La noche trae sueños perdidos, sueños dorados, que fueron
latón, sueños alegres
cuya risa murieron en los años de ayer, sueños de terror por
errores cometidos,
que hoy no tienen perdón.
Temo la noche, temo abrir mi conciencia y que por ella
escapen recuerdos que me
hieran, que lastiman y que sin gemidos me hagan llorar. Mis
lágrimas solitarias sin
consuelo, sin una mano amiga, sin un oído atento, que
escuche mi confesión y en
respuesta recibir un abrazo fraterno, llamándome a la
comprensión.
La noche es oscura, por la falta del sol, o acaso gracias a
ella podemos llorar, sin que
nos vea y nos hagan
preguntas, que no queremos responder.
Maldigo la noche; pero que haría sin ella si con su manto oscuro
no necesito mostrar
mis graves defectos, mis tontas traiciones, que la lujuria
en mi creo.
Y cuando el sol se perfila en el nuevo día, lavo mi rostro
borrando lágrimas y dolores
que viven en mi; por dentro las lágrimas y los dolores son
habitantes cotidianos, que
han hecho nido, en mi alma atormentada por el filo,
implacable, por mi actitud que me
ha llevado a esta vida sin redención.
Recuerdo tus ojos tristes que se fijaban en mis labios y
bebían mis palabras, como si yo
fuera la ley. Nunca se te ocurrió, que mi amor simulado,
buscaba tu alma virgen como
capricho de colección.
Y cuando el día que descubriste mi traicionera ternura,
huiste de mi lado; callado yo quedé,
pensando que mujeres hay muchas, ya otras conoceré.
¡ Y vinieron, pero ninguna como tu !
Tantas veces he pedido perdón a las noches, pero ella
indiferente sólo espera el sol.
¡ Y vinieron, pero ninguna como tu !
Mario Beer-Sheva
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