domingo, 4 de enero de 2015

Multitudinaria reunión de la Kneset. Cosa no muy común
La Knesset –Parlamento del Estado de Israel– se crea a través de la ley en 1958, compuesto de 120 escaños y adjudicando su sede a la ciudad de Jerusalén.
Los miembros de la Knesset son elegidos por elecciones generales, nacionales, directas, igualitarias, secretas y proporcionales. De acuerdo con la Ley de Elecciones de la Knesset tienen derecho al voto los israelíes mayores de dieciocho años, a menos que un tribunal les haya privado de ese derecho. Para ser elegido es preciso aparecer en una lista de candidatos que contenga su nombre y tener más de veinte y un años de edad. Se toman tan en serio sus elecciones que es día de asueto nacional. La duración del mandato de los miembros es de cuatro años a partir de la fecha en que hayan sido elegidos.
La Knesset consta de doce comités permanentes y ocho comités de asuntos especiales. Están representados en el parlamento actual trece agrupaciones partidistas, constituidas por alianzas que, a su vez, representan otro considerable grupo de partidos quienes, por el número de sus militantes y los votos que podrían conseguir por su cuenta, no alcanzan a formar parte de la Knesset directamente.

Israel atraviesa un momento histórico interesante, por no decir difícil. Se enfrenta simultáneamente a una población polarizada con respecto al camino y posible resultado de las eternas negociaciones con los palestinos, sus vecinos inmediatos. Desafía una ola de antisemitismo global disfrazado de antiisraelismo o en contra de las políticas de Netanyahu –según se enmascare– distribuidas hasta la saciedad por todos los medios gráficos, visuales y auditivos, convencionales y sociales. Aunque el conflicto en Gaza está en tregua, no ha terminado, siguen lanzando cohetes. Se teme una tercera intifada luego de los recientes atentados terroristas y disturbios en Jerusalén y otras ciudades. Para colmo, el Primer Ministro, con la anuencia de la inmensa mayoría de los miembros de la Knesset, decidió disolverla y convocar unas elecciones adelantadas para marzo del 2015, debido a diferencias (al parecer insalvables) entre los miembros de la coalición mayoritaria gobernante (mayoría en el número de escaños).
Asombra que bajo esta montaña de problemas sigan maravillando al mundo con sus descubrimientos y aportes a la ciencia, la tecnología y la agricultura, además de prestar ayuda a decenas de países necesitados. Y aún avanzan.
El secreto es que los judíos y los israelíes en general han aprendido a identificar qué, cuándo, dónde y cómo deben cambiar para sobrevivir y desarrollarse exitosamente. Convirtieron en menos de setenta años un pobre país desértico, agrícola y subdesarrollado en un emporio de riqueza, desarrollo y tecnología avanzada.
Todo parece indicar, por lo que se lee en la prensa israelí y lo que comentan los israelíes en la calle, que la coalición triunfante, para serlo, debe estar constituida por personas y agrupaciones de centro, cuán a la izquierda o a la derecha es imposible de predecir en la distancia.
Quizás Israel, una vez más, siente la pauta de alejarse de las políticas extremas que tanto afectan al mundo actual y nuestro país en particular. Pero podría ocurrir todo lo contrario si Avoda (de ideología social demócrata) cuyos líderes más prominentes han sido Levi Eshkol, Golda Meir, Yitzhak Rabin, Shimon Peres, Ehud Barak, Binyamin Ben-Eliezer, Amram Mitzna, Amir Peretz, Michael Harish, Shelly Yachimovich e Isaac Herzog, se vea forzado a unirse a agrupaciones de la extrema izquierda para gobernar y por su parte el Likud (liberal a la europea) el cual ha sido liderado por Menachem Begin, Yitzhak Shamir, Ariel Sharon y Benjamín Netanyahu, no le quede otra opción que la ultraderecha religiosa buscando mantener la mayoría. El tiempo dirá, sólo comienza un juego político que promete ser dinámico y controversial.
Como en cualquier proceso político en un país democrático con definitiva libertad de expresión, ya se escuchan todo tipo de acusaciones y reproches por parte de los posibles candidatos entre sí y hacia otros. Todos proclaman que tienen la solución a los problemas actuales y futuros. Lo que les salva del caudillismo que a tantos países lacera, es, precisamente, la atomización del criterio político del país y, por ende, la imperiosidad del consenso como método de gobierno. Vemos incluso a una candidata árabe-israelí musulmana y sionista, intentando aliarse con un partido de judíos ultraortodoxos. De todo advertiremos. Ya hay encuestas que apuntan a un incremento en la intención de voto de Avodá, una disminución para Likud y una considerable pérdida para los partidos que representan a los árabes israelíes, en parte porque algunos de esos partidos están buscando alianzas con los principales contendientes judíos. Será un proceso interesante tras el cual Israel saldrá nuevamente victorioso. ¿A Ud. no le parece? A mí, sí.

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