viernes, 25 de julio de 2014

“Un edificio a perpetuidad: el hogar judío y la mujer”

“Un edificio a perpetuidad: el hogar judío y la mujer”

“Un edificio a perpetuidad: el hogar judío y la mujer”
Parashah MASS’É
B.H.N.” V.
 El final de Sefer Bemidbar ofrece un pormenorizado detalle de cuanto lugar, campamento y travesía ocupó al pueblo judío en su recorrido por el desierto. Cuarenta y dos estaciones, desde Ra’amses, en el esclavizante suelo egipcio, hasta las llanuras de Moab, en Abel Shitim, permitirán hacer el repaso de un camino en que cada nombre evoca un evento y cada suceso un aprendizaje.
 El lector no debe creer que solo la enumeración importa en la presente perashá. Rashí nos lo advierte al comienzo de su comentario, cuando se pregunta y responde: “¿Por qué fueron escritas estas travesías? Para enseñarte las Bondades del Eterno...”, indicándonos que no estuvimos desamparados, a pesar del duro castigo de cuarenta años por el desierto, en los que hubo, por cierto, menujá, es decir, reposo, pero sobre todo una lección y una suerte de “cura” para los muchos males espirituales que aquejaron a Am Israel en sus caminos.

En el comienzo de esta lectura se habla del Jesed, o sea de la Bondad irrestricta del Creador, pero elSefer Bemidbar también concluye hablando del Jesed, al contarnos la historia de cinco mujeres. Nadie ni nada pasa inadvertido para nuestra sagrada Torá, menos que nunca cuando se hace referencia a la construcción de la fortaleza y palacio más sublimes que hay en el seno del pueblo judío: el hogar, nuestra casa y la de nuestra familia.
 Muy frecuentemente escuchamos hablar del “judaísmo como tradición patriarcal excluyente” o, si el comentario proviene de alguien mucho menos tolerante, de una “religión machista”. En verdad, ambas aseveraciones se fundan en el desconocimiento y la falta de estudio, por parte de quienes las hacen, de nuestras fuentes más próximas: la Sagrada Torá, dada a cada uno de nosotros por igual.
 El lector puede pensar que, al mencionar ahora a algunas mujeres, se quiere equilibrar la balanza, pero no se trata de eso. Ninguna historia, ningún relato, puede llegar a ser esencial si no incluye a todos los que escriben esa historia o hacen ese relato, a todos quienes han conformado, en el devenir de los siglos y milenios, la eterna Casa de Israel.
 Dejemos, entonces, de lado esos comentarios sin fundamentos y pasemos a interpretar las afirmaciones seguras y claras de nuestra Torá.
 Decíamos que, al finalizar este singular libro, en el que todo el arco iris espiritual se dibujó en su cielo, se nos habla, no casualmente, de las Benot Tslofjad, las Hijas de Tselofjad. Se trata aquí de la herencia de la Tierra de Israel y del amor incondicional por una tierra a la cual Tselofjad no llegó, dejando como única posteridad y para la permanencia de su recuerdo a sus hijas.
 En ocasión de referirnos a Miriam y a su muerte mencionamos ya la sentencia de nuestros sabios, de bendita memoria, acerca de las mujeres, el desierto y el vínculo con Israel, la tierra de Promisión.
 En perashát Pinejás, la problemática elevada por estas cinco mujeres ante Moshé Rabenu fue derivada al Todopoderoso. Allí, para nuestra sorpresa y la de aquellos que pretenden difamar los hechos y a sus protagonistas, escuchamos que: “Ken Benot Tselofjad doberot...”, es decir, “Es correcto lo que las hijas de Tselofjad están hablando”, aunque Rashí, apoyado en Unkelus y su traducción, va mucho más allá: “Así está escrita esta perashá delante de Mí en las Alturas (dice D’s). Nos dice que pudieron ver con sus ojos lo que no pudo comprender el mismísimo Moshé”. Y aún agrega, por si no es suficiente nuestro asombro, un segundo comentario: “Demandaron lo debido... ¡Feliz la persona que El Santo Bendito Él reconoce y acepta sus palabras!”

Después de la muerte de Tselofjad, Majla, Nóa, Jogla, Milcá y Tirtsá plantearon una preocupación ante Moshé porque, en la futura repartición de la tierra de Israel, la porción de su padre se perdería pues no tenía hijos varones que lo heredasen. “Tená lanu ajuzá betoj ajé abinu”, fue la demanda de ellas, esto es “Dános una heredad entre los hermanos de nuestro padre”. La respuesta del Todopoderoso no tardó en llegar y “sentó jurisprudencia” de ahí en más: cuando un hombre muera y solo tenga hijas mujeres, ellas serán sus herederas.
 Quizá esto ayude al lector a considerar quién es quién en la perspectiva bíblica. Nuestro Jumashconcluye con estas cinco mujeres y el relato, resumido, de aquella petición, que no pasó inadvertida. Pero no es una mera reiteración de la historia, sino que se hace referencia al casamiento de estas mujeres y a como la heredad de su padre quedó en sus manos. Todas ellas son, nuevamente, mencionadas por sus nombres, aunque ahora en un orden diferente, como podrá comprobar cualquier lector de nuestra perashá.
 Rashí, otra vez, agrega un comentario, en el que dice: “Aquí las nombró de acuerdo a su ‘guedulá’ -término que podemos traducir como grandeza o mayoría de edad-, de una y otra según los años, y se casaron de acuerdo a su nacimiento, aunque en toda la Torá las nombró de acuerdo a su sabiduría. Y todo ello nos enseña que cada una y una está equiparada con la otra...”. Poco importa el orden, nos dice Rashí, ya que todas son igualmente importantes; pero algo queda aquí claramente expuesto: “...en toda la Torá fueron nombradas por su jojmá, su saber singular”.
 Cuando del hogar judío hablamos y queremos caracterizar a la familia judía debemos recordar que:“Jojmot nashim bantá beitá..., solo con “el saber de las mujeres se construyó y erigió el hogar”.
 Las travesías del desierto llegan a su término; la construcción del santuario en miniatura comienza. La salida a la libertad tuvo el mérito de las “mujeres justas”; la llegada a la tierra donde se habrá de delinear el futuro de un pueblo será por mérito de las mujeres sabias.
 Tendremos que apelar al estudio diario, profundo y sincero, para erradicar los prejuicios. Que El Todopoderoso nos regale la capacidad para lehabin, lehaskil, lishmóa: para poder comprender, percibir y entender las diferencias.

Rab. Mordejai Maaravi. Rabino Oficial de la Olei.

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