martes, 6 de enero de 2009

Judeofobia e Islamofobia

En mi última columna he comentado acerca de la naturaleza problemática de la agenda de Durban II. En rigor, no hace falta viajar mentalmente hasta Sudáfrica para advertir cuan común se ha tornado incluir a la “islamofobia” en pronunciamientos contra el antisemitismo. La Declaración Conjunta Contra Todo Tipo de Discriminación y Racismo, firmada por los presidentes de la Argentina, Brasil y Venezuela el pasado 16 de diciembre, confirma que la islamofobia-manía ha arribado a nuestras costas.

He aquí el texto parcial de la Declaración conjunta:
“Los presidentes de Argentina, de la República Federativa de Brasil y de la República Bolivariana de Venezuela, reunidos en Costa Do Sauípe, Brasil, el 16 de diciembre de 2008, observan con grave preocupación que a comienzos del tercer milenio, un sinfín de seres humanos sigue siendo víctima del racismo, la discriminación e intolerancia religiosa, en particular, el antisemitismo y el antiislamismo, la discriminación racial y otras formas conexas de intolerancia y que en diversas regiones del mundo han resurgido o persisten ideologías y prácticas racistas y discriminatorias…Por tal motivo, los presidentes declaran su más enérgica condena al racismo, al antisemitismo, al antiislamismo, la discriminación racial y a otras formas conexas de intolerancia…”.
Pronunciamientos de este tipo lo dejan a uno en una posición incómoda. Por un lado, es necesario aplaudir manifestaciones de esta índole pues representan un paso más en pos del ostracismo de la discriminación y el racismo. Pero por otro lado, el contenido no auspicioso invita a la cautela. Así es que resultará justo separar las aguas: estas tres naciones latinoamericanas merecen nuestra aprobación por manifestarse pública y oficialmente en contra de estas malas conductas, y a la vez, merecen nuestra crítica por el texto aprobado. En una influencia directa de Durban II, esta declaración pone a la islamofobia (aquí denominada como “antiislamismo”) a la par que al antisemitismo como una forma de intolerancia religiosa. Tal paridad es inexistente. Ciertamente han existido y existen expresiones anti-islámicas, y ha habido y hay acoso y aún ataques ocasionales en contra de musulmanes en el mundo. Pero no hay un fenómeno de anti-islamismo. Inmigrantes paraguayos y bolivianos han sido y son usualmente discriminados en la República Argentina, más no hablamos de anti-paraguayismo o anti-bolivianismo en este país ni en ningún otro donde estos individuos son marginados. ¿La razón? Porque se trata de actos de xenofobia, y no de un sistema de prejuicios. Tales actos merecen nuestra condena. Pero no merecen ser ubicados en un genérico equivalente al antisemitismo (entendido como odio a los judíos) o al racismo (entendido como odio a los negros). No porque negros y judíos lleven el monopolio del sufrimiento -si es que tal cosa existe- sino porque hacerlo representa una distorsión conceptual severa.
La Shoá brinda un buen modelo para entender esto. En la maquinaria genocida nazi murieron gentiles y judíos. Pero ella no fue diseñada para la destrucción de los gentiles, sino para la destrucción de los judíos. Tal como Elie Wiesel ha dicho numerosas veces: “En Auschwitz no todas las víctimas fueron judías. Pero todos los judíos fueron víctimas”. Por ello, los judíos suelen objetar generalizaciones del Holocausto que desvirtúan la naturaleza de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial en varios genéricos “holocaustos”, sea de polacos, gitanos u homosexuales. En esa actitud no hay intención alguna de minimizar el sufrimiento ajeno. Más bien, todo lo que pretenden en este sentido los judíos es que el sufrimiento de su propio pasado reciente no sea relativizado y así quede diluido en un océano de dolor colectivo que niega la especificidad de su tragedia.
Si aún no está convencido, vea como Telesur (empresa mediática multiestatal creada con inversiones de la Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela) ha explicado al pronunciamiento latinoamericano arriba citado: “Este es un documento que pone de relieve el interés de nuestros países en combatir directamente el racismo en todas sus presentaciones, y esperamos que esto sirva de motivación para otros Estados para sumarse a una lucha contra el nuevo racismo que comienza a caminar en el mundo y el que va a surgir producto de la crisis financiera que comienza a afectar a Estados desarrollados y ya se comienzan a ver acciones contra grupos sociales específicos”. Primeramente, el “racismo en todas sus presentaciones” -además de ser plagiado de la retórica árabe/palestina que tradicionalmente condena al “terrorismo en todas sus manifestaciones” como eufemismo de la censura a las acciones defensivas de Israel- pretende englobar allí a cualquier cosa que los editores de la multioficialista Telesur vean como racismo. En segundo término, ya vemos como el racismo -que inicialmente refería a la discriminación contra los negros- es aquí ampliado a “grupos sociales específicos” producto de la “crisis financiera”.
En mayo del 2002, Amnesty International emitió una “declaración pública” titulada Europa Occidental: Amnesty International y Human Rights Watch condenan los ataques contra judíos y árabes. Para ejemplificar las instancias de judeofobia, el comunicado indicó:
“En Francia, la hostilidad contra los judíos ha originado una oleada de ataques especialmente grave. La policía francesa registró 395 incidentes antisemitas entre el 29 de marzo y el 17 de abril. El 63 por ciento de ellos consistían en pintadas antisemitas. Entre el 1 de enero y el 2 de abril, se registraron 34 graves actos antisemitas (agresiones contra personas o ataques a propiedades judías, como sinagogas y cementerios). En marzo y abril, varias sinagogas, como las de Lyon, Montpellier, Garges-les-Gonesses (Val d'Oise) y Estrasburgo, sufrieron destrozos, y la sinagoga de Marsella fue pasto de las llamas de un incendio provocado. En París, la multitud arrojó piedras contra un vehículo que transportaba a alumnos de un colegio judío y le rompió los cristales de las ventanillas…En Gran Bretaña, en abril hubo informes de al menos 48 ataques contra judíos, frente a 12 en marzo, 7 en febrero, 13 en enero y 5 en diciembre. En algunos casos las víctimas tuvieron que ser hospitalizadas con graves heridas. Según los informes, las víctimas de estas agresiones fueron principalmente judíos ortodoxos y hasídicos. En el ataque contra una sinagoga de Londres en abril, pintaron una esvástica en el atril. En Bélgica se arrojaron bombas incendiarias contra sinagogas de Bruselas y Amberes en abril, y se acribilló a balazos la fachada de una sinagoga de Charleroi, en el sudoeste del país. En Bruselas, una librería y tienda de delicatessen judía fue destruida por el fuego…También en abril se produjeron ataques contra sinagogas de Berlín y Herford en Alemania Occidental. Ese mismo mes, según los informes una joven judía fue atacada en el metro de Berlín por llevar un colgante con la estrella de David, y dos judíos ortodoxos resultaron heridos leves a consecuencia de la agresión de un grupo de personas en una calle comercial de Berlín tras salir de una sinagoga”.
Luego, a modo de evidencia que respaldase la existencia de hostilidad anti-árabe, el comunicado consignó: “En Bruselas, el 7 de mayo una pareja de inmigrantes marroquíes murió y dos de sus hijos resultaron heridos por los disparos de un anciano vecino, belga, que, según los informes, hizo comentarios racistas”.
Esta ausencia no sutil del sentido de la proporción nos permite entender, en parte, por qué la declaración del trío latinoamericano, la del dúo protector de los derechos humanos, y la del bloque islámico de Durban II, ven “islamofobia” por todas partes. Por Julián Schvindlerman

Comunidades 31/12/08

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