miércoles, 26 de octubre de 2011

El Estado de Israel como Estado del Pueblo Judío


Reconocimiento del Estado judío de Israel es esencial para la paz



A pesar del reconocimiento de Israel – por parte de la comunidad internacional, décadas antes de la fundación del Estado (1948) - como Hogar Nacional judío están aquellos que intentan negar el carácter nacional de Israel; en particular, representantes palestinos rehusaron reconocer a Israel como Estado judío. Eso no es solo una cuestión semántica o histórica sino, más bien, es una cuestión esencial del proceso de paz. No obstante los intentos para cambiar el foco, el núcleo del conflicto permanece siendo el rechazo a aceptar la existencia, en la zona, de un Estado judío.

Una paz verdadera y duradera solo será posible si los palestinos reconocen a Israel como el Hogar Nacional del pueblo judío, junto con el reconocimiento del Estado Palestino como el Hogar Nacional del pueblo palestino. La resolución del conflicto llegará a través de dos estados para dos pueblos viviendo, uno al lado del otro, en paz y seguridad. Dado que Israel desea reconocer un Estado palestino alcanzado a través de negociaciones directas, los palestinos deberían reconocer al Estado judío de Israel.



La afinidad judía por la tierra de Israel tiene sus raíces en la continuada presencia judía durante los últimos 3000 años.

Hallazgos arqueológicos y registros históricos muestran que los judíos vivieron de manera continuada en la tierra de Israel, durante los últimos 3000 años. Cuando el Segundo Templo fue destruido por los romanos, la comunidad judía en Israel tenía 1000 años de antigüedad. Los romanos exilaron solo parte de la población judía, y durante miles de años hubo presencia judía continua en la tierra de Israel.

Otro signo de antigua conexión (entre el pueblo judío y la Tierra de Israel) es el lenguaje hebreo, derivado del hebreo bíblico. Fue, durante miles de años, la lengua franca de los judíos y revivida en el siglo XIX, como lengua oral moderna de Israel.

A través de los siglos, aquellos judíos exilados de Israel mantuvieron los lazos con su Hogar Nacional. Las plegarias judías son dirigidas hacia Jerusalén y, generación tras generación de judíos, rezaron por su regreso a la Tierra Santa: “El Año Próximo en Jerusalén!”



La tradición judía adhirió al objetivo de la soberanía judía en la tierra de Israel y dio nacimiento al Movimiento Sionista

El pueblo judío siempre se inspiró en la soberanía independiente en la tierra de Israel. La visión de una tierra - en la que el pueblo judío pudiera cumplir, en totalidad, con su identidad nacional sirvió como faro para los judíos a través de miles de años de exilio y persecución.

Mientras que, el deseo de re-establecer un Estado judío en la tierra de Israel era intensificado por duras persecuciones y pogromos, derivó la creencia que sólo un Estado judío soberano podía expresar, por completo, al pueblo judío mismo.

El filósofo francés Jean Jacques Rousseau describió esta idea en sus escritos en 1762:

“Me parece que nunca llegaremos a entender lo que los judíos están diciendo hasta que no tengan un estado libre, escuelas y universidades en las que puedan ser capaces de hablar, con libertad, y discutir sin peligro. Solo entonces, seremos capaces de conocer lo que tienen para decir”.



El Derecho del Pueblo Judío a la auto-determinación

El término “Estado judío” se refiere a Israel, Hogar Nacional del pueblo judío. Es aquí donde el pueblo judío reconstituyó su antiguo estado, realizando su derecho a la auto-determinación. Ese es el derecho de todo pueblo de acuerdo con los derechos humanos y la ley internacional. Hay un amplio consenso que, los judíos, adecuan la definición legal de pueblo según el criterio de la ley internacional. El derecho a la auto-determinación es consagrado en convenciones internacionales, primero y principal en el artículo primero del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (International Covenant on Civil and Political Rights -ICCPR) y en el Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (International Covenant on Economic, Social and Cultural Rights -ICESCR) del que, la mayoría de estados del mundo, son firmantes. Además, ese derecho es considerado como teniendo el status de una “derecho consuetudinario”.



El derecho de los judíos a la auto-determinación recibió, siglos atrás, reconocimiento internacional.

El derecho de los judíos a la auto-determinación y sus lazos con su Hogar Nacional histórico fueron reconocidos por la comunidad internacional ya en el siglo XVIII, incluyendo a Napoleón, John Adams (segundo presidente de EEUU) y Abraham Lincoln.

En 1917, la Declaración Balfour significó el primer reconocimiento, por parte del poder político, del ideal sionista y fue apoyada por Italia, Francia y EEUU. La Declaración Balfour hizo posible comenzar a reunir a una mayoría judía en la Tierra de Israel, conduciendo al derecho del pueblo judío a la auto-determinación y al reconocimiento internacional. El 24 de julio de 1922, el Mandato Británico fue aprobado por la Liga de Naciones, precursora de Naciones Unidas, y estableció:



“Mientras que el reconocimiento fue dado a la conexión histórica del pueblo judío con Palestina y a la tierra para reconstituir su Hogar Nacional en ese país…”



Por tanto, la aspiración de establecer un Estado judío fue desde una propuesta hasta una obligación legal internacional. Ese principio es apoyado, hasta hoy, por consenso internacional. Hace poco el Presidente Obama lo afirmó, en su discurso del 19 de mayo de 2011 declarando que “una paz duradera involucrará a dos estados para dos pueblos: Israel como Estado judío y Hogar Nacional del pueblo judío, y el Estado de Palestina como Hogar Nacional del pueblo palestino”.



