viernes, 18 de febrero de 2011

Por Venezuela



Por Juan Carlos Sosa Azpúrua

Causa perplejidad que ante el colapso del país permitamos extenderse en el poder al responsable.

Evaluemos hasta qué punto una sociedad puede abandonar el sentido de la ética y los valores. Ninguna civilización puede fundamentarse en arreglos coyunturales y negociaciones de trastienda.

Debe haber brújulas que orienten los caminos, termómetros que midan hasta cuándo se puede soportar lo indecible, hasta dónde se puede tolerar aquello que a todas luces se aleja de lo correcto, de lo que determina la bondad o maldad del accionar humano.

Venezuela ha traspasado todos los límites de lo decente. Estamos viviendo el colapso total de un modo de concebir la vida, experimentando un terremoto en lo más esencial que nos define como comunidad.

Es inconcebible que siga gobernando alguien que ha traicionado a la patria aliándose con sistemas forajidos y organizaciones criminales; que ha secuestrado todos los poderes del Estado, usándolos para su provecho personal; destruido la economía y mancillado la propiedad privada; llenado las cárceles de presos de conciencia y declarado la guerra a buena parte del país.

Es hora de anteponer intereses supremos y actuar en consecuencia. Invito a todas las fuerzas vivas a unirnos y juntos expresar que esto llegó a su fin, que en Venezuela no estamos dispuestos a seguir tolerando lo que con su sola existencia nos envilece el alma social, nos avergüenza y nos deshonra.

Existen mecanismos que con ciertos consensos pueden activarse para lograr una transición efectiva y aceptada por la comunidad internacional.

Empecemos por debatir el asunto y permitirnos la consideración de alternativas a la vía electoral, que es lejana, está viciada y contempla la inmoral posibilidad de prolongar por más años un régimen que nos está aniquilando.
Diario de America

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