lunes, 27 de junio de 2011

El juez que presidió el tribunal dijo que las declaraciones de Wilders fueron en ocasiones "dañinas", "escandalosas" u "ofensivas"


El juez que presidió el tribunal dijo que las declaraciones de Wilders fueron en ocasiones "dañinas", "escandalosas" u "ofensivas", pero que se realizaron en el contexto de un debate público sobre el multiculturalismo y la integración de los musulmanes y que por eso no son un acto delictivo.

Wilders llamó asesino al profeta Mahoma y al Islam “una ideología fascista de terroristas”, y comparó el Corán con el "Mein Kampf" de Adolfo Hitler.

El tribunal que lo absolvió se apoyó en un fallo del Tribunal Supremo, que señala que una declaración ofensiva sobre la religión de alguien no es un delito. El tribunal también desestimó los otros puntos de la acusación contra el líder del populista Partido de la Libertad (PVVI), como discriminación y ofensa contra los seguidores del islam.

¿Adiós burka y Corán?

Wilders, de 47 años, ha recibido numerosas amenazas de muerte y tiene que vivir bajo protección las 24 horas. Señaló que su denominación del islam de "ideología fascista de terroristas" está cubierta por el derecho a la libertad de expresión. También dijo que Europa está amenazada por un proceso de islamización y como político dijo tener el derecho y la obligación de advertir de ello públicamente. Además, argumentó que sus declaraciones no van contra los musulmanes sino contra la tradición, cultura e ideología islámica.

Su triunfo es casi total: tras un proceso de meses, su popularidad ha registrado un fuerte avance. Muchos esperan que exija ahora con más fuerza que nunca la prohibición del Corán y de la burka y otros símbolos del Islam. El autodenominado defensor de la cultura cristiano-judaica podría también exigir en su lucha contra la "islamización de Europa" el cese de la inmigración de países islámicos.

Una nueva Holanda

Su absolución está en consonancia con la nueva política del gobierno sobre integración extranjera anunciada hace unos días, según la cual los inmigrantes -sobre todo los de religión o cultura diferente- estarán obligados en el futuro a integrarse en la sociedad incluso sin ayuda estatal. Deberán participar en cursos que tendrán que pagar de su bolsillo y quien no pase el examen pertinente perderá el derecho de residencia.

Así lo contempla la nueva directiva presentada la semana pasada por el primer ministro democristiano Piet Hein Donner, lo que supone nada menos que un adiós definitivo a la idea de que Holanda es una sociedad multicultural.

Los detractores de Wilders dijeron que llevarán ahora el caso al Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, argumentando que el fallo significa que Holanda ha fracasado en proteger a las minorías étnicas de la discriminación.

Autor: reuters/dpa/chp

Editora: Emilia Rojas

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