En 1145 invadieron la España musulmana los almohades o Al-Muwahhidun, «los que reconocen la unidad de Dios», quienes eran fundamentalistas islámicos que impusieron el Islam a sangre y fuego, aboliendo el "dhimma" que existía en favor de los cristianos y judíos, quienes debían escoger entre huir a tierras cristianas o musulmanas más hospitalarias, o convertirse al Islam. Con ello se destruyó para siempre la armonía en la que convivían cristianos, musulmanes y judíos.
Sobre lo que ocurrió con la invasión almohade el poeta Abraham Ibn Ezrah escribió unos tristes e inolvidables versos:
....Raparé mi cabeza y gemiré amargamente con la aljama de Sevilla
por sus príncipes muertos y por sus hijos cautivos
por sus hijas, delicadas, entregadas a religión extraña....
No queda ni un solo judío, ni uno, en Jaén, ni Almería
ni en Mallorca, siquiera en Málaga queda superviviente alguno.
Los judíos que sobrevivieron fueron golpeados con crueldad.....
¡Ay! sobre Sefarad ha caído del cielo la desgracia
«mis ojos, mis ojos vierten lágrimas»..
.
Hoy en 2014 nos llegan noticias muy tristes sobre lo que ocurre con el grupo ISIS o el Estado Islámico, en partes de Siria e Irak. La historia vuelve a repetirse.
El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso declaró el pasado 12 de agosto: “El mundo entero ha asistido, estupefacto, a lo que se llama “la restauración del califato” que había sido abolido el 29 de octubre de 1923 por Kamal Ataturk, fundador de la Turquía Moderna (…). El Pontificio Consejo, todos los que están comprometidos en el diálogo interreligioso, los seguidores de todas las religiones así como todos los hombres y mujeres de buena voluntad no pueden más que denunciar y condenar sin ambigüedades estas prácticas indignas del hombre”.
“La masacre de personas por el simple motivo de su pertenencia religiosa; la práctica execrable de la decapitación, de la crucifixión y de la ostentación de cadáveres en los lugares públicos; la decisión impuesta a los cristianos y a los yazidis entre la conversión al Islam, el pago de un tributo (“jizya”) o el éxodo; la expulsión forzada de decenas de miles de personas, incluidos niños, ancianos, mujeres embarazadas y enfermos; el secuestro de chicas y mujeres de las comunidades yazidi y cristiana como botín de guerra (“sabaya”); la imposición de la bárbara práctica de la infibulación; la destrucción de los lugares de culto y de los mausoleos cristianos y musulmanes; la ocupación forzada o la profanación de las iglesias y de los monasterios; el retiro de crucifijos y demás símbolos religiosos cristianos así como los de otras comunidades religiosas; la destrucción del patrimonio religioso-cultural cristiano de un valor inestimable; la violencia con el objetivo de aterrorizar a las personas para obligarlas a rendirse o huir. Ninguna causa podría justificar tal barbarie y, ciertamente, no una religión”. “Se trata de una ofensa de extrema gravedad hacia la humanidad y hacia Dios, que es su creador, como a menudo lo ha recordado el Papa Francisco” www.urgente24.com/229759-el-papa-en-ofensiva-contra-los-yihadistas-del-estado-islamico
Esta vez no hay judíos que perseguir. Hace décadas huyeron de Irak en la Operación Esdras y Nehemías entre 1950 a 1952, cuando Israel salvó c120.000 judíos iraquíes y los últimos vestigios de la otrora pujante comunidad judía de Babilonia, huyó luego del ahorcamiento público en Bagdad de los líderes de la comunidad, el 27 de enero de 1969.
Casi mil años separan el año de 1145 cuando los almohades entraron a España a imponer su versión violenta del Islam y el año 2014 en que el Nuevo Califato Islámico pretende hacer lo mismo. Nada parece haber cambiado. ¡Qué tristeza! Que la poesía de Ibn Ezrah nos sirva de consuelo por la matanza de los católicos caldeos y los Yasidis en Irak.
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