jueves, 16 de junio de 2011

UN IRAN ARMADO NUCLEARMENTE PODRIA SER EL PRECIO DE LA CAMPAÑA LIBIA

Iran está surgiendo como el gran beneficiario de una campaña de bombardeos sobre Libia con poco beneficio estratégico para Occidente, dice Emanuele Ottolenghi.

Por Emanuele Ottolenghi
Martes 7 de junio 2011 09:32:00

Digan lo que quieran sobre la sabiduría de la campaña de bombardeos en Libia de la OTAN, pero a casi tres meses desde que comenzó, sus consecuencias inintencionales han dañado seriamente las campañas lideradas por EEUU para bloquear las ambiciones nucleares de Iran.
Lo ha hecho en tres formas: la operación de Libia ha distraído a la diplomacia occidental del expediente de Irán, a pesar del hecho que el programa nuclear de Irán continúa avanzando sin obstáculos por la presión externa o amenazas internas a la supervivencia del régimen; ha hecho subir las ventas de petróleo e ingresos iraníes; y en forma crucial, ha disminuido los incentivos para que Iran negocie.
La diplomacia occidental no es responsable por la crisis que ha envuelto a Medio Oriente desde finales de diciembre de 2010, pero la decisión de lanzar una gran operación militar en Libia ha significado utilizar el remedio más extremo para cambiar el curso de los acontecimientos en el menos transformador de los levantamientos árabes en curso en la región.
Independientemente de su resultado, el impacto regional de Libia será insignificante para la democratización árabe. Pero la intervención occidental ha condenado la política occidental en relación con Irán al fracaso.
En el nivel más simple, la energía diplomática y la atención política dedicadas a Libia por la OTAN, la UE y los Estados Unidos significa que haya menos tiempo disponible para discutir y pensar respecto a Irán.
Sin embargo, el programa nuclear de Irán no se ha estancado debido a las protestas de las masas en El Cairo o los F-16 sobre Trípoli. Como el último informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) muestra, Irán ha acumulado más de cuatro toneladas de uranio enriquecido bajo (para cuatro pequeños dispositivos nucleares), ha probado con éxito los componentes militares de armas nucleares, y continúa reduciendo la capacidad de los inspectores de la AIEA para supervisar sus actividades nucleares.
Sanciones recientemente promulgadas estuvieron destinadas a reducir la velocidad de reloj nuclear de Irán debido a la tensión en que pondrían la economía de Irán y los impedimentos agregados para los esfuerzos de procuración del país.
A pesar que los obstáculos continuan, la crisis de Libia ha aliviado la presión económica haciendo que los precios del petróleo se disparen debido a la remoción de petróleo libio del mercado y a la incertidumbre de suministro auxiliar.
Para Irán, esta es una bendición - el presupuesto de Irán está vinculado a una etiqueta de precio de $ 81.50 por barril. Cualquier cosa por encima de ese punto de referencia es una ventaja para Irán y un revés en la arquitectura de las sanciones de EEUU ya que, bastante simplemente, Teherán puede diluir el perjuicio financiero causado por las sanciones gracias a los ingresos del petróleo. (En el momento de escribir esto, el petróleo crudo Brent se movía alrededor de $114 el barril.)
La interrupción del suministro de Libia ha tenido otra consecuencia no deseada: la incrementada dependencia europea del petróleo crudo iraní y relaciones bilaterales iraníes-turcas más fuertes en un momento en que el gobierno de Turquía ya está hesitante en cuanto a cumplir con el régimen de sanciones internacionales.
Varios consumidores europeos de petróleo libio están comprando más crudo iraní, con el fin de contrarrestar la escasez repentina causada por la operación de Libia. Así lo está haciendo Turquía - cuya compañía nacional de petróleo invirtió enormemente en el sector energético de Libia. Más ventas y precios más altos, entonces, significan más ingresos para Teherán, menos influencia política para los clientes de Irán y menos mordida para las sanciones.
Más allá de la interrupción de los mercados del petróleo, la crisis de Libia ha tenido otro efecto no deseado en el actual enfrentamiento nuclear con Irán. Hasta el 17 de marzo 2011, cuando los ataques de la OTAN comenzaron, Libia ofreció pruebas concluyentes que incluso un dictador errático como Gaddafi, que en el 2004 estuvo al borde de la capacidad de armas nucleares, podía realizar un sonoro análisis de costo-beneficio sobre su predicamento y renunciar a las armas nucleares a cambio de la rehabilitación internacional.
Para aquellos no dispuestos a reconocer que el derrocamiento de Saddam Hussein desempeñó un papel importante en los cálculos de Gaddafi para renunciar a su patrocinio del terrorismo y hacer girar su programa nuclear hacia Occidente a cambio de rehabilitación económica y política, Libia fue prueba del más grande golpe de no proliferación que la diplomacia podía imaginar.
Por otra parte, el precedente de Libia reivindicó la política sobre Irán. Si Gaddafi, que parecía aún más errático e irracional que el Líder Supremo de Irán, Ali Khamenei, o su presidente títere, Mahmoud Ahmadinejad, pudo hacer un análisis de costo-beneficio, también podrían los líderes iraníes.
Ahora, Libia sólo puede servir como un precedente para enterrar esa idea ya que el cálculo de Gaddafi se basaba en el supuesto que renunciar a sus armas nucleares salvaría su régimen. Desactivando a Gaddafi tan pronto como Gaddafi se volvió contra su pueblo, Occidente está dando ahora a Iran un incentivo para mantener su programa nuclear, y no negociarlo por garantías no confiables.
Al observar el destino de Gaddafi ellos seguramente concluirán que mantener vivo el programa podría ofrecer una protección mejor que el tipo de intercambio nuclear que, como en el caso de Gaddafi, podría finalmente ser deshecho.
Por qué Irán creería que su propio destino sería diferente?
Nada de esto significa que Gaddafi deba permanecer. Pero sí significa que Occidente ya no tiene más remedio que ir tras de los gobernantes de Irán.
Al igual que con Libia, la política occidental hacia los despiadados dictadores de Irán ha sido una búsqueda inútil de compromiso.
Esto no quiere decir que la OTAN debería iniciar inmediatamente una campaña de bombardeos sobre los cielos de Irán también. Pero, en palabras del presidente Obama, ese "no puede ser un argumento para no actuar nunca en nombre de lo que es correcto".
Esperar simplemente a que el régimen iraní cambie su comportamiento, está condenado a fracasar. Los líderes occidentales deben ahora estar buscando cambiar el régimen mismo.

Emanuele Ottolenghi es un Miembro Asociado de la Fundación para la Defensa de las Democracias y el autor de "Irán: La crisis en ciernes" (Profile Books, 2010)
Fuente: The Commentator- Traducido por Marcela Lubczanski especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba

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