La gente en Europa está empezando a despertar a la verdadera naturaleza de la campaña BDS. Si Israel puede crear las políticas adecuadas, la lucha contra el boicot no está perdida.
Si parecía, por un momento, que la batalla contra la campaña BDS estaba perdida, ahora es el momento de mirar de nuevo. En Europa, de todos los lugares, están apareciendo signos de procesos de nuevos pensamientos. En primer lugar, los intentos de sabotear la “playa Tel Aviv”, a orillas del río Sena en París, fracasó miserablemente. Quienes se oponían lograron generar mucho ruido en los medios sociales, pero mucha, mucha más gente fue a celebrar en la playa en lugar de protestar en contra de ella.
En segundo lugar, el boicot contra el cantante Matisyahu en un festival de música en España se convirtió en un boomerang. Los organizadores exigieron que el cantante estadounidense declarara su apoyo a un estado palestino. El se negó. Resultó que esto le fue exigido sólo porque es judío. Y aquí, la conexión entre los organizadores del boicot y el antisemitismo se revela en toda su miseria. Incluso los españoles, que no son especialmente afectos a Israel, entendieron que era eso: El Gobierno aclaró que se opone al boicot, el público respondió con fuertes críticas y los organizadores del festival se disculparon y re-invitaron a Matisyahu.
Otro incidente interesante: un redactor del diario Libération, conocido por sus tendencias anti-israelíes, publicó un artículo crítico sobre Israel hace unos días. Nada nuevo hasta ahora. Pero la segunda mitad del artículo se ocupó de la campaña BDS. Y resulta que en este artículo sorprendente se declararon, uno por uno, los argumentos reales contra BDS: La campaña BDS no es por la paz o una solución de dos estados, sino que tiene como objetivo hacer que los judíos sean una minoría en un solo estado. Y en realidad, la solución de BDS es la solución de Hamas. Un gran país. Bingo. Así que está bien criticar a Israel, pero no hay necesidad de caer en la trampa de Omar Barghouti.
Y más está sucediendo en Europa. La enorme ola de inmigrantes relativamente recientes incluye cientos de miles de personas que no se asimilarán. La cálida bienvenida que recibieron hace décadas no hizo ningún bien. Algunos ciudadanos de segunda y tercera generación se niegan a adaptarse. De este grupo surgen las miles de personas que se unen a la jihad global, que es apoyada por una cuarta parte de los jóvenes musulmanes del continente. Esto no tiene ninguna conexión con Israel y el conflicto árabe-israelí. Los europeos reciben un recordatorio de esto cada pocas semanas.
La semana pasada, una masacre fue impedida en un tren que iba de Amsterdam a París. El terrorista no era víctima de ninguna ocupación. Estas circunstancias convierten en ridícula la campaña de boicot contra Israel, ya que la ideología de los partidarios del BDS dicen que la ocupación israelí es responsable de la rabia musulmana del mundo. En ciertos círculos esto es un axioma. Incluso el ex Presidente de EE.UU. Jimmy Carter lo afirmó después de los asesinatos en las oficinas de Charlie Hebdo.
¿Finalmente los hechos y la lógica están ganando? Por el momento no hay razón para celebrar. Una floración de unas pocas flores no significa que sea primavera. Pero lo que podemos decir, con cuidado, es que no todo está perdido. No es que las élites intelectuales se convertirán en pro-israelíes, ni mucho menos. En algunos círculos las actitudes anti-israelíes siguen siendo parte de las identidades colectivas y personales. El antisemitismo, dijo Sartre una vez, no es una opinión, es un estado del ser. Lo mismo ocurre con las ideologías anti-israelíes.
Eso no significa que haya lugar para la complacencia: Israel es culpado por causar el fracaso del proceso de paz expandiendo los asentamientos. Los amigos de Israel también, a menudo, están frustrados por lo que Israel se hace a sí mismo. Es cierto que el núcleo duro de los partidarios del BDS no ve una diferencia entre Tel Aviv y el asentamiento Tapuach. Sin embargo, las declaraciones de más construcciones en los asentamientos está empujando a la gente buena a apoyar el boicot. Pero la batalla no está perdida. La campaña BDS puede ser derrotada. Pero derrotarla requiere una política israelí que sirva a nuestro interés nacional. Eso no está ocurriendo todavía.
Fuente: YnetNews
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
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