viernes, 28 de octubre de 2011

Alemania muestra documentos inéditos del «caso Dreyfus», que se sacudió la vida política de Francia‏


l capitán Alfred Dreyfus se le acusó de alta traición y fue condenado injustamente por un tribunal militar por ser judío y alsaciano
Fue una complicada intriga político-judicial con numerosos implicados que trajo consigo un reguero de suicidios, ruinas y algún duelo. En la Francia de «fin de siècle», el «caso Dreyfus» separó para siempre a familias y a amigos que lo habían sido toda la vida, y llegó a convertirse en un asunto de Estado. Una exposición que se puede ver hasta el próximo día 19 en el Centro Moses Mendelsohn de Potsdam, cerca de Berlín, arroja nueva luz sobre la historia al mostrar documentos inéditos de archivos oficiales alemanes.

Permanecer encadenado en un recinto vallado en la Isla del Diablo equivalía prácticamente a una pena de muerte. En 1895, el capitán Alfred Dreyfus fue condenado a pasar el resto de su vida en ese inhóspito lugar frente a la costa de la Guyana Francesa. Tenía que ingerir comida pasada en latas oxidadas y defenderse de los escorpiones bajo un calor asfixiante. Un tribunal militar le había hallado culpable de alta traición como autor de un documento con secretos militares sobre la movilización de la artillería francesa, interceptado en la Embajada alemana. Setenta años después de su muerte, la historia de Dreyfus sigue leyéndose como una advertencia contra el poder manipulador de la prensa y su efectividad a la hora de difundir prejuicios y encubrir escándalos cuando hace ver que los destapa.

La exposición, que se trasladará luego a Berlín, Dresde y Karlsruhe, se compone de 230 objetos relacionados con la persona de Dreyfus procedentes de la colección reunida en las dos últimas décadas por la pedagoga estadounidense Lorraine Beitler, un millar de documentos originales y objetos de la época que esta profesora donó a la Universidad de Pennsylvania.

«Dreyfus era judío y alsaciano. Para el Estado Mayor francés, el traidor sólo podía ser él. Esos prejuicios llevaron a su condena previa», explica la comisaria de la exposición, Vera-Elke Kotowski, que se alegra especialmente de poder mostrarla en una ciudad multiétnica como Berlín para llamar la atención sobre la necesidad de combatirlos. Entre los nuevos documentos figura una carta del agregado militar alemán Max von Schwartzkoppen, el beneficiario de los secretos militares franceses ofrecidos a la enemiga Alemania por el verdadero traidor, el mayor Esterhazy. En la carta, fechada el 14 de diciembre de 1894 y dirigida a Berlín, Von Schwartzkoppen miente: «En torno al caso Dreyfus sigue reinando completa oscuridad. Aún no se sabe cuál es el contenido del escrito del que se afirma que Dreyfus se lo dio a un agregado militar o agente extranjero. Las afirmaciones de que se trata del agregado militar alemán persisten en la prensa chauvinista».

Poco antes, Dreyfus había sido degradado públicamente en una ceremonia en el patio de la Escuela Militar. En presencia de militares y de unos 12.000 parisienses que ejercían de comparsas a gritos de «¡Muerte al traidor, muerte a los judíos!», se le retiraron sus insignias y un oficial partió su sable en dos. A continuación fue deportado a la isla.

Derecha e izquierda antisemitas

El odio a los judíos en círculos derechistas y en el clero, el anticapitalismo de unos socialistas que creían en la conspiración judía mundial y las teorías racistas pseudocientíficas alimentaban el antisemitismo en la Francia de la época, en la que habitaban 130.000 judíos, 60.000 de ellos en Argelia, donde a raíz del caso se produjeron violentos altercados antisemitas.

Esta ideología alcanzó carácter de sobremesa en todo el país gracias a diarios como «La libre parole», dirigido por Edouard Drumont, que desempeñó un papel clave en el caso Dreyfus al publicar la exclusiva de su detención.En Postdam se exhiben varios ejemplares originales.

El cenit del escándalo se produjo en 1898 con la carta abierta del escritor Émile Zola al presidente de la República, publicada en primera página del diario «L´aurore» bajo el título de «J´accuse...». El novelista más famoso de Francia asumía retóricamente el papel de fiscal y acusaba al Estado Mayor de instigar el complot, culpaba al tribunal militar de actuar a sabiendas contra la ley, acusaba a la prensa amarilla de difundir propaganda antisemita y desenmascaraba a Esterhazy como verdadero traidor. Logró lo que pretendía: provocar una demanda civil por difamación contra él para ayudar a Dreyfus, pues su absolución significaría implícitamente que el deportado era inocente.

En la Francia de hoy, cuando se habla de «l´affaire» no hay que precisar de qué asunto se trata. Casi todos los franceses asocian con ello la mayor crisis social de «la grande nation». El relato pervive porque tiene el suspense de una novela negra y porque inspiró después a un buen número de artistas en libros, cuadros, esculturas y películas. El catálogo editado con motivo de la exposición en Alemania resume y contextualiza el caso para poner de manifiesto cómo el debate sobre los límites del poder estatal que desató la historia de Dreyfus sigue vigente.

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