by Efraim Karsh
Yale, 336 pp., $32.50
Revisado por Daniel Pipes
National Review
Mayo 17, 2010
Nakba, la palabra arabe para "catastrofe," ha entrado al idioma ingles en referencia al conflicto arabe-israeli. Como es definido por la website antiisraeli The Electronic Intifada, Nakba significa "la expulsion y despojo de cientos de miles de palestinos de sus hogares y tierra en 1948."
Aquellos que desean que Israel desaparezca promueven activamente la narrativa de la Nakba. Por ejemplo, el Dia Nakba sirve como una contraparte de duelo palestino para las festividades por el Dia de la Independencia de Israel, publicando anualmente los supuestos pecados de Israel. Tan establecido se ha vuelto este dia que Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas — la misma institucion que creo el Estado de Israel — ha enviado su apoyo al "pueblo palestino en el Dia Nakba." Incluso Neve Shalom, una comunidad judeo-palestina en Israel afirmando estar "comprometida en trabajo educativo para la paz, igualdad, y entendimiento entre los dos pueblos", como corresponde conmemora el Dia Nakba.
La ideologia de la Nakba presenta a los palestinos como victimas sin eleccion y por lo tanto sin responsabilidad por los males que recayeron sobre ellos. Acusa solo a Israel por el problema de los refugiados palestinos. Este punto de vista tiene un atractivo intuitivo, para los palestinos musulmanes y cristianos habia formada una gran mayoria en la tierra que se volvio Israel, mientras que la mayoria de los judios eran relativos recienllegados.
Sentido intuitivo, sin embargo, no iguala a adecuacion historica. En su nuevo tour de force, Palestina Traicionada, Efraim Karsh de la Universidad de Londres ofrece esto ultimo. Con su acostumbrada investigacion de archivos en profundidad- en este caso, basandose en masas de documentos recientemente desclasificados del periodo del mandato britanico y de la primera guerra arabe-israeli, 1917–49 — clara presentacion, y meticulosa sensibilidad historica, Karsh arguementa el caso opuesto: que los palestinos decidieron su propio destino y tienen casi total responsabilidad por volverse refugiados.
En las palabras de Karsh: "Lejos de ser las indefensas victimas de un predatorio ataque sionista, fueron los lideres arabes quienes, desde principios de los años 1920s en adelante, y muy en contra de los deseos de sus propios mandantes, lanzaron una implacable campaña para borrar el renacer del estado nacional judio la cual culmino en el violento intento de abortar la resolucion de particion de la ONU." Mas ampliamente, el observa, "no hubo nada inevitable acerca de la confrontacion palestino-judia, dejando a un lado el conflicto arabe-israeli."
Pero mas contra-intuitivamente, Karsh muestra que su entendimiento era el convencional, de hecho la indiscutida interpretacion a fines de los años 1940s. Solo con el paso del tiempo los "Palestinos y sus partidarios occidentales reescribieron gradualmente su narrativa nacional," haciendo por lo tanto a Israel el unico culpable, el unico excoriado en las Naciones Unidas, salones de clase universitarios y editoriales.
Karsh plantea exitosamente su caso estableciendo dos puntos principales: que (1) la parte judia-sionista-israeli busco perpetuamente encontrar un compromiso mientras que la parte palestina-arabe-musulmana rechazo casi todos los acuerdos; y (2) la intransigencia y violencia arabe causaron la "catastrofe" auto-infligida.
El primer punto es mas familiar, especialmente desde los Acuerdos de Oslo de 1993, poruqe continua el patron de hoy dia. Karsh demuestra una consistencia de buena voluntad judia y rechazo arabe retrotrayendose a la Declaracion Balfour y persistiendo a traves del periodo del gobierno britanico. (Para recordar, la Declaracion Balfour de 1917 expreso la intencion de Londres de establecer en Palestina un "hogar nacional para el pueblo judio", y la conquista britanica de Palestina solo 37 dias despues le dio control de Palestina hasta 1948.)
En los primeros años despues de 1917, la reaccion arabe fue muda, mientras los lideres y masas por igual reconocian los beneficios de la dinamica empresa sionista que ayudo a revivir una Palestina atrasada, pobre, y escasamente poblada. Entonces surgio, con la facilitacion britanica, la nociva figura que dominaria la politica palestina por mas de las siguientes tres decadas, Amin al-Husseini. Desde aproximadamente 1921 en adelante, Karsh documenta, sionistas y palestinos tuvieron muchas opciones para tomar; mientras que los primeros invariablemente optaron por el compromiso, los ultimos implacablemente decidieron el exterminio.
