jueves, 10 de abril de 2014

Kerry parece estar buscando un mal acuerdo con Irán


Fuente: Commentary- Traducido por El Med.io
Por Tom Wilson
10/4/14

A menudo, cuando se oye hablar sobre el programa nuclear iraní a los miembros de la Administración estadounidense resulta difícil decir en qué clase de escala de tiempo creen que nos movemos. A comienzos de su primer mandato, el presidente Obama daba la impresión de tener todo el tiempo del mundo y, ciertamente, ha empleado buena parte del mismo; mientras, Irán se ha acercado cada vez más a tener capacidad armamentística nuclear. Comprensiblemente, los países de la región que están a tiro de un Irán nuclear, especialmente Israel y los Estados suníes del Golfo, están algo más nerviosos. Lo que resulta realmente preocupante es que la forma en la que la Administración estima cuándo podrá Irán alcanzar la capacidad crítica cambia continuamente, y no a mejor.
El secretario de Estado, John Kerry, afirma ahora que Estados Unidos cree que Irán está a dos meses de tener niveles críticos de uranio enriquecido. Pero, hace mucho menos de un año, la Administración sostenía que al menos quedaba un año, o más, para llegar a ese punto.  Así que o las estimaciones oficiales son inexactas y poco fiables, o en el periodo desde que las sanciones fueron levantadas parcialmente y comenzaron las negociaciones Irán ha avanzado enormemente en su programa. Ninguna de estas posibilidades hará que los aliados de Estados Unidos -ni nadie más, en realidad- confíen en la forma en la que Obama y Kerry están manejando la amenaza iraní, que pronto podría convertirse en la crisis iraní.
En su comparecencia ante el Comité de Relaciones Exteriores del Congreso, el Secretario de Estado Kerry declaró que el periodo de tiempo que quedaba para la que denominó “supuesta capacidad crítica” es de “unos dos meses”. Pero, en octubre, poco antes del anuncio del acuerdo provisional de noviembre entre Irán y los países del P5+1, Obama afirmó que para llegar a ese mismo punto crítico faltaba un año o más. El acuerdo provisional concedía a Irán un levantamiento parcial de las sanciones, a cambio de que accediera a reducir sus actividades de enriquecimiento y de que cooperara con inspecciones y negociaciones que, supuestamente, conducirían a un acuerdo definitivo. Así pues, ¿hemos de asumir que, como muchos se temían, el periodo provisional ha concedido a Irán una ventana de tiempo durante la que acelerar el enriquecimiento de uranio? Sólo hay otras dos alternativas: una, que la capacidad de la Administración para estimar los progresos de Irán es peligrosamente limitada; la otra, que, por motivos políticos, Obama infravaloraba intencionadamente los avances iraníes, probablemente para reducir el apoyo público y el del Congreso a una acción más enérgica contra Irán.
Si todo ello no fuera ya bastante preocupante, faltaba la aparente falta de claridad de Kerry respecto a sus objetivos con Irán. Obama ya ha ido dejando caer pistas sobre ser “realistas” en lo relativo a un acuerdo definitivo; de ello se deduce que será una especie de compromiso que no acabará definitivamente con la capacidad nuclear de Irán. Kerry ha afirmado una y otra vez que preferiría no cerrar un mal acuerdo, pero en su comparecencia ante el comité del Senado dio la impresión de que eso es precisamente lo que se está cociendo.
Cuando se le preguntó si el objetivo de las negociaciones era ahora una ventana de hasta un año para alcanzar la capacidad crítica, el secretario vaciló, como si se le hubiera escapado algo que no debiera haber dicho. “Así que entre seis y doce meses es… No digo que eso sea lo que aceptaríamos, pero incluso eso resulta significativamente más”, respondió Kerry a la pregunta. Parece que la Administración cree que deberíamos estar agradecidos si logra que Irán retroceda al punto de los seis meses, la mitad de lo que dijeron que pretendía en otoño. Kerry no se compromete y no dice si eso es lo que aceptarían o no; simplemente nos asegura que eso sería mucho mejor que lo que tenemos ahora. El problema es que con un margen de error de la Administración que parece ser tan grande en lo relativo a estas predicciones, y con un margen de tiempo tan estrecho en juego, parece plausible que Irán pudiera cruzar el umbral de la capacidad crítica antes de nadie tuviera tiempo de hacer sonar las alarmas y de que se le ocurriera qué hacer al respecto.
Durante la última ronda de negociaciones para acabar con el programa nuclear iraní, que esta vez ha tenido lugar enViena, Irán ha celebrado una fiesta nacional bastante curiosa: el Día Nacional de la Tecnología Nuclear. En el transcurso de las celebraciones, el Líder Supremo, el ayatolá Alí Jameneiha declarado que “los logros nucleares [iraníes] no se pueden detener”. Cuando las palabras del Gran Ayatolá de Irán resultan más convincentes que las del secretario de Estado, es señal de que vivimos en una época desconcertante.

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