viernes, 4 de diciembre de 2015

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Comunidad Hertzlia
4 h
Janucá: La fiesta de las luminarias.
El día domingo 6 de diciembre por la noche, estaremos festejando Januká.
Una victoria militar y una reivindicación espiritual es lo que conmemora esta festividad. Se extiende la celebración por ocho días, empezando el día 25 del mes hebreo Kislev.
Esta efemérides corresponde a la rebelión de Judea contra la dominación siria (siglo II), encabezada por los Macabeos; y su feliz desenlace, pese a las inferiores condiciones de los israelitas frente al enemigo potente. Esto da un carácter milagroso e infunden en los judíos un sentimiento de admiración, impregnada de esperanza.
Januká significa en hebreo inauguración. Se refiere en este caso a la re-inauguración del Templo de Jerusalém, primera medida reparadora adoptada por los heroicos luchadores después de su victoria sobre las huestes enemigas.
Según la leyenda al entrar los judíos en el santuario, profanado durante los años de dominación siria, y al disponerse a encender de nuevo el candelabro cuya luz debe arder continuamente en el altar, hallaron un recipiente de aceite sagrado que no había sido violado; y aunque su contenido era el que otras veces consumían las lámparas un solo día, en esta oportunidad alcanzó para ocho, tiempo requerido para la preparación de óleo fresco y nuevo. Esta es la razón por la cual la festividad dura ocho días hasta hoy.
Debido a lo mencionado es que Januká se llama “fiesta de las luminarias”, y el candelabro es el símbolo característico de esta festividad. Sostiene otra leyenda que al ver profanada la Menorá, los macabeos tomaron ocho lanzas olvidadas por los sirios en el interior del Templo y las rodearon de maderos en cuyo extremo colocaron las lámparas, creando así, con las mismas armas del enemigo, un candelabro provisorio al símbolo anteriormente ultrajado.
Junto con la victoria militar, Januká tiene un sentido espiritual. Es la restauración de la idea judía y el fin de la corriente pagana que había empezado a arrastrar a los israelitas.
Frente a la disciplina moral que caracterizan al judaísmo, la vida griega de entonces tenía como objetivo aparecer como una tentación poderosa para muchos jóvenes judíos. El culto del cuerpo y de la fuerza física, la aceptación de dioses amables, de talla más humana que divina, fueron extendiéndose y la tendencia helenizante amenazaba.
En contraposición a ella surgió una fuerza tradicionalista, la de los jasidim, que agrupó a los defensores de la antigua fe de Israel. Helenistas y judíos se dividían las preferencias del pueblo, pero pesaba como un factor favorable a los primeros la dominación extranjera de esa misma tendencia.
Por eso fue tan decisiva para la vida judía esa victoria de los macabeos. Ahuyentando al enemigo que era a la vez opresor y tentador, la corriente griega perdió su empuje, y sobre el suelo de Israel volvieron a reinar la fe legítima y la cultura autóctona.
Agradecemos a Di-s por los milagros realizados a nuestros antepasados, como una demostración de gratitud al Eterno que gracias a su protección ocurrieron en los días de Iehuda Macabeo. Hizo que los débiles venciesen a los fuertes, los pocos a los numerosos.
Quiera Di-s podamos encender las luminarias de Januká y encontrar en nuestras vidas el milagro y la esperanza de un mundo mejor.
Shabbat shalom. Jag Haurim Sameaj.
Texto: Lic. Hernán Kleiner.

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