martes, 15 de julio de 2014

AMIA, TABLAS ROTAS Y 17 de TAMUZ‏

TABLAS ROTAS
por el rabino Marcelo Polakoff

Tablas rotas. Tal vez esas dos palabras representen mejor que otras tantas lo que trasunta el día de hoy en el calendario hebreo, correspondiente al día 17 del mes de Tamuz.

Es un día de ayuno diurno, en el que entre otras cuestiones se recuerda en el pueblo judío un evento sucedido hace 3300 años a los pies del Monte Sinaí.

Moisés bajaba con las Tablas de la Ley, portando los 10 mandamientos entregados por el Creador, y el pueblo danzaba extático en un festival idolátrico alrededor de un pequeño becerro de oro fundido.

El quiebre de las tablas fue la respuesta elegida por Moisés. Enojo y decepción ante un espectáculo lamentable que evidenciaba que la gente aún no estaba preparada para poder sostener semejante regalo divino. Admitámoslo: nunca la ley se sostiene con facilidad. Tal vez es más cómodo que la porte otro mientras se busca en el oro una salida más de corto plazo (y por supuesto mentirosa).

La historia ya sabemos cómo siguió: le fue dictado palabra por palabra un segundo par de tablas. La pregunta de nuestros sabios no se hizo esperar: ¿y qué fue entonces de aquellas tablas originales escritas por el "etzva Elohim" (el dedo de Dios)? La leyenda talmúdica asegura magistralmente que antes de partir del Sinaí con destino a la Tierra Prometida, los fragmentos destrozados de las mismas fueron recogidos uno por uno y colocados encima de las nuevas tablas para ser transportados en conjunto en el arca sagrada.

Una imagen generalmente desconocida para nuestra sociedad, tan acostumbrada a dejar los quiebres de lado, a tapar los huecos, a llorar fragmentos sin tomar parte ni partido.

No se trata de regodearse con la frustración, ni de la apología del masoquismo. Se trata -en todo caso- de ponerle el pecho al fracaso y de convertir la derrota en derrotero, portando con cuidado las piezas rotas que indudablemente forman parte de nuestra identidad colectiva.

Escribo estas líneas a la luz de estar a tan solo tres días de conmemorar el vigésimo aniversario del atentado a la AMIA, con su secuela de total impunidad y de perversión judicial (como lamentablemente en tantos otros casos), para que no nos vuelva a ganar la idolatría del olvido. Para que la memoria de los 85 muertos sea bendita, y para que también sea semilla para encontrar aquí y ahora las nuevas tablas de la ley. 

Volver con la frente marchita, las nieves del tiempo, platearon mi sien.
Sentir que es un soplo la vida, QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA, que febril la mirada, errante en las sombras te busca y te nombra.

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