Boicot a Israel: romperlo no es tan difícil
Por: Eli Cohen
No es tan difícil plantar cara a los de siempre. Y mucho menos con argumentos sólidos y razonables. El año pasado lo hizo el escritor Antonio Muñoz Molina, dejando claro a los que le pedían que no fuera a recoger el prestigioso Premio Jerusalén que no estaba dispuesto a “boicotear a un pueblo entero“. Ahora lo ha demostrado la guapísima Scarlett Johansson, que no veía problema en ser la imagen de Soda Stream, una compañía con sede en Maale Adumim, colonia judía en un territorio en disputa –que no tierra ocupada a un país extranjero–, y en la que trabajan árabes israelíes o palestinos. Scarlett fue clara y precisa en su respuesta a los que le pedían que rompiera su contrato con la compañía israelí:
Scarlett, como Muñoz Molina, ha dado en el clavo: para alcanzar la paz hay que cooperar, no hacer ningún boicot. Soda Stream no es ni el Gobierno ni el Ejército de Israel. Es una empresa que crea puestos de trabajo y fomenta la cooperación entre israelíes y palestinos. Es cierto, opera en un asentamiento que linda con Jerusalén, pero, por si muchos aún no se han curado de lo suyo leyendo, los asentamientos no son refinerías de sangre palestina, sino pequeños pueblos y ciudades donde interactúan árabes e israelíes.
En este sentido, los trabajadores palestinos de la empresa han tomado la palabra respecto a la polvareda levantada, dejando en evidencia los manidos argumentos del boicot.
Así se manifiesta Ahmed Naser:
Mohamed Yusef, de 22 años, también alaba a Soda Stream:
Nabel Besharat, jefe de turno en la compañía y residente en Ramala, va más lejos aún:
Suponíamos que la presión internacional de los de siempre iba a ser algo perfectamente salvable para la preciosa piel de marfil. ¿Qué iba a suponer que unos que están callados y escondiditos mientras en Siria han muerto ya 200.000 personas se quejaran ante el anuncio de Scarlett durante la Super Bowl? Minucias. Ruido de fondo. Pero es que Scarlett era también embajadora de Oxfam. La polémica adquiere entonces más relevancia. La ONG dice que los asentamientos son ilegales, y que el apoyo de la actriz a Soda Stream es incompatible con ser su embajadora. Entonces Scarlett, ni corta ni perezosa, les mandó a tomar viento argumentando que existe una “diferencia fundamental de opinión en lo que al movimiento de boicot, desinversiones y sanciones (BDS) a Israel se refiere”.
Si nos acercamos a la web de Oxfam, y vemos cómo están actuando ante lo que pasa en Siria, por ejemplo, el escándalo sería mayúsculo… si los despropósitos en temas internacionales no salieran gratis. Mientras que proscriben todo lo que pasa en los asentamientos, que, les guste o no, son territorios en disputa entre los israelíes y los palestinos y cuyo estatus debe ser resuelto en una negociación, no les leemos nada de boicotear al Gobierno de Asad o en apoyo a algún movimiento democrático. Sin mencionar su actitud ante otros regímenes.
Hay muchos nombres para esto: doble rasero, hipocresía, moral selectiva… Sin embargo, a todos nos resuena en la mente una palabra un poco más fea.
De esta última polémica podemos extraer, aparte de un amor más ferviente si cabe por la protagonista de Lost in Traslation o Match Point, la lección de que no es tan difícil vencer la falsedad de los que hacen caja -normalmente del erario público vía subvención- con el boicot a Israel. De esos que se quedan sordos ante lo que ha pasado en Libia y pasa en Irán, Siria o el Cuerno de África pero encienden sus micrófonos y rotativas si la cuestión tiene que ver con Israel. Es fácil dejarles mudos, principalmente, porque apoyar el boicot a los israelíes –no sólo al Gobierno, sino a todos los israelíes– es contraproducente para la paz y para la convivencia.Y los que de verdad quieren la paz, y no la desaparición de Israel, lo saben. Lo que necesitábamos era coraje y valentía, que también han tenido, desoyendo las presiones, cantantes como Madonna o grupos como La Oreja de Van Gogh.
Brendan O’Neill define atinadamente en The Telegraph, a propósito de la gesta de Scarlett, al movimiento BDS:
Por su parte, el consejero delegado de Soda Stream, Daniel Birnbaum, proclama:
Ladran, luego cabalgamos.
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