Hamás vs. Israel: Claridad moral
Dos Culturas. Dos Educaciones
Hace dos siglos, el gran poeta alemán Goethe dijo: "Lo más difícil es ver lo que está delante de tus ojos".
Es tan cierto hoy como lo era entonces.
La diferencia entre Hamás e Israel no podría ser mayor, sin embargo, no podrías saberlo al escuchar la opinión de ciertos observadores.
Para el Movimiento de Países No Alineados, todo gira en torno a la inocencia de Gaza y la culpa de Israel. Según ellos, un día cualquiera, sin nada que hacer más que provocar a la serena y pacífica Franja de Gaza gobernada por Hamás, los grandes y malos israelíes decidieron atacar.
Para gran parte de los medios de prensa el conflicto es, ante todo, una historia de sufrimiento de los pobres palestinos a manos de la maquinaria militar israelí.
Para los manifestantes en Frankfurt el sábado recién pasado la idea era equiparar a Israel con la Alemania nazi.
Es una ilustración perfecta de la causalidad inversa. Hamás desató una guerra, pero eso fue olvidado hace mucho tiempo, o quizás nunca se mencionó. El enfoque ahora es sólo en el sufrimiento de aquellos que son responsables del conflicto en primer lugar.
De hecho, Goethe tenía razón. Hay quienes no pueden, o no quieren ver lo que está justo en frente de ellos.
Las anteojeras ideológicas se cruzan en el camino. O un mal entendimiento sobre la verdadera naturaleza de Hamás. O una absurda credulidad que les hace creer cualquier cosa que la máquina de propaganda de Hamás produce en serie. O, en algunos casos, directamente hostilidad ante todo lo que Israel —el estado judío— hace.
Basta ya de niebla moral, es hora de obtener un poco de claridad moral.
Hamás es una organización terrorista. Esa es su designación oficial por parte de los Estados Unidos, la Unión Europea, Australia, Canadá y otros.
Israel es un país democrático con un sistema judicial independiente, derechos civiles, elecciones justas y democráticas y una sociedad civil robusta.
Hamás es anti-occidente, anticristiano (y, obviamente, antisemita), misógino y anti-intelectual.
Israel es exactamente lo contrario.
Hamás tiene ambiciones territoriales en Israel. De hecho, eso es poco decir: la verdad es que quieren apoderarse de todo Israel y crear un estado gobernado por la Hermandad Musulmana.
Israel no tiene ambiciones territoriales en Gaza (gobernada por Hamás). Por el contrario, Israel dejó la Franja de Gaza por completo hace nueve años atrás, con la intención y la esperanza de no volver.
Hamás tiene un interés particular en utilizar la Franja de Gaza como base para una confrontación permanente con Israel.
Israel, que, por desgracia, no puede cambiar su geografía, tiene un interés particular en el desarrollo de un estado pacífico y moderado en su frontera.
Hamás, el único gobernante de Gaza desde 2007, ha utilizado los últimos siete años para el contrabando de armas y el desarrollo militar, en lugar de construir las bases de un estado responsable.
Sabiendo que este arsenal ha sido almacenado con el único propósito de ser utilizado en su contra, Israel busca, como cualquier otra nación lo haría, evitar que Hamás consiga su objetivo letal.
Hamás no tiene ningún reparo en instalar células terroristas y armamento en los centros de población civil en Gaza, con la plena consciencia de que Israel no tendrá más remedio que atacar estas instalaciones y aparecerá ante el mundo como si bombardeara a los "inocentes".
Israel llega a extremos sin precedentes para evitar caer en la trampa de Hamás, incluso haciendo llamadas telefónicas y lanzando panfletos para advertirle a los civiles que abandonen las zonas de peligro.
Hamás desvergonzadamente insta a la población civil a quedarse, a no prestar atención a las advertencias israelíes sobre ataques inminentes. Mientras más palestinos muertos, mejor publicidad para Hamás.
Israel hace todo lo posible para alertar a toda su población —judía, cristiana y musulmana— ante los ataques con misiles de Hamás y de movilizar a la gente a los refugios lo más rápidamente posible
Hamás utiliza las mezquitas para almacenar armas.
Israel utiliza los lugares de culto —incluyendo las mezquitas— únicamente para el estudio y las plegarias.
Hamás utiliza las escuelas como depósitos de armas.
Israel utiliza las escuelas exclusivamente para educar a sus niños, tanto judíos como cristianos y musulmanes.
Hamás utiliza los hospitales como reductos terroristas.
Israel utiliza sus hospitales únicamente para curar a los enfermos y heridos, incluyendo a los residentes de Gaza que no encuentran una adecuada atención allí.
Hamás aspira a matar tantos israelíes como sea posible, con cohetes lanzados indiscriminadamente en todas las direcciones.
Israel busca atacar sólo la infraestructura terrorista de Hamás, y ha abortado muchas operaciones cuando el riesgo de víctimas civiles es muy grande.
Hamás, como lo muestran ampliamente los registros, no tiene reparo en falsificar información, adulterar fotos, montar escenas e inflar los números para presentar su caso ante el mundo.
Israel en cambio hace todo lo posible, perdiendo incluso a veces la ventaja en la "carrera de los medios de prensa", para verificar la información que se presenta sobre sus operaciones.
Los partidarios de Hamás estallan en paroxismos de alegría cuando objetivos israelíes son golpeados.
Los israelíes no tocan la bocina, disparan en el aire o reparten caramelos por hacer lo que no deseaban hacer en primer lugar —atacar a Hamás— y por el contrario, expresan arrepentimiento cuando se producen errores inevitables en la guerra.
Hamás no se adhiere a los códigos del derecho internacional humanitario.
Las fuerzas de defensa de Israel cuentan con especialistas en derecho internacional humanitario asignados a cada unidad en un esfuerzo para garantizar el máximo cumplimiento.
Hamás grita a los cuatro vientos que quiere destruir a Israel.
Israel, a diferencia de cualquier otra nación que ha sido atacada en la historia, presta en este preciso momento casi el 70 por ciento del suministro eléctrico necesario en Gaza además de gran parte de su combustible y alimentos, a pesar de que cientos de cohetes son disparados desde Gaza hacia Israel.
Hamás celebra la muerte, algo que pocos occidentales pueden entender.
Israel celebra la vida, algo que todos los occidentales deben entender.
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