Por una auténtica liberación de Palestina
Por Julián Schvindlerman
Comunidades – 30/7/14
Por Julián Schvindlerman
Comunidades – 30/7/14
Aunque parezca historia antigua, fue hace menos de una década que Israel abandonó Gaza. A partir del 2005 no permaneció en aquella franja un solo israelí, fuese soldado o colono. La ocupación finalizó. Sin embargo, el Movimiento de Resistencia Islámico, comúnmente conocido como Hamas, desde entonces inició tres ataques con cohetes contra Israel -2008, 2012, 2014- y sumió a la población israelí y palestina en un profundo sufrimiento. Estos hechos confirmaron una máxima en boga que dice que si bien Israel dejó Gaza, Gaza nunca dejó a Israel.
La motivación estratégica de Hamas en atacar al estado judío es esencialmente ideológica. Así está estipulado en la Carta de Alá, su documento constitutivo, que postula que “renunciar a cualquier parte de Palestina significa renunciar a parte de la religión” y enuncia así su misión: “El día del juicio no llegará hasta que los musulmanes luchen contra los judíos y les den muerte; entonces los judíos se ocultarán tras rocas y árboles, que gritarán: ¡Oh Musulmán! ¡Aquí hay un judío que se esconde detrás de mí, ven y mátalo!”. No exactamente un llamado a la diversidad.
Luego está la motivación táctica que es de raíz coyuntural. Localmente, el 40% de la población palestina de Gaza está desempleada. Alrededor de cuarenta mil empleados públicos llevan meses sin cobrar sus sueldos. Regionalmente, al abandonar al régimen de Damasco, que albergaba al liderazgo externo de Hamas, una vez iniciada la guerra civil en aquella nación árabe, el grupo perdió el apoyo de Siria y -parcialmente- el de su aliado Irán. El movimiento fundamentalista se orientó hacia el Egipto de Mohamed Morsi, líder de la Hermandad Musulmana, de la que Hamas es básicamente su representación en Palestina. Pero al poco tiempo Morsi cayó en un golpe de estado en manos de los militares comandados por Abdel Fattah al-Sisi, acérrimo enemigo de la Hermandad, quién combatió tenazmente contra el contrabando de armas y mercancías de Hamas por medio de los túneles que conectan el desierto del Sinaí con Gaza. Para colmo, el acuerdo de unión nacional pactado con su Némesis, la Autoridad Palestina de Mahmoud Abbas, no avanzaba en la dirección deseada. Aislado políticamente, debilitado financieramente y cuestionado localmente por una población desesperada, Hamás recurrió a la confrontación con el emblemático “enemigo sionista” para quebrar el paupérrimo status quo en que se hallaba.
Y lo hizo con alevosía. En los primeros diez días de guerra previos a la incursión terrestre israelí en la franja, Hamas (junto a otros grupos jihadistas) disparó aproximadamente 1.400 cohetes; 140 al día en promedio. Lanzó misiles contra Jerusalem en entera desconsideración de la Mezquita Al-Aqsa que tanto dice venerar; contra la central eléctrica en Ashdod, desde donde Israel provee energía a Gaza; y contra el reactor atómico de Dimona, ubicado a poco más de cincuenta kilómetros de Gaza; de haber dado en el blanco hubiera pulverizado a la población palestina también. Disparó desde zonas densamente pobladas, transformó hospitales en comandos militares y utilizó a civiles como escudos humanos. Cuando Egipto elevó una propuesta de cese de fuego, Hamas la rechazó. Cuando la ONU pidió por una tregua para garantizar ayuda humanitaria para la población gazatí, Hamas la desconsideró. En ningún momento cesó sus lanzamientos de cohetes contra Israel. Los israelíes hallaron cobijo en Cúpula de Hierro (el eficaz arma antimisil), en refugios antiaéreos y en una aplicación para smartphones que alerta al usuario cada vez que desde Gaza sale volando un misil. Llamémosla el whatsapp del terror.
En medio del caos, la muerte y la devastación que se sucedieron una pregunta quedó flotando en el aire. ¿Dónde están los refugios de Gaza? Si Hamas estuvo armándose hasta los dientes estos últimos años en preparación para su ataque contra Israel, ¿por qué no construyó búnkers para resguardar a la población que gobierna en anticipación a la represalia bélica inevitable? La presunción de que Gaza es demasiado pobre para ello es falsa. En rigor, tales búnkers existen, sólo que no fueron diseñados para proteger a civiles, sino para preservar a los arsenales, combatientes y líderes de Hamas. Eso para los que viven en la franja, como Ismail Haniyeh. El liderazgo externo, el de Khaled Mashal, sermonea sobre la lucha armada desde un hotel cinco estrellas en Qatar.
Gaza está bajo ocupación. No por parte de Israel. Esa ocupación terminó nueve años atrás. Gaza está bajo una ocupación fundamentalista, cruel y lunática determinada a arrastrar a israelíes y a palestinos por igual en el sendero inexorable hacia su propio Armagedón.
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