viernes, 25 de febrero de 2011

Masacre en Libia, ¿dónde está la izquierda?

Masacre en Libia, ¿dónde está la izquierda?
Los brutales crímenes y represión al pueblo libio por parte de su propio gobierno, con centenares de víctimas civiles e inermes, que incluyen el fusilamiento de soldados que se niegan a asesinar a sus conciudadanos que manifiestan contra el dictador Muammar Gadafi, ocupan la mayoría de los titulares de los principales diarios del mundo. Enumerar los antecedentes del feroz dictador que gobierna Libia desde hace 42 años con mano férrea, con la complicidad de muchos países de Occidente que ahora se desgarran sus vestiduras, pero hasta hace poco distraídamente miraban para otro lado interesados en el petróleo o por intereses comerciales, no haría más que abundar la profusa difusión del penoso tema que se puede leer en cualquier medio.
La casi unánime condena de los países que integran la comunidad internacional (algunas tardías y obligadas) al sanguinario Gadafi, registró las ominosas excepciones de Cuba a través del longevo ex presidente Fidel Castro, Venezuela y Nicaragua.
En la reprobación de los asesinatos a la población civil que muchos ligeramente denominan como genocidio, ya que la definición del término por La Real Academia Española lo califica como exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad, hubo hasta el presente una ausencia oprobiosa: la izquierda representada por el mal llamado “progresismo”.
En ocasión de la guerra defensiva que libró Israel -en retaliación por los miles de misiles que impactaron en su territorio- contra el movimiento terrorista Hamas que gobierna la Franja de Gaza, miles de grupos de izquierda con la necedad que los caracteriza, salieron en defensa de los palestinos a condenar al país hebreo acusándolo de los crímenes más abyectos. Embajadas de Israel en Europa, Sudamérica, Grecia, Turquía y muchos países más, fueron el blanco favorito para virulentas protestas y agresiones.
La adhesión y simpatía de los progresistas con regímenes teocráticos islámicos, es de una irracionalidad y estupidez difícil de comprender. El hecho que tengan a Estados Unidos que encarna al “imperio” como enemigo común y a su principal aliado en Medio Oriente, Israel, los obnubila y les hace perder todo criterio. Obligado por la falta de credibilidad que ocasiona a la izquierda no pronunciarse ni repudiar en severos términos la matanza en Libia, el Coordinador de Política Internacional y eurodiputado de Izquierda Unida, Willy Meyer, condenó la sangrienta represión de la población civil de Libia llevada a cabo por Gadafi: "Ante la muerte de numerosos civiles en Libia, Izquierda Unida condena rotundamente cualquier intervención de fuerzas militares o policiales con el objetivo de reprimir con fuego real a manifestantes. Condenamos sin paliativos los ataques y bombardeos al pueblo libio y expresamos nuestra máxima repulsa". Pero como era previsible, incurriendo en el vicio d
e culpar a EE.UU. y a Israel de todas las calamidades que abruman a los sufridos musulmanes, y no reconociendo la responsabilidad endógena de los afectados, Meyer, dijo que “desde el profundo respeto a la soberanía de los pueblos y a sus luchas, denuncia los intentos de injerencia de las potencias occidentales en la región. Un ejemplo claro es que los 27 Estados miembros de la UE se encontraban negociando un acuerdo comercial con Libia hasta el día de hoy. Sin embargo, la UE no se planteó en ningún momento anular los acuerdos con Egipto, a pesar de los más de 300 muertos entre los manifestantes, y sigue manteniendo relaciones privilegiadas con Estados como Marruecos o Israel, pese a sus constantes atropellos contra los pueblos saharaui y palestino”.
La imbecilidad de cierta izquierda es funcional al radicalismo islámico, con el que comparte la judeofobia. El día miércoles, se vio en Bengahzi, Libia, una efigie que colgaba de un mástil, que representa a Muammar Gadafi, marcada con una estrella de David en su frente. Imágenes análogas se vieron también en Egipto durante las revueltas contra Mubarak, en las que se veían fotos de éste con una estrella de David sobre su imagen. Al respecto opinó el escritor norteamericano Robert Spencer: “Es una indicación de la omnipresencia del antisemitismo islámico: cuando estos manifestantes quieren retratar a alguien como un demonio, pintan una Estrella de David sobre su imagen. Esto también demuestra la ingenuidad de aquellos que insisten en que los manifestantes en Egipto, Libia y otros lugares de Oriente Medio son partidarios de la democracia secular. Pueden ser pro-democracia en la medida en que desean que la voluntad de los ciudadanos sea escuchada, pero teniendo en cuenta su cos
movisión, su marco de referencia, sus supuestos básicos sobre el mundo, si la voluntad popular se escucha, es probable que se traducirá en enormes victorias de la Hermandad Musulmana y grupos pro- islámicos similares”.
La increíble connivencia de la izquierda con los regímenes teocráticos, no será impedimento para que sus integrantes sean también víctimas del fundamentalismo islámico.
Rubén Kaplan
http://www.rkpress.com.ar/

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