Por Herb Keinon
Los principales líderes extranjeros y hombres de estado que se dirijan a la oficina del Primer Ministro Binyamin Netanyahu en las próximas semanas, harían bien en repasar la historia de Shapour Bakhtiar.
Porque Bakhtiar, un político reformista iraní elegido por el sha en 1978 para ayudar a crear un gobierno civil en los últimos días de su régimen, es un nombre que Netanyahu está continuamente trayendo a la conversación sobre la situación en Egipto.
El a menudo evoca el nombre de Bakhtiar, así como de Alexander Kerensky, el revolucionario ruso que dio ese país en un momento democrático en 1917, antes de ser barrido por los bolcheviques. Pero sobre todo Bakhtiar, porque Irán está mucho más cerca de casa, y el modelo allí - especialmente cómo los radicales islámicos tomaron el poder en un momento de revolución contra un líder autocrático - está presionando fuerte en las mentes de los líderes aquí.
El columnista del New York Times Thomas Friedman, nos asegura que este temor al modelo iraní no tiene que ser así. Escribiendo desde El Cairo, el dice que el presidente egipcio, Hosni Mubarak, "quiere que todos crean que se trata de Irán en 1979 por todas partes, pero simplemente no se siente de esa manera. Este levantamiento se siente post-ideológico."
Pero con todo el respeto debido a los "sentimientos" de Friedman, que sucede si el entendió todo mal? Y si la agitación en Egipto podría de hecho ser post-ideológica, pero es usurpada por los ideólogos, los mejor organizados de una mal organizada oposición egipcia? Friedman puede entonces ser capaz de escribir una columna "¡Upa, mi error", pero Egipto sería empujado hacia atrás en el tiempo, y este país sería golpeado con un lío colosal a sus puertas.
Lo cual es la razón por la cual Netanyahu hace hincapié en Bakhtiar.
Bakhtiar, un científico político, fue un crítico del régimen del shah, que, a pesar de su relativa moderación - llamó a la protesta pacífica y la democracia dentro del marco de la monarquía - pasó seis años en la cárcel por sus problemas. En 1977 se había convertido en una figura destacada en el proscripto Frente Nacional de oposición, y hacia finales de 1978, el sha - que veía su poder escabullirse - lo llamó para dirigir la transición de un gobierno militar a un gobierno civil.
El término de Bakhtiar como primer ministro duró 36 días completos, durante los cuales permitió que el Ayatollah Ruhollah Khomeini regresara al país, una medida que no ha demostrado ser demasiado astuta políticamente. Khomeini se negó a trabajar con Bakhtiar, caracterizandolo como traidor por trabajar con el sha. El Shah huyó en enero de 1979 y Bakhtiar se vio obligado a partir a Francia, cuatro meses después.
El resto, por supuesto, es historia - una nota al pie es que Bakhtiar fue asesinado en París en 1991.
EL MENSAJE DE NETANYAHU en las últimas dos semanas en unas pocas declaraciones públicas, y numerosas privadas, es que todo el mundo quiere la libertad, todo el mundo quiere la democracia. Sólo que tiene que venir despacio, porque si las instituciones no están preparadas para recibirla, Egipto podría tener su propia versión de Bakhtiar derrocado por su propia versión de los ayatollahs.
Cosas más extrañas han sucedido.
El mensaje constante de Netanyahu desde que comenzó la crisis, un mensaje dado junto con la visitante canciller alemana, Angela Merkel, y el plenario de la Knéset la semana pasada en hebreo y en Inglés esta semana a un grupo de parlamentarios europeos amigos que visitan la Knesset, fue que la transición en Egipto necesita ser lenta y gradual: evolución, no revolución. O como un alto funcionario diplomático dijo, que no pasen de cero a 100 kilómetros por hora en poco tiempo.
Netanyahu fue uno de los unicos líderes del mundo en articular públicamente este mensaje. De este modo, el ha ido en contra de la marea de la opinión pública occidental, que, comprensiblemente, está excitada por una sed creciente de libertad en Egipto.
Mientras que Netanyahu habló en público, otros dirigentes articularon en privado sentimientos similares directamente a la administración de EEUU. Según un informe del New York Times, estos mensajes vinieron de los líderes de Arabia Saudita, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos (ninguno de ellos, por cierto, bastiones de libertad).
Un informe del Times de Londres el jueves, decía que el rey Abdullah de Arabia Saudita amenazó incluso al presidente de EEUU Barack Obama que él financiaría a Egipto, si EEUU retiraba sus $1.5 mil millones en ayuda.
Abdullah dijo de acuerdo al informe que Mubarak tendrá permitido dirigir el proceso de transición de Egipto y dejar el poder con "dignidad."
