Egipcio agradecido con Facebook

Por Rafael Bardají
No hay mal que por bien no venga. Después de haber condenado a los neoconservadores como ingenuos o demonios que querían llevar la democracia al mundo del islam, ahora que son los jóvenes del Norte de África y Oriente Medio quienes se rebelan contra sus corruptos dirigentes, hasta la ministro de Defensa del gobierno socialista español, Carmen Chacón, admite que la política generalizada en Occidente de connivencia con los dictadores, era equivocada. Lástima que no actúe en consecuencia y dimita de un gobierno, como el de Zapatero, que ha apuntalado precisamente a esos dictadores, sobre todo en Marruecos.

Sumarse al carro siempre es fácil, pero hay que reconocer que fueron los ¨neocons¨, esos que tenían secuestrados a Bush, Blair y Aznar, los primeros, y prácticamente los únicos, que avisaron de que la estabilidad en el mundo árabe era más falsa que real y que la única salida segura a largo plazo era hacer avanzar allí la agenda de la libertad. Como condenso George W. Bush en su discurso de inauguración en enero de 2005, ¨nuestra seguridad depende de la libertad de los demás¨.

Ahora es fácil decir que las condiciones para el cambio estaban maduras y correr a defender a los manifestantes frente a sus dictadores, pero eso no es suficiente. Es lo mínimo que se debe decir. Lo que hay que ver es qué acciones concretas se adoptan para apoyar que el resultado de estas revueltas sea el mejor de los posibles en ese amplio espectro que va de la democracia liberal a la teocracia islamista. De lo que se trata para todos estos recién descubiertos ¨neocons¨ es ver qué hacen sus gobiernos a fin de que lo que salga triunfante de este cataclismo político y social sea más libertad política, mayor prosperidad económica y más tolerancia religiosa.

Si nos contentamos con ser meros espectadores, como hasta ahora, lo más probables es que los fuertes se impongan a los débiles, esto es, tanques y tiros sobre manifestantes, e islamistas sobre seculares. ¿Es eso lo que queremos? Sólo los demócratas de boquilla y nuestro g