En distintas capacidades— mufti, titular de organizaciones islamicas y politicas, aliado de Hitler, heroe de las masas arabes — Husseini manejo a sus electores a lo que Karsh llama "un despiadado curso de choque con el movimiento sionista." Odiando a los judios tan maniaticamente que el continuo uniendose a la maquinaria del genocidio nazi, Husseini rechazo aceptar su presencia en cualquier cantidad en Palestina, mucho menos cualquier forma de soberania sionista.
Desde principios de los años 1920s, entonces, uno observo un patron aun en vigencia y familiar hoy: la acomodacion sionista, "dolorosas concesiones" y campañas constructivas para paliar las diferencias, se encontraron con antisemitismo, rechazo y violencia palestinos.
Complementando a esta dramatis personae binaria, y complicando su agudo contraste, estaban las generalmente mas acomodadas masas palestinas, la desgraciadamente antisemita autoridad del mandato britanico, un rey jordano ansioso por gobernar sobre los judios como subditos, los debiles lideres estatales arabes, y un erratico gobierno americano.
A pesar de la radicalizacion de la opinion palestina por parte del mufti y a pesar del ascenso nazi al poder, los sionistas se mantuvieron buscando una acomodacion. Tomo algunos años, pero la politica de suma cero y eliminacionismo del mufti finalmente convencio a los reticentes lideres de Avoda, incluyendo a David Ben-Gurion, que los buenos trabajos no facilitarian su sueño de aceptacion. Pero a pesar de repetidos fracasos, ellos continuaron la busqueda de un socio arabe moderado con quien lograr un acuerdo.
En contraste, Ze'ev Jabotinsky, el precursor del partido Likud de hoy, ya en 1923 entendio que "no hay siquiera la mas minima esperanza de jamas obtener el acuerdo de los arabes de la Tierra de Israel para que 'Palestina' se convierta en un pais con una mayoria judia." Pero aun el rechazo la idea de expulsar a los arabes e insistio en su pleno poder de voto en un futuro estado judio.
Esta dialectica culmino en noviembre de 1947, cuando las Naciones Unidas aprobaron un plan de particion que en nuestros dias seria llamado una solucion de dos estados. En otras palabras, entrego a los palestinos un estado sobre una bandeja de plata. Los sionistas se regocijaron, pero los lideres palestinos, sobre todo el maligno Husseini, rechazaron amargamente cualquier solucion que apoyara la autonomia judia. Ellos insistieron sobre todo y asi no obtuvieron nada. Si ellos hubiesen aceptado el plan de la ONU, Palestina estaria celebrando su 62º aniversario este mayo. Y no hubiese existido ninguna Nakba.
La parte mas original de Palestina Traicionada es la mitad que contiene una revision detallada de la huida de musulmanes y cristianos de Palestina en los años 1947–49. Aqui la investigacion de archivos de Karsh corre por su cuenta, permitiendole presentar un rico cuadro unico de las circunstancias especificas de la huida arabe. El va uno por uno a los distintos centros de poblacion arabes- Qastel, Deir Yassin, Tiberias, Haifa, Jaffa, Jerusalem, Safad — y entonces asume una observacion de cerca a los poblados.
La guerra de independencia de Israel divide en dos partes. Feroces combates comenzaron en el termino de horas del voto de particion de Palestina de Naciones Unidas el 29 de noviembre de 1947, y duro hasta la vispera de la evacuacion britanica el 14 de mayo de 1948. El conflicto internacional comenzo el 15 de mayo (el dia despues que Israel entro en existencia), cuando ejercitos de cinco estados arabes invadieron, con hostilidades durando hasta enero de 1949. La primera fase consistio en gran parte de guerra de guerrillas, la segunda principalmente de guerra convencional. Mas de la mitad (entre 300000 y 340000) de los 600000 refugiados arabes huyeron antes de la evacuacion britanica, y la mayoria de ellos en el mes final.
