lunes, 15 de diciembre de 2014



  Halaja of the Day
20 de Kislev de 5775 
Las tensiones entre los judíos y el imperio griego comenzaron mucho antes de Jánuca. Alrededor del año 320 antes de la era común Alejandro Magno conquistó Jerusalem. Al principio exigió lo que se consideraba una muestra normal de sumisión en aquellos días: que su estatua fuera erigida en el Bet-haMiqdash. Los judíos rechazaron diplomáticamente este pedido. Y le ofrecieron al gran general Macedonio que cada niño judío que naciera en ese año fuera nombrado "Alexander" en su honor. Alejandro aceptó la oferta y dejó a los judíos relativamente en paz.

Después de la muerte de Alejandro, su imperio  se dividió entre sus tres generales y comenzó un período de Helenización, es decir,  un movimiento para que todos los pueblos conquistados por los griegos abrazaran la cultura griega y su religión. Los griegos introdujeron sus creencias y valores en todo el mundo civilizado: las prácticas paganas promiscuas, la idolatría, la competencia física, la idealización de la belleza exterior y la industria del entretenimiento, etc. Estos nuevos "valores" fueron adoptados rápidamente por todos los pueblos del imperio griego. Con excepción de los judíos.

Al principio los griegos trataron de asimilar a los obstinados judíos por medios no violentos. Para eso se concentraron en las personas más vulnerable: los ricos. Aquellos que tenían más para perder. Los griegos amenazaron a los ricos con confiscar toda su fortuna y también los tentaron con la reducción de impuestos y posiciones aristocráticas si empezaban a actuar como griegos. Lentamente muchos judíos influyentes se asimilaron. Esta situación llego a su pico cuando durante un Shabbat, el sacerdote Jason, que fue comprado por los griegos, asistió a una competición deportiva en el estadio construido al lado del Bet haMiqdash, en lugar de dirigir los servicios en el Templo. No obstante, aunque muchos judíos asimilados siguieron a los griegos, la mayoría de los judíos permanecieron leales a su fe.

Los griegos se dieron cuenta entonces que habían fracasado tratando de asimilar pacíficamente a los judíos durante 150 años. Y en el año 169 aec, Antiojus Epifanes decidió que ya era hora de dejar de ser buenos y persuasivos. Había llegado el momento de imponer los valores griegos por la fuerza. Antiojus trajo sus ejércitos a Yerushalayim. En primer lugar impidió a los Yehudim ofrecer los sacrificios diarios en el Bet haMiqdash. Luego, profanó nuestro Templo y lo transformó en en templo para sus ídolos. Después de terminar con el Templo continuó con la imposición de un nuevo estilo de vida para los judíos. En el año 167 aec Antiojus decretó que practicar el judaísmo era un crimen castigado con la ejecución. Shabbat, Rosh Jodesh, Kashrut y en particular, la circuncisión fueron prohibidos. Y los judíos estaban obligados a arrodillarse en publico cada vez que pasaban frente a un ídolo griego.  Al principio, los Yehudim no reaccionaron. Miles de Judíos escogieron la muerte antes que adorar ídolos. Y entonces, algo cambió. 
Cuando los griegos entraron en la ciudad de Modi'in,  le ordenaron a Matitiyahu HaCohen, el líder de la ciudad,  ofrecer un sacrificio a un ídolo pagano. Matitiyahu se negó. Pero en lugar del martirio (= dejarse matar para no practicar la idolatría) luchó y termino matando a los que traían las órdenes de Antiojus. Este acto heroico inspiró la insurrección armada contra el tirano Antiojus. Con la ayuda de HaShem, Matitiyahu y sus hijos derrotaron a los poderosos ejércitos griegos en varias batallas y al final, en el año 165 , restablecieron el Bet haMiqdash y restauraron la soberanía judía sobre la tierra de Israel.

El rabino Eliezer Melamed (Penine Halajá, zemanim, 218-220) dice que, irónicamente (o providencialmente) la impaciencia de Antiojus ayudó a muchos judíos a darse cuenta de que tenían que luchar para preservar su religión. Si los griegos hubieran sido más paciente, la asimilación podría haber sido mucho mayor,  y las consecuencias habrían sido devastadores. Como ocurrió muchas veces, al prohibir la práctica del judaísmo, los judíos, incluso los más asimilados, reaccionaron y comenzaron la rebelión. 

La victoria de los judíos sobre el ejército griego no fue considerada sólo un triunfo militar épico sino por sobre todo un gran milagro que ocurrió batalla por batalla. Durante más de dos siglos, desde el año 165 aec hasta el año 68 de la era común, los judíos celebraban con una festividad especial cada una de las batallas que ganaron contra el poderoso ejército griego. Especialmente aquellas batallas que constituyeron un punto de inflexión en la lucha contra la Helenización. Un antiguo libro de crónicas compuestas al principio de la era común por Jananiá ben Hizqiá, llamado Meguilat Ta'anit, registra todos esos días de fiesta, un total de treinta y cinco, en los cuales se celebraban las victorias de la Macabim o Jashmonayim.

Algunas ilustraciones:

El 13 de Adar era "Yom Niqanor". En aquel día los Yehudim derrotaron al gran ejército del general griego Niqanor.

 
El 14 de Nisán, los judíos reconquistaron la ciudad de Cesárea.

 
El 22 de Elul fue cuando los Jashmonayim llevaron a la justicia a los judíos (meshumadim) que se habían unido al ejército enemigo.

 
El 22 de Shebat, fue cuando Antiojus llegó con su poderoso ejército seléucida y rodo Yerushalayim. Era muy raro que el propio rey viniera con su ejército. Pero Antiojus quería asegurarse de que esa iba a ser la batalla final contra los judíos rebeldes. Su intención era destruir Jerusalén, y su Templo y matar a todos los judíos de la ciudad. En ese día, le llegaron noticias a Antiojus que los Partos, unos de los ejércitos más temidos de la antigüedad, estaban atacando la capital de su reino, Jerat. Antiojus decidió posponer su ataque final contra los judíos y llevó a su ejército a combatir a los Partos en en año 164. En esa guerra fue derrotado y muerto.

Tras la destrucción del segundo Bet haMiqdash  en el año 68 de la era común, los rabinos entendieron que no se debían celebrar más esas fiestas nacionales, si nuestro Bet haMiqdash está destruido y estamos derrotados en el exilio. Los Jajamim suspendieron las celebraciones de todas las victorias registradas en Meguilat Ta'anit (= batela meguilat ta'anit) con la excepción de Janucá, a causa del milagro del aceite. Esta es la razón por la cual celebramos Janucá encendiendo velas. La festividad no se concentra en las victorias militares, si no en el milagro del aceite. Aun así, en las Tefilot de Janucá ('al hanisim) mencionamos de una manera general las victorias del Jashmonayim y recitamos el Halel, agradeciendo a HaShem por los múltiples milagros que Él hizo con nuestros antepasados, salvándolos de sus poderosos enemigos.

SHABBAT SHALOM!

לע"נ מר אבי יעקב בן יהודה ז"ל

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