Esa conversación o los mensajes de Netanyahu, o los pedidos del rey de Jordania o los Emiratos Árabes Unidos tuvieron una influencia en Washington? Es difícil de decir. Pero una cosa que está clara es que se ha producido un vertiginoso cambio radical en la política estadounidense, un cambio radical tan preocupante para algunos funcionarios en Jerusalem como la velocidad inicial con la que Obama y la secretaria de Estado, Hillary Clinton, sin ceremonias arrojaron a la basura a Mubarak, cuando la prensa informó sin aliento desde la plaza Tahrir que los ríos de la libertad - como el propio Nilo - fluían a través del país.
Solo una semana después Obama pidió por una transición "ahora", traducida por el secretario de prensa de la Casa Blanca, Robert Gibbs, en el sentido de "ayer", el mensaje de esta semana fue que una salida rápida por parte de Mubarak podría conducir a una mayor confusión y agitación, no necesariamente a la creación de un gobierno verdaderamente democrático.
Si bien este enfoque más gradual para el cambio fue bien recibido en Jerusalem, la rápida sacudida de la política de EEUU dejó a algunos moviendo la cabeza, con un funcionario del gobierno diciendo que simplemente parecía que la administración de EEUU no tenía una política clara para Medio Oriente ni idea de lo que estaba haciendo.
El peligro en esa conclusión es múltiple, dijo el funcionario. En primer lugar, enviaba un mal mensaje a otros aliados de EEUU en busca de un grado de constancia en la política.
En segundo lugar, envió escalofríos en las espaldas de los que miran a los EEUU para orientación en el Medio Oriente, por una sensación que hay alguien a cargo, alguien que ve las cosas con claridad y sabe cómo llegar allí.
También repercute negativamente en el proceso diplomático, porque si EEUU es torpe en Egipto - primero abandonando a Mubarak, luego zigzagueando y dando un paso atrás - Qué confianza hay en Jerusalem que la administración sabe lo que está haciendo en el tema palestino-israelí? Esta sensación que EEUU "simplemente no lo entiende" se vio reforzada para algunos por la aparición esta semana en la Conferencia de Herzliya de James Jones, el general retirado marino que, hasta su salida en octubre, como asesor de seguridad nacional de Obama, fue el formulador clave de la política de EEUU en Medio Oriente durante los últimos cuatro años - en primer lugar para la administración Bush, y aún más como una parte clave del equipo de Obama.
Encerrados en una idea preconcebida que las últimas dos semanas de realidad regional no han provocado sacudidas, Jones dijo que aún con el Medio Oriente en agitación, el conflicto palestino-israelí sigue siendo el problema central - no sólo para los dos principales, sino para la humanidad misma.
"Soy de la creencia que si Dios se hubiera aparecido frente al presidente Obama en el 2009 y dijera que si el pudiera hacer una cosa en la faz de la tierra, y sólo una cosa, para hacer del mundo un lugar mejor y dar a la gente más esperanza y oportunidades para el futuro, me atrevería a decir que tendría algo que ver con la búsqueda de la solución de dos estados para el Medio Oriente", dijo Jones a la prensa tras su discurso.
Su lógica el la explicó en el discurso. Un proceso de paz fallido se alimenta y maneja "casi todo, todo lo que nos amenaza, todo lo que sucede en esta región, y que tiene ramificaciones globales si no es encarado".
"El proceso de paz fracasado debilita a los moderados árabes", dijo, no abordando como el abandono de un "moderado" tal como con Mubarak por parte de EEUU podría ahora estar haciendo que se sientan otros moderados.
Pero el principal argumento de Jones fue que la falta de un acuerdo de paz "refuerza y amplía" el atractivo de Irán y el atractivo de su mensaje.
Irán, dijo el, teme a una resolución del conflicto ", y se beneficia de la atención dividida de la comunidad mundial. Hamas y Hezbolá sacan fuerzas de la cuestión palestina."
Jones y Netanyahu concuerdan en que Irán es un tema cardinal. Pero mientras que Netanyahu quiere reducir su influencia al asegurar que Egipto no caiga hacia su lado del puente, Jones sostiene que la mejor manera de reducir esta influencia es con un acuerdo de paz entre Israel y Palestina, como si una vez que se ocuparan de ello, el régimen iraní perderá su atractivo, el más amplio conflicto arabe-israelí desaparecerá y Hamas y Hezbolah no encontrarán alguna otra injusticia o mal israelí percibido para alimentarse.
Por supuesto, Jones ya no está en el poder, pero es seguro asumir que lo que dice refleja una fuerte corriente de pensamiento dentro de la administración.
Como tal, sus palabras de esta semana hicieron un largo camino para explicar las enormes brechas conceptuales que distinguen a Washington y Jerusalem, brechas que la crisis actual no está necesariamente estrechando.
Fuente: The Jerusalem Post- Esta nota fue traducida especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba
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