Los palestinos huyeron en un amplio rango de circunstancias y por razones variadas. Los comandantes arabes ordenaban a los no combatientes salir del camino de las maniobras militares; o ellos amenazaban a los rezagados con tratamiento como traidores si permanecian; o ellos demandaban que los poblados fuesen evacudos para mejorar su posicionamiento en el campo de batalla; o prometian un retorno seguro en una cuestion de dias. Algunas comunidades prefirieron huir antes que firmar una tregua con los sionistas; en las palabras del alcalde de Jaffa, "Yo no pienso en la destruccion de Jaffa si nosotros aseguramos la destruccion de Tel Aviv." Los agentes del mufti atacaban a los judios para provocar hostilidades. Las familias con los medios para hacerlo huian del peligro. Cuando los arrendatarios agricolas escuchaban que sus patrones serian castigados, temieron ser expulsados y lo previeron abandonando la tierra. Amargas enemistades internas encadenaron el planeamiento. Escasez de comida y otras necesidades se difundieron. Los servicios como estaciones de agua fueron abandonados. Los miedos se extendieron de los tiradores arabes, como lo hicieron los rumores de las atrocidades sionistas.
En solo un caso (Lydda) las tropas israelies echaron a los arabes. La singularidad de este acontecimiento tiene enfasis. Karsh explica toda esta primera fase de combate: "Ninguno de los 170,000–180,000 arabes huyendo de centros urbanos, y solo un puñado de los 130,000–160,000 pobladores que dejaron sus hogares, fueron forzados a salir por los judios."
El liderazgo palestino desaprobaba un retorno de poblacion, viendo esto como reconocer implicitamente al naciente Estado de Israel. Los israelies estaban en principio listos para asumir a los evacuados pero luego endurecieron su posicion mientras la guerra progresaba. El Primer MInistro Ben-Gurion explico su pensamiento, el 16 de junio de 1948: "Esta sera una guerra de vida y muerte y (los evacuados) no deben poder retornar a los lugares abandonados... Nosotros no comenzamos la guerra. Ellos hicieron la guerra. Jaffa llevo a cabo la guerra contra nosotros, Haifa llevo a cabo la guerra contra nosotros, Beisan llevo a cabo la guerra contra nosotros. Y yo no los quiero nuevamente para hacer la guerra."
En resumen, Karsh explica, "Fueron las acciones de los lideres arabes que condenaron a cientos de miles de palestinos al exilio."
En este libro, Karsh establece dos hechos trascendentales: los arabes abortaron el estado palestino y que ellos causaron la Nakba. En el proceso, el confirma su status como el preeminente historiador del Medio Oriente escribiendo hoy, y extiende los argumentos de tres de sus anteriores libros. Su obra magna, Imperios de la Arena: La Lucha por el Dominio en el Medio Oriente, 1789-1923 (con Inari Karsh, 1999), argumentaba que los medio-orientales no eran, como generalmente se pensaba, "indefensas victimas de las potencias predatorias imperiales sino activos participantes en la reestructuracion de su region," un movimiento con vastas consecuencias politicas. Palestina Traicionada aplica la tesis de ese libro al conflicto arabe-israeli, privando a los palestinos de excusas y victimizacion, mostrando que ellos eligieron activamente, aun cuando erroneamente, su destino.
En Fabricar la Historia Israeli: Los "Nuevos Historiadores" (1997), Karsh expuso el trabajo de mala calidad, aun la fraudulencia, de la escuela de historiadores israelies que culpan del problema de los refugiados palestinos de 1948–49 al estado judio. Palestina Traicionada ofrece la otra cara de la moneda; si el anterior libro refuta errores, este establece verdades. Finalmente, en Imperialismo Islamico: Una Historia (2006), el mostro el centro expansionista de la fe islamica en accion con el correr de los siglos; aqui el explora ese manejo en un detalle minucioso entre los palestinos, conectando la mentalidad supremacista islamica con una falta de voluntad a hacer concesiones practicas ante la soberania judia.
Palestina Traicionada reenmarca el debate arabe-israeli de hoy dia poniendolo en su apropiado contexto historico. Probando que por 90 años la elite politica palestina ha optado por rechazar "el renacer nacional judio e insistiendo sobre la necesidad de su violenta destruccion", Karsh concluye correctamente que el conflicto terminara solo cuando los palestinos rindan sus "esperanzas genocidas."
Daniel Pipes es columnista del National Review Online, director del the Middle East Forum, y miembro visitante distinguido Taube en la Hoover Institution.
Fuente: National Review
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