lunes, 14 de febrero de 2011
CUANTO MAS CAMBIA, MAS IGUAL SIGUE
Yo imagino que no estoy solo en haber pensado a menudo en noviembre de 1977 en las ultimas semanas.
Yo era joven, estudiante universitario, pero aun recuerdo una tarde particular de ese mes con excepcional claridad. Anwar Sadat estaba llegando a Jerusalem. Yo no tenia televisor en mi dormitorio de la Universidad de Columbia, entonces mis abuelos me invitaron a verlo con ellos.
Mi abuelo fue una presencia enorme en mi vida. Fisicamente grande, alto y amplio, el era un profesor, un intelectual publico, un orador dotado, y un maestro sin sinsentido que me interrogaba en la Biblia y el Talmud, quien (como si yo no tuviera demasiado para leer en la facultad) me enviaba a casa con libros que insistia en que yo leyera para que el pudiera ver si yo los habia entendido.
Nosotros nos sentamos en el largo y algo raido sofa, frente a la television. Cuando la ceremonia en el Aeropuerto Ben-Gurion comenzo, yo pude casi escucharlo prestando atencion, su respiracion profunda y continua. Un avion desde Egipto cruzo la frontera y aterrizo, las escaleras se desplegaron. Apretones de manos por todos lados. Una banda comenzo a tocar. Y repentinamente, con Menajem Begin y Sadat parados atentos, los sonidos del “Hatikva.”
No no pienso que yo sabia para entonces apreciar completamente quien era Sadat y lo que el habia hecho para llegar a ese lugar y esa epoca. Pero incluso en mi ingenuidad de recien salido de la secundaria, yo entendia que este era un momento transformador.
Alli estaba el, el presidente del archienemigo de Israel parado atentamente para el himno nacional de los sionistas.
Yo escuchaba atentamente, tomandolo todo, cuando repentinamente otro sonido fue registrado. No seguro de lo que era, me volvi hacia mi abuelo, y la primera cosa que adverti fue su camisa mojada. Solo entonces vi las lagrimas fluyendo por su cara.
En todos los cientos de cientos de horas que nosotros pasamos juntos, leyendo, estudiando, discutiendo, riendo, fue la primera vez que yo lo haya visto llorar. Fue en ese momento que pienso que comence por primera vez a entender lo que significaba todo. Su creencia de toda la vida que esto nunca podria suceder repentinamente comprobo estar equivocada. Quizas, yo supongo que el imagino entonces, que ese momento podria haber significado que toda la muerte podria estar terminando, que un siglo peor que cualquiera que los judios hayan alguna vez conocido podria estar dando paso a nuevas posibilidades.
Yo no se cuanto de eso entendi esa tarde, pero ahora, yo pienso que tengo una sensacion de por que el estaba llorando. Aun hoy, unas tres decadas y media mas tarde, cada vez que alguien menciona el viaje de Sadat a Jerusalem, mi primer pensamiento es, “Hizo a mi saba llorar." Porque finalmente, parecia que todo podria cambiar.
TREINTA Y PICO DE AÑOS mas tarde, una puesta de Shabat a la tarde diferente, nosotros estamos en Jerusalem ahora, y mi esposa me advierte bajando el libro que he estado leyendo por demasiadas semanas. “Yo nunca vi a nadie decir que ellos aman un libro, y aun asi le lleve tanto leerlo”, me dice. “Que sucede contigo y ese libro?”
Es el libro de Rabbi Benny Lau Jeremias: Destino de un Profeta. Un excelente recuento del Libro de Jeremias, en el cual Lau reordena los capitulos que en la version biblica no estan en orden cronologico, y tambien provee el contexto historico que uno necesita para apreciar el contexto en el cual Jeremias estuvo profetizando. Es tambien una lectura insoportable.
El de Jeremias era un mundo de locura nacional judia. Sucesivos reyes de Judah se imaginaban infinitamente mas poderosos y mucho menos vulnerables que lo que realmente eran. Con poderes masivos rodeandolos, Egipto al sur y los asirios y babilonios al norte, ellos constantemente tomaban decisiones de politica exterior mal aconsejadas, todo mientras ignoraban completamente la decadencia y depravacion moral desarrollandose dentro de sus propias fronteras. A considerable riesgo personal, Jeremias advirtio al pueblo que su salvacion no derivaria de alianzas con las potencias extranjeras en las que no se podia confiar y, en cambio, el urgia, ellos harian mejor en concentrarse en crear una sociedad que fuera justa y decente.
Jeremias, por supuesto, no fue necesario. Nosotros conocemos el fin de la historia, entonces leer el libro de Lau es como leer acerca de un accidente de tren que podria haber sido evitado, pero que ustedes saben esta por suceder. Ese, por supuesto, es precisamente el motivo por el cual Lau escribio el libro. El accidente de tren no tenia que suceder, confiesa el, pero a menos que algo dramatico cambie, puede bien suceder.
“Entonces que hay con bajar el libro cada diez minutos?” pregunta nuevamente mi esposa. “Pense que dijiste que era maravilloso.”
“Es excelente,” le aseguro. “Pero es insoportablemente triste. Tu puedes rebobinar las noticias dos milenios y medio, y pensar que los nombres de los personajes son diferentes, los lugares son los mismos y asi lo es la dinamica. Es todo basicamente la misma historia de hoy. Nada cambia, o asi lo parece."
NOSOTROS NO ESTAMOS precisamente de regreso a ser puestos en el medio entre el Egipto biblico y la Asiria o Babilonia biblicas. Ellos estan alli, pero no son los desafios irremontables que fueron miles de años atras. Hay una sola potencia que quedo de esa magnitud, y aunque la relacion esta desgastada, esta lejos de haber terminado. La pregunta real es cuan sabiamente lo manejaremos. Y no es como si uno no entendiera lo que esta sucediendo dentro de nuestras fronteras. Alguna gente lo hace, y ellos estan rogando que alguien- cualquiera- despierte. La pregunta es quien hara caso a quien.
Razon de mas para leer el libro de Lau, me parece. Su libro no importaria si todo estuviera perdido. Pero Jeremias aun importa precisamente ahora, mas que nunca, un gran acuerdo cuelga en la balanza, y el resultado depende en gran parte de nosotros. Nuestras decisiones acerca de cuan estrategicos y cuan decentes vamos a ser tienen todo que ver con si nosotros - como mi abuelo - tendremos causa para llorar, y cual sera esa causa.
El autor es vice presidente senior en el Shalem Center en Jerusalem. Su ultimo libro, Salvar a Israel: Como el Pueblo Judio Puede Ganar una Guerra que Puede Nunca Terminar gano el Premio Nacional del Libro Judio de 2009
Fuente: The Jerusalem Post- Este artículo fue traducido por Luisa Kasvin especialmente para el blog de OSA Filial Cordoba.
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