¿Alguna vez te diste cuenta que tradicionalmente los judíos no se desean “feliz año nuevo” unos a otros?
En lugar de eso decimos la frase hebrea shaná tová que, a pesar de la mala traducción que aparece en casi todas las tarjetas de saludo, no tiene ninguna conexión con la expresión “feliz año nuevo”.
Shaná tová transmite el deseo de un ‘año bueno’, no de un año feliz. Y la razón que hay tras esta diferencia tiene una gran importancia.
La revista Atlantic Monthly publicó hace un tiempo un fascinante artículo titulado “Ser feliz no lo es todo en la vida”. La autora, Emily Esfahani Smith, señala que los investigadores están poco a poco comenzando a advertir en contra de la mera persecución de la felicidad, ya que han descubierto que pese a que una vida significativa y una vida feliz coinciden en ciertas cosas, son en realidad muy diferentes una de otra. Los sicólogos descubrieron que tener una vida feliz está asociado con ser un tomador, mientras que tener una vida significativa está asociado con ser un dador.
“La felicidad sin significado está caracterizada por una vida relativamente superficial e incluso egoísta, en la que todo está bien, las necesidades y los deseos son satisfechos sin dificultad y las complicaciones son evitadas”, escribe la autora.
La gente feliz obtiene su alegría de recibir, mientras que la gente que tiene una vida significativa obtiene su alegría de dar a otros.
Smith cita en el reportaje a Kathleen Vohs, una de las autoras de un nuevo estudio publicado en el Semanario de Sicología Positiva: "La gente feliz obtiene su alegría de recibir de los demás, mientras que la gente que tiene una vida significativa obtiene su alegría de darle a los demás". En otras palabras, el sentido trasciende al ego, mientras que la felicidad implica darle al ego lo que quiere.
De acuerdo a Roy Baumeister, jefe de investigación del estudio: "Lo que separa a los humanos de los animales no es la búsqueda de la felicidad, lo cual ocurre en todo el mundo natural, sino que es la búsqueda de sentido, la cual sólo existe en los humanos".
Mucho antes de estos estudios, los judíos ya entendían esas verdades intuitivamente. Feliz es bueno, pero bueno es mejor.
Desear un feliz año nuevo implica darle primacía al ideal de una cultura hedonista cuyo objetivo principal es pasarla bien, mientras que buscar un año bueno implica reconocer la superioridad del significado por sobre la alegría del momento.
La palabra bueno tiene un significado especial en la Torá. La primera vez que encontramos esta palabra es en la serie de oraciones en la cual Dios, después de cada día de creación, ve su obra y la proclama buena. Y no sólo eso, sino que cuando Dios completó su obra vio todo lo que había hecho y “he aquí que era muy bueno”.
¿Qué significa eso? ¿De qué forma era bueno el mundo? Obviamente no estaba siendo alabado en un sentido moral. Los comentaristas ofrecen una profunda idea: la palabra bueno indica que cada parte de la creación cumplía con el propósito de Dios; cada parte era buena porque era lo que debía ser.
Este es el profundo significado de la palabra bueno cuando es aplicada a nosotros y a nuestras vidas. Somos buenos cuando logramos nuestro propósito; nuestra vida es buena cuando en ella se cumple lo que tenemos que hacer.
Todos conocemos a muchas personas de las que se puede decir que “tuvieron vidas buenas” a pesar de tener que sufrir una gran infelicidad. De hecho, las personas realmente grandes eligieron vidas de sacrificio en lugar de placer y dejaron un legado de inspiración y logros que nunca podrían haber alcanzado si sólo les hubiese preocupado la gratificación personal.
Un shaná tová, un año bueno —desde una perspectiva espiritual— contiene mucha más bendición que uno simplemente feliz.
Una vida significativa lleva a una vida feliz
Puede que un shaná tová no enfatice la felicidad, pero es la forma más segura para alcanzarla.
Esto se debe a otra poderosa idea que descubrieron los sicólogos: que la felicidad es, por lo general, un subproducto de una vida significativa. Es precisamente cuando no la buscamos y estamos dispuestos a dejarla de lado por un objetivo más elevado que nos visita —sin esperarlo— con una fuerza que jamás pensamos que fuera posible.
La felicidad es un subproducto de una vida significativa.
Uno podría pensar que tener más dinero es la clave para la felicidad. Pero hay millones de personas que atestiguan en base a su propia experiencia que esto no es cierto. Pero si tener más dinero no te hará más feliz, ¿qué lo hará? Los científicos sociales arribaron a una conclusión importante: pese a que tener más dinero no lleva automáticamente a la felicidad, ¡regalarlo casi siempre lo logra!
La prestigiosa revista Science (marzo 2008) nos cuenta que una nueva investigación reveló que cuando alguien reparte dinero entre amigos o hace donaciones caritativas experimenta un aumento en su felicidad, mientras que quienes lo gastan en sí mismos no viven algo similar. “Queríamos probar nuestra teoría de que la forma en que las personas gastan su dinero es a lo menos tan importante como la cantidad que ganan”, dice Elizabeth Dunn, una sicóloga de la Universidad de British Columbia. Lo que ellos descubrieron fue que el gasto en uno mismo no está relacionado con la felicidad, mientras que el gasto en los demás y en caridad estaba significativamente relacionado con un alza en la felicidad.
"Independientemente del ingreso de cada persona", dijo Dunn, "quienes gastaron el dinero en los demás dijeron sentir más felicidad, mientras que quienes lo gastaron en sí mismos no experimentaron nada parecido".
En un fascinante experimento, un grupo de investigadores les dieron a estudiantes universitarios billetes de 5 o 20 dólares y les pidieron que gastaran el dinero antes del atardecer. A la mitad de los participantes les pidieron que gastaran el dinero en sí mismos mientras que al resto les pidieron que lo gastaran en los demás. Los participantes que gastaron el ingreso inesperado en los demás —lo cual incluyó juguetes para hermanos y comidas con amigos— dijeron haberse sentido más felices que quienes gastaron el dinero en sí mismos. Gastar una suma tan pequeña como 5 dólares en otra persona generó un aumento medible en la felicidad, mientras que adquirir un supuesto placer (objetos para la gratificación personal) casi no produjo un cambio en el humor de la gente.
"No me sorprende que la gente descubra que dar dinero es algo muy reconfortante", explicó Aarón Ahuvia, profesor de marketing de la Universidad de Michigan-Deaborn. "La gente gasta mucho dinero para hacer que su vida sea significativa e importante. Cuando das dinero haces el mismo tipo de adquisición, sólo que de una manera más efectiva. Lo que tratas de hacer es comprar significado para tu vida".
Una vida significativa es el objetivo supremo, y en nuestra búsqueda de unabuena vida descubriremos la recompensa de la felicidad verdadera.
Entonces te deseo un shaná tová. Que tu año esté lleno de significado y propósito, y la felicidad, seguro vendrá a continuación..
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.