Su amigo Armando podría certificarlo: al pequeño Ricardo Eichmann le gustaban el asado y las figuritas, tanto como remontar aquel barrilete casero con los colores de Boca o disfrutar de las aventuras de "El Zorro". Aunque con amabilidad rechazó desde Alemania responder las preguntas de Clarín, el hoy prestigioso arqueólogo especialista en Medio Oriente no podría deshacerse de los recuerdos que deben permanecer en algún rincón de su memoria.
Ricardo es el menor de los cuatro hijos varones que tuvo el ex jerarca nazi Adolf Eichmann, y el único que nació en Argentina. Su padre fue secuestrado cuando tenía cinco años, y pocas semanas después su mamá se lo llevó con ella y su hermano Dieter (conocido como Tito entre sus amigos de Olivos y San Fernando) a Alemania. Aunque un tiempo después volvieron a Buenos Aires durante un año más, la última vez que Ricardo pisó Argentina tenía siete años.
Sólo en 1995 ofreció unas pocas entrevistas, en las que tomó distancia de su padre: "Me siento conforme con el proceso y la sentencia, y como adulto no tengo nada en común con él", dijo entonces. Y contó que su mamá nunca le habló sobre el secuestro de Adolf, sobre el cual recién supo en la escuela. Hace quince años, Ricardo también creía que el nazismo jamás volvería al poder en Alemania. "Y si ocurriera, yo saldría corriendo", avisaba. Su mamá, Vera, murió en 1993, y de sus tres hermanos él sólo mantiene contacto con Dieter. Los dos mayores, Klaus -quien estaba casado con una joven argentina y en 1960 esperaba su segundo hijo- y el marinero Horst, sí extendieron la saga familiar nazi inaugurada por su padre: cuatro años después del secuestro de Adolf, los hermanos militaron en el Frente Nacional Socialista Argentino, una organización juvenil nazi que realizó algunos robos y atentados contra sinagogas. No volvió a saberse de ellos.
FUente: Diario Clarin
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