martes, 4 de octubre de 2011

Todos hablan de Justicia

Jonathan Dahuh Halevy



El discurso del Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmmud Abbas, en la Asamblea General de la ONU, y la presentación del pedido de reconocimiento del estado Palestina, sellaron un capítulo más en la historia de los acuerdos de Oslo. Abu Mazen, clavó el último clavo en la sepultura de la suposición israelí básica según la cual es posible llegar a la solución del conflicto israelí-palestino sobre la base de un borrador de “tierra a cambio de paz”. La versión política, exhibida por Abu Mazen, reitera y destaca el principio de la “justicia palestina como base de cualquier acuerdo político”. El principio de “acuerdo” no existe en el diccionario palestino y todo objetivo de negociación es llevar a la materialización de esa “justicia palestina” mientras el espacio para el acuerdo se encuentra sólo en la disposición palestina a acordar la materialización de la “justicia” palestina en un programa por etapas.

La visión de paz de Abu Mazen, basada en la “justicia” palestina, es fiel a la tradición política de su antecesor, Yasser Arafat y no es, en esencia, diferente de la del movimiento Hamas. El consenso palestino no deja ningún espacio de intercambio y acuerdo sobre las posiciones básicas y, en especial, Jerusalén y el reclamo del retorno de los refugiados palestinos (derecho al retorno).

El paso ante la ONU está destinado a despojar a Israel de todos sus bienes políticos en la negociación y promover un proceso que conduzca a la creación del estado palestino y ello, sin que a los palestinos se les exija renunciar a ninguna de sus demandas básicas. La retirada a las líneas del 67, no cierra las puertas del conflicto sino que se vuelven líneas mejoradas para la continuidad de la lucha en la demanda de retorno de 5 millones de palestinos a sus hogares y propiedades dentro del territorio del Estado de Israel, es decir; desalojo de los residentes judíos de las ciudades de Tel Aviv, Jerusalén, Haifa y muchos otras localidades a efectos de la absorción de palestinos.

El programa político, adoptado por la OLP bajo la conducción de Arafat (1974), reconoció las limitaciones de la lucha armada y aceptó el principio de solución, por etapas, hasta la materialización de todos los derechos de los palestinos, incluido el retorno de los refugiados. La concepción de la “paz de los valientes” de Arafat, que apareció en la base de los acuerdos de Oslo, materializó, de hecho, el programa por etapas. El sentido de “valentía” era diferente en su objetivo a la de la “paz de los valientes” de su socio israelí a los Acuerdos de Oslo, el extinto Primer Ministro, Itzhak Rabin. Arafat, se refería a la enorme dificultad vinculada al rechazo del alcance de los derechos palestinos en el marco del programa, por etapas, que habría que enfrentar, mientras Rabin vio en la “paz de los valientes” concesiones mutuas sobre las posiciones básicas a fin de garantizar la convivencia y la paz por siempre.

La Asamblea de la ONU sacó a Abu Mazen del “closet”. No más el líder gris y débil cuya acción es aplacada por la sombra histórica de Arafat sino un líder, con iniciativa, que no teme conducir un paso político independiente y arrogante en el ámbito internacional. Abu Mazen no se hubiera transformado en Abu Ali sin la “Primavera Arabe” que creó una nueva ilusión política para malestar de Israel. Los palestinos (y en ese contexto, también, Hamas) ven en la imagen de la nueva situación del Medio Oriente, una oportunidad histórica abierta y, en especial, todo indica el ascenso de Turquía como potencia regional hostil hacia Israel y en la revuelta de la política egipcia hacia Israel, tras el derrocamiento de Mubarak.

Medio Oriente no se maneja más como en el pasado. Se libera, poco a poco, de la hegemonía norteamericana y occidental a fuerza de la multitud y recrea, paso a paso, un frente árabe islámico, amenazante hacia Israel. La Autoridad Palestina se adecúa a las nuevas circunstancias y actúa en el frente político sobre la base del supuesto básico según el cual Israel se encuentra en riesgo político estratégico y su espacio de acción es muy reducido.

Israel, en la mirada palestina, desde hace tiempo aceptó la existencia del Estado palestino en la mayoría de los territorios de Judea y Samaria y no puede, por circunstancias políticas existentes, anexar los territorios o mantener el status quo, a lo largo del tiempo.

Desde el punto de vista de Israel el momento de la decisión se acerca. No hay más margen que el proceso que permita intercambios políticos y la llegada a acuerdos intermedios. La cuestión esencial son las posiciones sobre el tapete: Jerusalén y refugiados.

El acuerdo permanente, sobre la base de un acuerdo histórico, no es posible. La Autoridad Palestina y la OLP, con la conducción de Abu Mazen, no representan a todo el pueblo palestino y no puede comprometerse a un acuerdo que rija, también, en la Franja de Gaza e incluya a los palestinos dispersos. Hamas y los líderes en la diáspora palestina apelan sobre la propia legitimidad del gobierno de Abu Mazen y se oponen a cualquier medida política, incluido el reconocimiento en la ONU que no contenga el apoyo tajante al “Derecho al Retorno” de los refugiados.

Además, en la nueva realidad del Medio Oriente, no hay ningún incentivo para que Abu Mazen demuestre flexibilidad en la negociación con Israel sabiendo que obtendrá el amplio respaldo árabe si son tomadas medidas de castigo contra la Autoridad Palestina y con la fuerza de fe árabe podrá amenazar, efectivamente, a los intereses occidentales en la región.

El dilema israelí es difícil y se vincula a la pregunta sobre la propia existencia como estado judío. El acuerdo (con las exigencias palestinas) significa un suicidio voluntario y el status quo llevará, obligatoriamente, al estado bi-nacional. Ante los dirigentes se antepone la posibilidad de continuar la vía de “manejo de crisis” con la esperanza de acontecimientos regionales que lleven en sus mochilas oportunidades políticas o tomar el camino de las iniciativa unilateral, en cuyo foco se encuentra una nueva disposición de límites de seguridad evaluando la posibilidad de permitir la apertura del límite entre la Autoridad/ el estado palestino con Jordania.





Fuente: Jerusalem Center for Public Affairs

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