueblo se mezclaban.
Los que pasaban por el lugar miraban maravillados como jaredim y sionistas religiosos, "sombreros negros" y "kipot tejidas", se sostenian unos a otros naturalmente, revelando el instinto fraternal interior.
Repentinamente, los circulos convergieron, envolviendo a dos hombres en su centro: Rabbi Baruch Chait, fundador de
Ma’arava, y Rabbi Yitzhak Dor, rosh yeshiva de Horev. Ellos pasaron a traves de la division uno hacia el otro y empezaron a bailar con toda la pasion y celo de dos jovenes novios. Sus caras encendidas con alegria, estos dos maestros espirituales dieron a todos los presentes una tangible leccion de unidad judia.
Inspirados por la escena, sus estudiantes comenzaron a cantar un parrafo de las palabras tradicionalmente recitadas en el musaf de Shabbat por los sefaradim: “Juntos, juntos,Together, together, todos ellos juntos, repetiran tres veces son un acorde la oracion santa sobre Ti", con un enfasis vocal claro en la palabra “juntos.”
La pureza del momento fue desbordante, y yo no tengo dudas que Di-s observo desde el cielo como un padre orgulloso disfrutando la vision de Sus hijos uniendose colectivamente en un acorde. Aqui reside uno de los mayores y mas intimos secretos de Jerusalem: su capacidad para unir a judios de los mas amplios espectros.
En solo unos pocos años desde ahora, el grueso de aquellos estudiantes de Horev estaran tomando las armas para defender al estado, mientras que muchos de aquellos en Ma’arava se dedicaran al estudio de los textos antiguos de nuestro pueblo. Ellos votaran por diferentes partidos, viviran en comunidades distintas y se refrenaran enormemente de casarse unos con las familias de otros.
Pero por un breve instante este pasado martes, todo parecio muy remoto. A la vista de tan desbordante fraternidad judia, yo estuve seguro que el largamente esperado Redimidor estaba por llegar. El amor sin sentido tomo el lugar del odio sin sentido donde una vez estuvo el Templo.
Pero no hubo sonido del gran shofar esa noche, ni aparecio el Mashiaj. El baile finalmente termino, y la gente fue a casa
The Jerusalem Post
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