El Estado judío y la libertad de religión

El término “Estado judío” se refiere, principalmente, a la nacionalidad y no a la religión. La definición de Israel como Estado judío no dicta, para sus ciudadanos, ningún tipo de observancia religiosa o pruebas espirituales. Más bien intenta crear un dominio público en el que, la mayoría judía, sea capaz de expresar su identidad colectiva a través de esos medios como la celebración de las festividades judías, actividades culturales y educación de los jóvenes judíos.

Libertad de religión para sus ciudadanos es un derecho básico de todos los israelíes. Eso significa, por ejemplo que, a pesar que Israel designó al sábado (tradicional shabat judío, como día de descanso), todo israelí es libre de elegir un día de pausa acorde a su religión, de manera que los musulmanes reposan el viernes y los cristianos el domingo. Los empleadores deben aceptar esas convicciones.



Para propósito de comparación, países tales como Francia, Alemania, EEUU y la mayoría de los otros países celebran sus festividades nacionales en fechas que se originaron en el calendario cristiano y establecen su día de descanso el domingo, de acuerdo con la costumbre cristiana. Eso aun es cierto a pesar del hecho que esos países son, por completo y en la práctica, seculares y democráticos como lo es Israel.



Este principio está enraizado en la Declaración de la Independencia:



(El Estado de Israel) garantizará la completa igualdad de derechos sociales y políticos a todos sus habitantes, sin distinción de religión, raza o sexo… Apelamos – en el mismísimo medio del ataque lanzado contra nosotros durante meses- a los habitantes árabes del Estado de Israel a preservar la paz y participar en la construcción del Estado sobre la base de una ciudadanía completa e igualitaria y debida representación en todas sus instituciones provisorias o permanentes.



Israel no es el único estado en el mundo que se auto - define en términos de nacionalidad. Sin embargo, es el único Estado judío en el mundo.



Muchos países en el mundo se definen, a sí mismos, en términos de nacionalidad, o incluso de religión

En Medio Oriente, la mayoría se define, a sí mismos, como árabes o islámicos. La Liga Árabe comprende a 22 estados árabes (incluyendo a “Palestina”, considerado como un Estado). Cuatro de los Estados tienen su nacionalidad como parte de su nombre: Emiratos Árabes Unidos, República Árabe de Egipto, República Árabe Siria y Reino de Arabia Saudita. En el caso de cuatro de los estados miembro de la Organización de Países Islámicos, su nombre expresa su identidad nacional-religiosa; República Islámica de Afganistán, República Islámica de Irán, República Islámica de Pakistán y República Islámica de Mauritania. Más aun, el Islam es la religión de Estado, reconocida constitucionalmente de Jordania, Egipto, Malasia, Omán, Qatar, Kuwait y muchos otros con mayoría musulmana.

Esta situación existe no solo en el mundo árabe. Las constituciones de Dinamarca y Noruega establecen el cristianismo evangélico luterano como religión oficial estatal, y en Gran Bretaña, la monarquía porta el título de “Defensor de la Fe” de la Iglesia de Inglaterra.



Derechos minoritarios en el Estado judío

Israel es, en verdad, un estado en el que la mayoría de los ciudadanos son judíos. Sin embargo, defendió siempre los valores democráticos del mismo modo que los valores del Estado judío.

Este principio está anclado en la Declaración de Independencia de Israel. La Corte Suprema se expresó en la interpretación del principio de igualdad, considerándolo como un derecho fundamental incluido en la Ley Básica: Dignidad Humana y Libertad. El Presidente de la Corte, Barak, escribió en uno de los veredictos (HCJ 6698/95):



El verdadero test del principio de igualdad está en la actitud hacia las minorías religiosas, nacionales u otras. Si no hay igualdad para las minorías, no hay democracia para la mayoría.



El Reconocimiento de Israel como Estado judío es importante a la luz de los intentos de negar la conexión entre el Pueblo judío y la Tierra de Israel.

Hace poco vimos intentos, por parte de líderes árabes, palestinos en particular, de negar la conexión histórica entre el Pueblo judío y la Tierra de Israel. Un llamativo ejemplo fue el reciente discurso (23 de septiembre) del Presidente de la AP Mahmoud Abbas ante la Asamblea General de Naciones Unidas, en el que destacó los lazos del Islam y el cristianismo con Jerusalén, sin enfatizar las profundas raíces de Israel con la Ciudad Santa y la Tierra de Israel.

En noviembre de 2010, una publicación del Ministerio de Información Palestino reclamó que el Muro Occidental (el único resto que permanece en pie del Sagrado Templo Judío) es, de hecho, parte de la Mezquita Al Aqsa (ubicada en el Monte del Templo) y no tiene nada que ver con el Pueblo judío. Reclamos similares se realizaron en relación a otros sitios sagrados judíos.

Esas acciones intentan poner en duda la conexión histórica entre el Pueblo judío y la Tierra de Israel. Socavan la legitimidad fundamental del derecho del Pueblo judío a un Estado judío como expresión de su derecho natural a la auto-determinación. El reconocimiento de Israel como Estado judío es clave para hacer avanzar la paz regional.



En una época en la que actores radicales en la región (Irán, Hezbollah y Hamas) están llamando a la destrucción de Israel, es natural que Israel insista en que todo acuerdo con los palestinos incluya el reconocimiento del derecho básico de Israel a existir como Estado judío. Su rechazo a ese reconocimiento es uno de los mayores escollos para la paz.

La comunidad internacional debe alentar al reconocimiento, por parte de los palestinos, de un Estado judío, a fin de garantizar el cumplimiento de la visión de dos estados para dos pueblos.

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