Beshalaj(Éxodo 13:17-17:16)
Lento pero seguro
La partición del Mar Rojo debe haber sido un milagro muy especial. Murallas de agua de cientos de metros se irguieron a ambos lados, y tan pronto como terminaron de caminar, las aguas cayeron sobre los poderosos egipcios. Incluso el más simple judío, dicen nuestros sabios, llegó al nivel espiritual del profeta Yejezkel. De manera espontánea y al unísono, el pueblo judío entonó un cántico con un sorprendente nivel de visión espiritual.
Y entonces, tan sólo un par de días después, esas mismas personas se encontraban quejándose por la falta de agua.
A primera vista parece difícil de entender. Pero en realidad, así es la naturaleza humana. Las grandes subidas emocionales provocan grandes caídas emocionales.
Generalmente, la experiencia de personas depresivas no es homogénea. A menudo encontramos gente depresiva que ha experimentado alturas emocionales impresionantes. Y entonces, cuanto más suben, más bajan. Una consecuencia de las grandes adicciones como la droga y el alcohol es lo mal que uno se siente después. Aquellas personas se sienten tan mal que buscan subir nuevamente a fin de escapar del lugar en el que se encuentran.
Después de que uno ha estado en la cima del monte Everest, ¿cómo podría ahora provocarle emoción el nivel del mar?
El rápido ascenso a estados emocionales muy elevados no necesariamente es saludable. Son excitantes. Son indulgentes. Pero a largo plazo, tienden más a deprimirnos que a motivarnos.
Hoy en día se pueden encontrar modelos de educación judía que se centran en estas grandes elevaciones, como la emoción de la cábala o la emoción de una experiencia espiritual. A corto plazo se ven geniales, y aparentan generar resultados. Sin embargo, no crean individuos emocionalmente sanos; por eso considero que son un tipo de educación irresponsable.
El crecimiento lento y estable es lo que lidera en los métodos de educación. No es glamoroso ni excitante. Pero es muy sano. Encuentra un maestro fiable con un historial de éxito – cuyos resultados sean duraderos. A no ser que queramos una nación de “Yejezkeles quejumbrosos”, ésta es la única solución.
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